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Los “indios muertos” de Tarantino y los orígenes de la violencia yanqui

Nancy Marie Mithlo 13/08/2019
Mientras otras personas que asistían a la novena película de Quentin Tarantino “Once Upon a Time… In Hollywood” [Érase una vez en…Hollywood] se reían cuando Leonardo DiCaprio repetía el dicho de que “el único indio bueno es un indio muerto” Nancy Marie Mithlo, apache chiricahua, se estremecía.

De día trabajo como profesora de Estudios Indios Estadounidenses en una gran universidad. En realidad es un trabajo de día y de noche, como el de muchos docentes. El lujo y la carga de ser profesora de universidad es que se está TODO EL TIEMPO pensando en asuntos complejos y densos. Por ello me gusta particularmente ir al cine. Quiero una inmersión completa, estar totalmente embelesada, disfrutar de un espacio, un lugar y un tiempo totalmente únicos. Quiero fantasía. A menudo necesito fantasía.
La novena película de Quentin Tarantino, Once Upon a Time…In Hollywood prometía todo eso. Y lo cumple en la mayoría de los sentidos, si no en todos. La crítica la describe como una oda a Los Angeles y la película transmite el mundo lleno de matices, de estratos y vivo de 1969 que conocí de niña. Las canciones publicitarias de la radio, las botas gogó, los programas de televisión y los hippies evocaban todas las sensaciones que yo recordaba de mi juventud. Una nostalgia total.
Durante la proyección en una sala repleta de Sunset Boulevard, Los Angeles, me embelesó la última película de Tarantino lo mismo que al público que abarrotaba la sala. Pero entonces, salido de la nada (como ocurre a menudo), mientras el personaje de DiCaprio de un entusiasta cazador de recompensas recorre las calles polvorientas del clásico Western en blanco y negro, se oye la voz del narrador haciéndose eco del dicho “el único indio bueno es un indio muerto”. Mientras el público se reía me estremecí. ¡Y yo que quería evadirme del mundo “real”!
Dejemos las cosas claras, esto no es una crítica de Tarantino, creo que es un genio aunque a menudo patine respecto a la raza y el género. Incluso se rumorea que es descendiente de cheroquis (algo que da que pensar). Entonces, ¿a qué se debía mi angustia? Puede que estuviera furiosa con el público y su ignorancia. Es cierto, se critica a Bruce Lee en la película lo mismo que a los actores que hacen el papel de guardas de aparcamiento mexicanos y es cierto, el personaje de Sharon Tate no dice muchas frases. Pero en estos casos de menosprecio no se pide a los espectadores que encuentren gracioso el exterminio de una raza.
El origen de la frase “el único indio bueno es un indio muerto” es el exterminio masivo de los pueblos originarios del oeste usamericano a mediados del Siglo XIX, en particular la matanza inhumana de cientos si no miles de personas nativas que estaban en paz con USA debido a un tratado. Estos espantosos crímenes de guerra se han eliminado hasta tal punto de nuestro conocimiento colectivo de la historia de USA que existe una especie de amnesia. Esta omisión la denomino “ignorancia deliberada”.
¿Era correcto históricamente que un personaje de un drama situado en la década de 1960 utilizara un lenguaje racista? Sí, por supuesto este tipo de comentario racista era frecuente, así que ¿por qué objetar que se incluya en una obra ambientada en esta época?
La investigadora que llevo dentro sabe que el público no concibe al pueblo indio usamericano como real, no tiene una manera de identificar a las personas “indias” con personas contemporáneas, sino que considera a las personas nativas simples objetos de fantasía cultural. Lo sé porque un colega y yo acabamos de terminar un estudio que demuestra con una encuesta entre la población de Los Angeles esta cosificación de las personas nativas usamericanas.
En pocas palabras, nuestras conclusiones demuestran que las y los espectadores son incapaces de considerar a las personas indias usamericanas más que objetos, básicamente objetos de utilería en un a menudo elaborado mundo de fantasía poblado de “jefes” y “princesas” ficticios. Nuestras conclusiones coinciden con una investigación psicológica afín sobre el prejuicio implícito que demuestra que las personas nativas son consideradas equivalentes a mascotas deportivas y se desprecia a ambas.
Es bien sabido que los prejuicios contra un grupo racial o cultural llevan a prejuicios contra otros grupos. Nuestra tolerancia colectiva de la incitación a la violencia es claramente patente en la cantidad cada vez mayor de tiroteos masivos contra ciudadanas y ciudadanos inocentes en USA y debería servir de triste recuerdo de su primer uso contra personas indias usamericanas. Las ideologías blancas supremacistas inspiraron de forma similar a ambos tipos de tiroteos masivos.
“El único indio bueno es un indio muerto” es un dicho usamericano que hunde sus raíces en las políticas genocidas del gobierno yanqui. La relevancia actual de este dicho está siempre presente cuando luchamos para que se respeten los derechos humanos básicos en todo el mundo.
Aunque la fantasía de escapar de nuestra actual crisis de intolerancia racial, cultural y política es embriagadora, la verdad de nuestra discordancia y disfunción es ineludible. Puede que eso sea lo que Tarantino quiere que entendamos, que la violencia ejercida en el nacimiento de esta nación siempre está presente y a punto de explotar. Quizá su décima y supuesta última película trate precisamente de eso, de cómo el origen de USA se basa en la aniquilación de sus pueblos originarios.