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Venezuela: no hay palabras para el horror

GINA MONTANER 5 julio 2019
Hay otra viuda más en Venezuela que exige se conozca toda la verdad. Waleska Pérez no ha podido ver el cadáver de Rafael Acosta Arévalo, capitán de corbeta que el 21 de junio fue detenido por agentes de la policía política política. Ocho días después moría bajo la custodia de funcionaros de la Dirección General de Inteligencia Militar

Cada vez más enfermo de paranoia, nuevamente el gobierno de Nicolás Maduro se escuda en aparentes conspiraciones para justificar los arrestos arbitrarios de supuestos enemigos que estarían al servicio del presidente encargado, Juan Guaidó. La última víctima de esta desenfrenada caza de brujas ha sido el capitán Acosta, y el informe que se ha difundido de su autopsia pone en evidencia el sadismo del régimen chavista.
En medio de las maniobras de ocultamiento del gobierno, ha sido el Fiscal del Ministerio Público en el Exilio, Zair Mundaray, quien ha dado a conocer los detalles de las presuntas torturas a las que fue sometido el militar: costillas rotas, hematomas por todo el cuerpo, signos de latigazos en la espalda, quemaduras y hasta descargas eléctricas. Un verdadero catálogo del horror que iguala al gobierno de Maduro a las dictaduras militares que en su día se padecieron en Chile, Argentina o Brasil, donde en las mazmorras del estado los disidentes eran sistemáticamente vejados y torturados.
Todo apunta a que los esbirros de Maduro ni siquiera frenaron los abusos durante la visita a Venezuela de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Mientras la ex presidente de Chile pedía transparencia y explicaciones por el pésimo récord del gobierno venezolano, al capitán Acosta le fracturaban los huesos y lo pateaban en alguna celda inmunda. Bachelet ha afirmado estar “profundamente preocupada” a raíz de lo que se ha filtrado, mientras que Diosdado Cabello, el otro ‘hombre fuerte’ al frente del país, se ha limitado a decir que ya se habían efectuado al menos dos arrestos y que se harían las investigaciones correspondientes, fingiendo no estar al tanto de los atropellos que comete la policía política.
Hoy todo el mundo se echa las manos a la cabeza al conocer la triste noticia de la muerte del capitán Acosta, pero se trata del último en una larga lista de víctimas de un régimen que ha derivado en el totalitarismo a imagen y semejanza de la dictadura castrista en Cuba. Recientemente el concejal de Caracas, Fernando Albán, cayó de un balcón mientras era interrogado y al menos otros tres presos políticos han sido asesinados bajo la custodia del gobierno. En las cárceles opositores como el diputado Juan Requesens permanecen encerrados sin juicio y sometidos a condiciones infrahumanas. La muerte de Acosta forma parte de la deshumanización de un gobierno cuya única razón de ser es la de permanecer en el poder y perpetuar la corrupción de la cúpula al mando.
Este miércoles la viuda del capitán aún no había podido ingresar a la morgue de Bello Monte, en Caracas, donde el cuerpo de su esposo permanecía en manos de funcionarios chavistas, los mismos encargados de triturarle la vida. Sobre tan horrendo crimen Guaidó ha dicho en Twitter, “No hay palabras para definir este abominable hecho”. Para el viernes el presidente encargado y el líder de la oposición Leopoldo López (quien continúa refugiado en la embajada de España) han convocado otra movilización. Habrá mas arrestos, más torturados y más muertos. Volveremos a quedarnos sin palabras al hablar de la Venezuela de Maduro.