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Los genocidas de Darfur siguen matando sin el dictador depuesto Al Bashir

ALBERTO ROJAS 9 junio 2019
‘Hemeti’, el general que dirige las Fuerzas de Acción Rápidas tuvo un papel protagonista en la limpieza étnica y ahora ordena las matanzas de opositores en Jartum.

Al cuerpo corrupto le han extirpado el corazón, pero el resto de órganos y miembros siguen estando envenenados. Con la caída del dictador Omar al Bashir, un sátrapa implacable durante décadas con sus opositores –que sigue detenido en algún lugar secreto-, los militares que lo sostenían y que lo tumbaron siguen haciendo lo que han hecho siempre: ejercer el terror con su propia población para seguir gobernando sin que nadie cuestione su poder.
Cuando cayó Bashir, muchos pensaron que la revolución sudanesa se había completado. Los militares, en cambio, montaron una mesa de transición (en la que sólo están ellos) para organizar unas elecciones (también dirigidas por ellos) para buscar un presidente. Los manifestantes de Jartum, que durante meses clamaron en las calles por un país democrático y unos líderes electos, han sufrido algo que sólo habían visto en las noticias de medios internacionales: las matanzas que Bashir había dirigido contra las etnias rivales en Darfur, Kordofán o Nilo Azul se reproducen ahora, de la misma forma, contra los jóvenes de clase media que protagonizan la revolución.
La pasada semana estos militares abrieron fuego contra estudiantes desarmados en las inmediaciones de su cuartel general, donde habían montado un campamento de protesta. Acompañado de la habitual propaganda en este tipo de regímenes represivos, los más de 100 muertos que quedaron desparramados en el asfalto ya no eran manifestantes, sino “peligrosos terroristas” alimentados y financiados “por los enemigos de Sudán”.
Tras esa mesa de golpistas militares encontramos el nombre de un viejo conocido en crímenes de guerra: el general Mohamed Hamdan Dagalo, más conocido como Hemeti, líder de las llamadas Fuerzas de Acción Rápida, es decir, un apodo para las milicias Yanyaweed responsables del genocidio de Darfur. El método es el mismo que en la limpieza étnica, aparecer con sus pick ups artilladas, matar a decenas de personas desarmadas, violar a las mujeres, quemar sus tiendas y negar que eso ha sucedido. Hasta 9.000 soldados de estas unidades están a sus órdenes en la capital de Sudán.
Hemeti no tiene ninguna afiliación con los jóvenes de clase media universitaria que protestan por un Sudán democrático.Él es un hombre nacido en una zona rural con gran experiencia en reprimir opositores. De hecho, era el brazo derecho de Bashir en este tipo de operaciones. Él dirigía la contrainteligencia y era apodado por Bashir El hombre sin clemencia. Amnistía Internacional también recuerda que es un personaje clave en el secuestro y maltrato de inmigrantes somalíes y eritreos que atraviesan el país hacia Libia.
Se le ha visto combatiendo en Yemen junto a las fuerzas apoyadas por Arabia Saudí, financiadoras de su unidad militar, contra las milicias hutíes respaldadas por Irán.
Mientras tanto, las asociaciones de jóvenes que protagonizaban la revolución se sienten traicionadas y faltas de una estrategia diferente para poder luchar no contra Bashir, pero sí contra su Estado corrupto.