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Arabia Saudí asegura no querer una guerra con Irán pero promete responder a las amenazas

FRANCISCO CARRIÓN 16 junio 2019 
Mientras su vecino Emiratos Árabes Unidos evita señalar a un culpable, Arabia Saudí apunta abiertamente hacia Irán como responsable de las dos agresiones contra petroleros registradas en apenas un mes.

Un tensión al alza que alimentan los ataques con drones reivindicados en las últimas horas por el grupo rebelde chií de los hutíes contra dos aeropuertos saudíes que, según la milicia, han tenido que suspender sus operaciones.

“Irán es la parte que está constantemente escalando las tensiones en la región. Lleva a cabo ataques terroristas y actos de agresión inmorales, directamente o a través de sus milicias. El problema reside en Teherán, en ningún otro lugar”, declara el príncipe heredero y ministro de Defensa saudí, Mohamed bin Salman, en una extensa entrevista publicada este domingo por el periódico panárabe Asharq al Awsat, de capital saudí.
Bin Salman, que arrastra aún el descrédito internacional por el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado de Estambul, acusa a Teherán de hallarse detrás del ataque registrado el 12 de mayo contra cuatro petroleros -entre ellos, dos saudíes- así como del sabotaje contra otros dos buques el pasado jueves y de los ataques con drones firmados por los hutíes contra oleoductos, estaciones de bombeo y varios aeropuertos del sur del país.
“Como he indicado previamente, Irán debe elegir entre convertirse en un país normal que desempeña un papel constructivo en la comunidad internacional o permanecer como un Estado delincuente y asumir entonces las consecuencias internacionales de su elección”, asevera el treinteañero, estrecho aliado de Donald Trump y su círculo familiar y de su agresiva política hacia Irán. “Apoyo la imposición de sanciones de EEUU a Irán porque creemos que la comunidad internacional debe adoptar una postura firme ante Irán”.
Bin Salman describe a la República Islámica como “un régimen expansionista que ha apoyado el terrorismo y ha difundido la muerte y la destrucción durante las pasadas décadas no solo en la región sino en todo el mundo”. “El reino no quiere una guerra en la región pero no dudará al tratar con cualquier amenaza a su pueblo, su soberanía o sus intereses vitales”, advierte Bin Salman.
A Teherán señala como el principal sustento de las milicias hutíes. “El atroz ataque contra el aeropuerto de Abha es una prueba clara de la política e intenciones de Irán de golpear la seguridad y la estabilidad de la región”, agrega.
La publicación de la entrevista coincide precisamente con el tercer ataque contra el aeropuerto de Abha en menos de una semana. Una arremetida con múltiples drones cargados de explosivos que, además, ha alcanzado al aeropuerto de Jizan, emplazado también en la zona sur del país fronteriza con Yemen. “Los dos aeropuertos se hallan fuera de servicio. Le auguramos al régimen saudí más días dolorosos mientras la agresión y el asedio continúen en nuestro país”, ha prometido el portavoz del grupo.
Horas después de la entrevista de Bin Salman, el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo también ha insistido en que EEUU “no quiere una guerra” pero tomará “todas las decisiones necesarias” para asegurar el libre movimiento de los petroleros.
El pasado martes una agresión similar contra el aeropuerto de Abha dejó 26 heridos. Las escasas imágenes divulgadas del incidente muestran la terminal de llegadas unos segundos antes del impacto del proyectil. El fuego y el humo sepultan la escena instantes después. El ataque volvió a producirse el viernes y a última hora de este sábado sin que hayan trascendido cifras de heridos y posibles víctimas.
La coalición árabe que lidera Arabia Saudí ha asegurado en un comunicado haber interceptado y derribado un dron hutí en la ciudad de Abha. Según los hutíes, el ataque múltiple afectó a la torre de control del aeropuerto de Jizan y a la estación de combustible del aeropuerto de Abha. En los últimos días, la coalición ha bombardeado los alrededores de Saná, la capital yemení, con el propósito de destruir arsenales y factorías del grupo rebelde en una guerra sin fin que ha causado la mayor crisis humanitaria del planeta.
La escalada en Yemen se produce en medio de las acusaciones de EEUU hacia Irán por su implicación en las explosiones que dañaron los petroleros Kokuka Courageous, de bandera panameña y dueño japonés, y Front Altair, de bandera de las Islas Marshall y propiedad noruega, mientras circulaban por el golfo de Omán.
Cuatro días después, las tareas de auxilio de ambos buques prosiguen. “El Kokuka Courageous ha llegado sano y salvo al fondeadero diseñado en Sharjah”, ha informado su empresa propietaria. La tripulación se halla a bordo. El examen de los daños y los preparativos para transferir su cargamento de 27.000 toneladas de metanol arrancarán “una vez que las autoridades portuarias hayan completado sus controles de seguridad”.
El Front Altair, más perjudicado después de que el fuego devorara durante horas su esqueleto, ha abandonado ya aguas iraníes y se dirige hacia un puerto del emirato de Fujairah. Su tripulación, formada por 23 personas, aterrizó en el aeropuerto internacional de Dubai el sábado. Su operación de rescate, reconoce la empresa holandesa encargada, será más costosa e incierta.
La sucesión de ataques a las puertas del estrecho de Ormuz, por el que transita el 40 por ciento del transporte de petróleo por mar, y el escenario de un confrontación militar han elevado la preocupación de los mercados. El ministro de Energía saudí, Jalid al Falih, reclamó “una respuesta rápida y decisiva a la amenaza” que suponen los ataques para el suministro de energía, la estabilidad del mercado y la confianza del consumidor tras participar en un encuentro con homólogos del G20. Una llamada que coincide con la búsqueda de medidas de protección a los petroleros que cruzan la zona.