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Hasan Rohani denuncia una presión sobre Irán “sin precedentes” desde el 79

LLUÍS MIQUEL HURTADO 12 mayo 2019
El presidente se refirió a la situación actual como una “guerra total” de presión económica y política mediante sanciones, sin precedentes en la historia desde la Revolución de 1979.

EEUU e Irán hablan de teléfonos mientras la población habla sobre la peor crisis económica en décadas. El sábado, horas después de que Donald Trump reconociera que le “gustaría ver una llamada de Irán”, y el viceministro de Exteriores iraní Abbas Araghchi le respondiese recordando que “EEUU también tiene nuestro número de teléfono”, el presidente del Ejecutivo en Teherán, Hasan Rohani, subrayó la difícil situación económica provocada en parte por las sanciones, y pidió unidad.
Con su estilo diplomático, consistente en entregar una flor con la mano izquierda, mientras con la derecha se retuerce el brazo del contrario, Trump está logrando lo opuesto a sus propósitos: las dos principales alas del poder iraní, una moderada y aperturista -políticamente debilitada por haber avalado un acuerdo nuclear que Washington convirtió en papel mojado- y la otra rigorista y hostil a Occidente, cierran filas frente a lo que ven como un intento de forzarlos a capitular castigando a la población.
“Rendirnos no es consistente con nuestra cultura y nuestra religión, y la gente no lo aceptaría. Por lo tanto, no deberíamos aceptar la sumisión y deberíamos intentar encontrar una solución”, dijo Rohani durante un encuentro para romper el ayuno, junto a un grupo de simpatizantes reformistas. Según la agencia Fars, el presidente se refirió a la situación actual como una “guerra total” de presión económica y política mediante sanciones, sin precedentes en la historia desde la Revolución de 1979.
“En tiempos de guerra [con Irak, durante los 80] no teníamos problemas en banca, venta de crudo y exportaciones o importaciones, sólo teníamos un embargo de armas”, recordó el líder político centrista. “Pero no desespero y tengo una gran esperanza en el futuro, y creo que podemos dejar atrás estas condiciones difíciles si permanecemos unidos”, añadió. De esta forma, Rohani extendió la mano al campo político rival, muy crítico con sus actuaciones desde el adiós de EEUU al pacto, hace un año.
El presidente logró contentar a la línea dura cuando anunció, el miércoles pasado, una reducción parcial y escalonada de los compromisos de Irán con el acuerdo nuclear, firmado en 2015 y que debía prohibir a al país crear el arma atómica a cambio de la suspensión total de sanciones. Pero la Casa Blanca ha reintroducido todo tipo de sanciones que bloquean las principales fuentes de enriquecimiento del país, como la exportación de crudo, así como el transporte de mercancías y las relaciones bancarias.
Tal y como reconoció la UE, una de las firmantes del acuerdo junto con Alemania, Francia y Reino Unido, las sanciones los han inhabilitado para cumplir con sus compromisos con el acuerdo. En respuesta, Irán ha renunciado a vender los excedentes de uranio enriquecido y agua pesada, tal y como demanda el pacto. Si en 60 días Bruselas no aporta medidas concretas para resolver su cumplimiento, dijo Rohani, Irán podría enriquecer uranio por encima de los límites marcados por el acuerdo.
Analistas subrayan que la medida de Irán fue milimetrada porque, de hecho, días antes del anuncio EEUU había terminado las exenciones a Omán y Rusia para comprar los excedentes que ahora Irán mantendrá en su suelo. Sin embargo, el anuncio ha generado tensión al coincidir con la orden de Washington de trasladar al Golfo Pérsico la flota de ataque del portaaviones Abraham Lincoln, y preparar un destacamento de bombarderos B-52, aduciendo una “amenaza inminente” de Irán.
El ocho de abril pasado, Trump fue un paso más allá que sus predecesores al designar a la Guardia Revolucionaria “grupo terrorista”. Este ala ideológica del ejército iraní, dependiente del Líder Supremo, está al mando del programa de misiles balísticos, controla una porción importante de la economía local y su división de operaciones exteriores, la Fuerza Quds, opera en Siria e Irak, dos países donde EEUU tiene presencia militar. En respuesta, Teherán listó como “terroristas” a las tropas estadounidenses. Un escenario que hace temer una escalada fuera de control mientras los teléfonos siguen rotos.