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Más feminismo, para todos

JOSÉ FERNÁNDEZ ALBERTOS 7 MAR 2019
Todos debemos apostar por una sociedad más igualitaria en la que los trabajadores sean más libres para organizar sus vidas.

Hace cinco años, la economista Claudia Goldin presentaba en el discurso presidencial de la Asociación Americana de Economía los principales hallazgos de su investigación sobre las causas de la brecha salarial entre hombres y mujeres en Estados Unidos. Su resultado más llamativo fue mostrar que esta brecha no era la misma para todos los trabajos. En concreto, en aquellos empleos en los que se valora la disponibilidad del empleado a trabajar muchas horas y en momentos impredecibles del día, la diferencia de salarios entre hombres y mujeres con las mismas cualificaciones es mayor. Por el contrario, en los empleos que permiten una organización más flexible del tiempo de trabajo por parte del empleado y los salarios son proporcionales a las horas trabajadas (el ejemplo preferido de Goldin son las empleadas de farmacias), las mujeres dejan de estar penalizadas. En resumen, la brecha salarial existe porque a) en muchos empleos trabajar a determinadas horas es más valorado que hacerlo a otras, y b) las mujeres reciben salarios menores en ellas por su mayor predisposición a interrumpir sus carreras laborales cuando tienen hijos y a dedicarles más tiempo mientras crecen.

Las conclusiones de Goldin nos dan pistas sobre qué deberíamos hacer para que nuestras economías sean más igualitarias entre hombres y mujeres. Primero, cuanto más equitativamente compartamos las responsabilidades que conlleva la crianza de los niños, menor será la penalización a las mujeres en los empleos exigentes en términos de horarios. Iniciativas como la de extender los permisos paternales y hacerlos no transferibles son por ello importantes. Y segundo, en la medida en que transitemos hacia una economía que demande menos trabajos de los primeros y más de los segundos, menor será el castigo a quienes no quieran o no puedan condicionar sus obligaciones personales a su carrera laboral.
Una agenda feminista que avance en estas dos direcciones debería ser apoyada no solo por las mujeres, sus impulsoras y principales beneficiarias, sino también por muchos hombres. Vivir en una sociedad más igualitaria y en la que los trabajadores son más libres para organizar sus vidas son aspiraciones de todos. Es precisamente esto —su voluntad de transformación social sostenida por el impulso de amplias mayorías sociales— lo que creo que hace del feminismo un movimiento tan poderoso y único en nuestros días. Feliz 8 de marzo.