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Los argumentos contra #MeToo que revivirán para #MiraComoNosPonemos

Ana Paulina Valencia 12/12/2018
Las argentinas se coronan de nuevo las feministas más políticas de América Latina, y escucharlas es increíble. Ahora, un colectivo de actrices se unió para lanzar su versión de #MeToo: #MiraComoNosPonemos.

Vale la pena ver el video para entender de dónde sale el nombre, pero mientras tanto parece que es un buen momento para recordar algunos de los argumentos más usados para desacreditar a #MeToo, y examinar —antes de que se nos ocurra abrir la boca para aplicarlos a este caso— por qué son falacias.
Argumento 1: Si fuera verdad, hubiera hablado inmediatamente.
Nuestro primer argumento ignora por completo todas las razones que una víctima puede tener para no hablar o denunciar a su violador, empezando por el miedo a que no le crean, a sufrir consecuencias profesionales, a que le echen la culpa diciendo que se lo buscó o hasta ser rechazada por su familia o la sociedad en general.
Es muy fácil, en realidad. En la mayor parte de los sistemas judiciales actuales, denunciar tiene consecuencias peores para la víctima que para el perpetrador, así que no hacerlo es lo más común. Ese silencio difícilmente puede usarse para desacreditar a las víctimas que, años después, habiendo superado el trauma o ganado suficiente capital profesional para minimizar el daño a su reputación, deciden hablar.
Otro engendro común de este argumento, sobre todo cuando la víctima ha cometido el terrible pecado de a) usar escotes o b) ser sexualmente activa en términos generales, es que seguramente tuvo sexo consensuado, pero ahora dice que fue violación para que su nombre salga en revistas. Que lo hacen por la fama, pues.
Y para refutar esto me remito a una pregunta, que no se vale googlear: Menciona los nombres de tres mujeres que hayan contado sus historias en #MeToo y las películas que les dieron después. ¿No? ¿Nada? Es porque esas películas no existen… y porque no recuerdas sus nombres.
La defensa descansa.
Argumento 2: Si estas acusaciones son falsas arruinarán la vida de hombres inocentes.
A ver. A ver. Para esta sí que tengo muchos nombres, películas y hasta puestos gubernamentales.
Pero primero recordemos que ya establecimos que las mujeres no tienen ningún incentivo para acusar, aún cuando el abuso fue real. Quizá por eso numerosos estudios sugieren que solo entre el 2 y el 10% de las acusaciones de violación son falsas y, aún cuando lo es, menos del .01% de esas acusaciones terminan en una convicción injusta.
La sobrerrepresentación es un problema serio, y las vidas arruinadas aquí son las de las víctimas que tienen que revivir el trauma cada vez que cuentan su historia y nadie les cree. Sus (muy reales) violadores, en cambio, tienen una probabilidad bajísima de terminar en la cárcel.
Basta ver la historia de Lucía —catalizador para #MiraComoNosPonemos— una chica de 16 años que fue violada, empalada y asesinada, y cuyos feminicidas fueron absueltos. O el caso de La Manada, esos cinco amigos que violaron oral y analmente a una menor de edad, y estuvieron nueve meses en la cárcel a pesar de la evidencia de un grupo de WhatsApp en el que planeaban y compartían videos del ataque.
O, no sé, el señor Donald Trump, acusado de acoso sexual por 19 mujeres desde la década de los ochenta, y ahora presidente de Estados Unidos, con todo y una grabación en la que dice que si eres famoso puedes hacer lo que quieras con las mujeres, incluyendo la ahora infame frase “Grab ’em by the pussy” (o “Tómalas del coño”, si estás de ese humor).
¿Quedó claro? El sistema no facilita las denuncias falsas… el sistema facilita la no denuncia. Y por eso tanto hashtag.
Argumento 3: Están yendo demasiado lejos, ya no se puede ni coquetear, ahora todo es acoso.
Primero lo primero: ¿cómo es posible que al enterarse de que un hombre de 45 años violó a una nena de 16, lo que más les preocupa es que no podrán coquetear más con su compañera de oficina? Tenemos que hablar de sus prioridades.
Segundo: coquetear no es acoso.
Cosas que sí son acoso:
Insistir cuando ya te dijeron que no.
Buscar una relación sexual con alguien cuando te encuentras en una posición de poder que hace que la otra persona se pueda sentir incómoda diciendo que “no”.
Tocar, penetrar, o tener cualquier contacto sexual con una persona sin saber con seguridad que esa persona lo quiere.
Si estás seguro de que todas tus parejas sexuales querían hacer lo que hicieron, ¿qué te preocupa?
Utilizar este tipo de argumentos para quitar fuerza a un movimiento que da voz a las víctimas de abuso sexual es una salida fácil para no afrontar una realidad que duele: hemos creado un mundo que es más seguro para un violador que para la persona a la que violó. Y, ¿saben qué? #SeVaACaer.