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La UE contra Tanzania: la paradoja cultural

29.11.2018 – Leopoldo Salmaso
La declaración oficial de Federica Mogherini, jefe de la diplomacia de la UE, es conocida.

Los hechos detrás de esas declaraciones son menos claros.
La interpretación probablemente más cercana a la realidad de los hechos es la que ofrece Ansbert Ngurumo en Sauti Kubwa, 2 de noviembre de 2018:
“El Presidente de TANZANIA ha ordenado al Jefe de la Delegación de la UE en Tanzania, Roeland van De Geer, que abandone el país en un plazo de 24 horas… Van de Geer ha sido un crítico firme y constante de las tendencias represivas de Tanzania. La delegación de la UE, que encabeza, se ha pronunciado sistemáticamente en contra de acciones que constituyen graves violaciones de los derechos humanos y de los compromisos internacionales de Tanzania… El embajador ha sido un aliado de confianza de muchas voces disidentes críticas de los actores democráticos del país. Es un secreto a voces que su oficina ha acogido innumerables reuniones con actores políticos, activistas, periodistas, líderes religiosos e incluso funcionarios gubernamentales frustrados”.
Paradójicamente, la gota que derramó el vaso, según Ngurumo, fue “la respuesta de las misiones de la UE a la reciente campaña homofóbica orquestada por un comisario regional demagógico de Dar es Salaam”, de la que el gobierno se había desvinculado inmediatamente con una nota oficial.
Después de eso, incluso el ‘bullicioso’ comisionado regional pidió a los defensores de los derechos humanos y a las personas de países donde la homosexualidad era legal, que “comprendan que nosotros, como nación, tenemos nuestras propias leyes, Constitución y normas”. En Dar es Salaam, ser gay no es un derecho. Se trata de un delito penal”.
Paradójicamente, la homofobia es el único tema en el que todas las poblaciones africanas están de acuerdo y en el que, en cualquier caso, Tanzania ha mantenido hasta ahora un perfil bajo, mientras que en otros países como el vecino Uganda la homosexualidad está sujeta a la pena de muerte.
Paradójicamente, Occidente no tiene derecho a obligar a poblaciones enteras y a sus líderes a “saltos culturales” repentinos.
Paradójicamente, en los muy avanzados Estados Unidos y la UE, los abogados se dedican diariamente a hacer valer los derechos civiles de las personas que muestran una orientación sexual diferente de la que se define como “normal” en la curva de distribución gaussiana.
Paradójicamente, la OMS ha dejado de clasificar la homosexualidad como enfermedad sólo en la última (undécima) edición de su ICD (Clasificación Internacional de Enfermedades), con fecha 18 de junio de 2018.