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Brasil ladra abajo al escoger el neoliberalismo: 54,8 millones de pobres

Tulio Ribeiro 11 diciembre 2018
Los episodios del inicio del siglo XXI en Brasil, llevaron el mayor país esclavista de la historia a un ascenso en los niveles de desarrollo humano y disminución de la desigualdad, reflejo de la llegada de Lula da Silva (2003) a la presidencia.

Sacar 25 millones de la pobreza y transformar el país en nación mayoritariamente de clase media fue reflejo de insertar a los más humildes en el presupuesto de la nación, en realidad ellos pasaron a ser la prioridad de las políticas públicas.
Los efectos más preocupantes de la reversión de esta lógica fueron publicados la semana pasada por el Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE). En apenas un año del golpe contra presidenta Dilma Roussef, las cifras de 2017 ,mostradas ahora,presentan una tragedia tras 13 años de evolución. Brasil posee, con base en este informe, 54,8 millones de pobres reflejo de los 2 millones que se sumaron a eses números en el año pasado. El dato es más alarmante es que 1,7 millones llegaron a la extrema pobreza, aumentando su monto en un 13%. En la práctica, quien no era pobre se volvió, y quien ya era de esta franja, emigró al piso más cercano a la degradación humana . El neoliberalismo, del gobierno Michel Temer, golpeó a Brasil y cobra la factura con la escalada de la concentración de la renta.
Las cifras revelan una regresión de 12 años, traducidas en imágenes corrientes en las grandes ciudades como niños pidiendo limosnas y familias enteras durmiendo en las calles, incluso en barrios nobles. En 2017, casi 55 millones vivían con menos de 5,5 dólares al día, y 15,7 millones por debajo de 1,9 dólares. Todas las cinco regiones de Brasil empeoraron sus cifras. La población ya posee 29,6 millones viviendo con un 25% del salario mínimo, un aumento de 1 millón reflejando la pérdida de los derechos laborales. La masa de trabajadores desempleados bordea el 13%, lo que incrementa la informalidad. Las grandes fortunas se benefician con el ejército de trabajadores sin ocupación, aumentando su poder adquisitivo y reduciendo el salario medio. La relación capital-trabajo acentúa su péndulo beneficiando a los adinerados rentistas.
La herencia del pasado esclavista, queda clara con los datos: de los 10% con ingresos más bajos 75,2 eran negros o pardos. En el promedio nacional, el 10% más rico llega a recibir 17,6 más que los pobres, sin embargo hay capitales que la proporción llega a 34,3 veces. De acuerdo con la encuesta, el grupo del 10% con mayores ingresos concentró el 43,1% de toda masa de ingresos traducida como la renta total de la nación. La desigualdad es latente cuando la misma mirada se transpone al 40% con menores rendimientos, sólo detenta el 12,3% de esta misma masa.
Dentro de este contexto de inversión, algunos teóricos neoliberales pueden intentar refugiarse en la retórica de las crisis del capitalismo. Sin embargo, el núcleo de la cuestión es que la recesión provocada por el rompimiento de la democracia, en gran medida se ha profundizado en la destrucción de las políticas anti-cíclicas que amenizaban momentos de inestabilidad. La mayoría de los programas sociales, como el de renta mínima llamada Bolsa Familia, las farmacias populares, el acceso a educación y salud pública gratuita, así como la financiación popular de vivienda, multiplicó en verdad la crisis provocada por el choque del libre mercado.
La narrativa de este cuadro concluye que la pobreza está directamente ligada y es resultado de la política. El abandono del proyecto país del actual gobierno y del electo, al despreciar el protagonismo de políticas públicas potencia el subdesarrollo, el subempleo y aumenta la desigualdad. Los manuales del neoliberalismo al derrocar democracias, siguen sólo el sentido de maximizar la rentabilidad de su capital especulativo, sin buscar el desarrollo, y depositan en los más humildes la imagen de perdedores, que en realidad sufren por no tener oportunidades de mejorar su situación social.
Brasil al aliarse con el modelo financiero golpea a su población en especial a los más necesitados. Repite la historia de elegir gobiernos que prefirieron el palacio de las élites, a la plaza pública de los trabajadores. La cuenta llegó y debe profundizarse.