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Conciudadanos: superemos el chauvinismo trasnochado

Pablo Jofre Leal 30 septiembre 2018
En marzo de este año y en el marco de la celebración del Día del Mar en Bolivia y los alegatos finales en la Corte Internacional de Justicia de La Haya respecto a la demanda presentada por Bolivia contra Chile en orden a obligar a este último a sentarse a negociar con chile respecto a una salida al Mar sostuve que lo importante es caminar hacia un futuro de entendimiento, cualquiera sea el resultados de esa demanda.

Hoy, a siete meses de aquellas palabras y previo al dictamen que seguramente significará la instalación de grandes titulares dando cuenta de un triunfo o de una derrota frente a los objetivos perseguidos, sigo creyendo, letra a letra lo que sostuve en aquel marzo de este año 2018, en el sentido de consignar que resultan escasísimas las voces en mi país, capaces de oponerse a la matriz de opinión dominante, respecto a que no hay nada que discutir con Bolivia en materia de reclamos por la recuperación de la cualidad marítima de este país, que perdió su acceso soberano al Océano Pacífico en una guerra que terminó hace 137 años.
En general, la clase política chilena, con muy ilustres excepciones, se suele alinear con la determinación respecto a que en materia de Tratados Internacionales, estos se deben respetar a rajatabla. Así, aún si el mundo ha cambiado como lo ha hecho en casi siglo y medio y que las necesidades energéticas, hídricas y económicas chilenas en la zona norte del país, requieran el concurso colaborativo con nuestros vecinos del sur peruano, el occidente boliviano y el norte argentino. La población suele alinearse en esta postura donde la emocionalidad prima y se impone con brotes ultranacionalistas. A pocas horas del dictamen d ela Corte Internacional de Justicia de La haya respecto a la demanda boliviana me permito entregar mi opinión.
Un chauvinismo trasnochado
La población chilena, en su gran mayoría, está influenciada por esta clase política, que es nacionalista en el discurso, pero que no ha dudado en entregar las riquezas naturales del país al mejor postor, como ha sucedió en materia de recursos marítimos, mineros y forestales, por ejemplo, a lo que se suma la inversión de parte importante de los fondos previsionales chilenos en el exterior y manejado por grupos económicos que de nacionales tienen muy poco y suelen refugiar su patrimonio financiero , entre otras partes, en paraísos fiscales.
En apoyo de esta política, los medios de información dominantes, manejados precisamente por los sectores de la derecha política y económica chilena, se encargan de presentar la posibilidad incierta de ceder una salida soberana a Bolivia al Océano Pacífico, como una necedad. Una idea propia de mentes afiebradas o como suele leerse en redes sociales “traidores al país” “que insultan la memoria de aquellos soldados que murieron para defender esa tierra” o que tratan de minimizar al vecino, burlarse de su origen, ofender sus pretensiones y visualizar sus estrategias políticas, como propias de demagogos o “políticos poco serios”. Ignorando en forma imperdonable, que los territorios, que actualmente pertenecen al Norte Grande Chileno fueron adquiridos mediante la invasión y la conquista bélica, relegando, en el caso de Bolivia, a este país a su actual condición mediterránea.
Ya en este punto, las opiniones vertidas pecan de ignorancia. Esto, pues Bolivia no ha demandado a Chile para obtener una salida soberana y de forma inmediata al Océano Pacífico. La petición está destinada a obligar a Chile a que se siente a negociar esa exigencia. No es un matiz, es un tema de fondo, pues la forma, la manera, el cómo se presente el tema es la emocionalidad con que se impregnan los “sentimientos patrios” “la defensa inclaudicable de nuestro territorio” “el respeto por nuestros muertos” y donde el chauvinismo y las declaraciones incendiarias suelen florecer a la par de los llamados más abyectos en materia de defender con armas cualquier pretensión de “quitarnos lo nuestro”. Caldo de cultivo para mentes termocéfalas, que suelen llamar a una guerra que ni ellos ni sus hijos pelearan, pues siempre habrá una excusa, para que los más humildes y menos acomodados sean los que pongan el pecho ante enfrentamientos entre nuestros pueblos. Propio de un chauvinismo trasnochado, añejo y que debe desaparecer en pos de relaciones colaborativas entre nuestros pueblos.
Esta condición de enclaustramiento marítimo, ha significado para Bolivia una realidad difícil de aceptar, con un impacto económico comprobable, en que el economista Jeffrey Sachs señaló, en un estudio efectuado hace un par de décadas “que un país sin litoral pierde aproximadamente 0.7 puntos porcentuales de crecimiento anual debido a su condición de enclaustramiento”. Países dependientes de los países de tránsito, enfrentan mayores costos de transporte y logística lo cual encarece su comercio exterior. ¡Sí ¡también en esto se considera a países como Suiza, por si algún lector lo quiere considerar como un argumento de negación a esta opinión. En general los Estados Costeros registran un Per Cápita promedio mayor en un 66% a los Estados Sin Litoral
Sumemos a lo mencionado, que la condición mediterránea de nuestros vecinos es considerada una espina clavada en sus aspiraciones más íntimas de retornar al Océano Pacifico en forma soberana. No sólo bajo las condiciones establecidas por el Tratado del año 1904 que en la visión boliviana se concretó con un Departamento del Litoral Boliviano bajo ocupación militar de Chile, sin acceso a puertos propios, con notables dificultades para el tránsito y la administración chilena de sus aduanas. Un Tratado de Paz y Amistad suscrito el 20 de octubre del año 1904.
Un Tratado que estableció el dominio de Chile sobre los territorios ocupados después de la invasión y reconoció a favor de Bolivia el derecho de libre tránsito comercial por su territorio y puertos del pacífico, algunas compensaciones económicas y la construcción del ferrocarril entre Arica y La Paz. Sin embargo – afirma Bolivia – dicho tratado, cuyo cumplimiento es aún parcial, no resolvió las consecuencias del encierro ni puso punto final a las negociaciones entre Bolivia y chile sobre un acceso soberano al mar”
Las últimas líneas de esta idea han sido planteadas en el denominado Libro del Mar, presentado por el Estado Plurinacional de Bolivia el año 2014. Documento que permite entender el por qué Bolivia inició el día 13 de junio del año 2013 un proceso para “obtener el reconocimiento por parte de la CIJ que Chile tenga la obligación de negociar un acuerdo que permita el acceso con soberanía de Bolivia al Océano Pacífico” Basando esta reclamación, en la voluntad de los gobiernos chilenos, de asumir este compromiso mediante una serie de procesos de negociación o diálogo bilateral, así como declaraciones chilenas respecto a los mencionados procesos.
Ante esa presentación del gobierno boliviano Chile entregó, en julio del año 2014, una objeción preliminar de incompetencia de la Corte, alegando que una resolución favorable a la pretensión de La Paz modificaría el Tratado de 1904 que fijó los límites entre ambos países. En septiembre del año 2015, La Corte Internacional de Justicia de La Haya dio a conocer, que sí tenía competencia para conocer la demanda, pero acotó el ámbito de la controversia y puntualizó que no tiene facultad para predeterminar el resultado de una eventual negociación bilateral.
Tras este primer revés chileno, la contraparte boliviana entregó en marzo del año 2017 la réplica – también documento escrito – ante la contramemoria chilena presentada en julio del año 2016. En dicha réplica, el gobierno de La Paz señaló, que se presentaba a consideración de la CIJH “una serie de argumentos económicos, históricos y jurídicos que pretenden demostrar los compromisos incumplidos por Chile en dar solución al conflicto”. En el mes de septiembre del año 2017 y dando término con ello a la etapa escrita del proceso, la delegación chilena entregó su dúplica ante la réplica boliviana.
Esta dúplica chilena, en 196 páginas detalló tres ejes fundamentales de argumentación: la intangibilidad del Tratado del año 1904, que estableció el dominio a perpetuidad de los territorios conquistados por Chile durante la denominada Guerra del Pacífico. En segundo lugar, que no existe obligación de negociar pues si así se define se desnaturaliza lo que son conversaciones bilaterales y en tercer lugar es que públicamente la Corte señaló que este no es un caso relativo de un derecho de Bolivia a un acceso soberano.
Negociar como conducta deseable
Recién cinco años después, el 19 de marzo del año 2018, se dio inicio a los alegatos orales de las partes después de haber transitado por las mencionadas etapas del proceso, que tuvo a Chile y Bolivia disputando palmo a palmo sus argumentos respecto a la exigencia boliviana de obligar a Chile a sentarse a una mesa de negociaciones y cumplir sus compromisos respecto a negociar una salida soberana al océano Pacífico. Una etapa oral que nos permitirá conocer los documentos escritos, que son liberados y analizar con mayor profundidad los argumentos de cada una de las partes y avizorar así sus posibilidades.
Terminada esta fase de argumentación, el litigio entró en una doble etapa: Una, la denominada Etapa de Deliberación donde cada uno de los jueces tomó los antecedentes escritos y orales presentados. Estudió el caso, se formó una convicción jurídica, conversaron, discutieron, para llegar, posteriormente, a un acuerdo mayoritario o unánime para redactar así el fallo definitivo. Terminado este proceso deliberativo y conclusivo, se entra en esta etapa que viviremos este 1 de octubre: citar a las partes, para así dar lectura a la sentencia de la CIJH. Una vez que las partes se dan por enteradas se da curso a la última etapa: el Cumplimiento del Fallo. 
Para Chile, en documentos de trabajo interno de su Cancillería, destinados a trabajar sus contactos con la prensa, se afirma que jurídicamente, detrás de la demanda boliviana hay una confusión entre una aspiración y un derecho. Pero, de un derecho así de trascendente, se afirma en la cancillería chilena, que afectaría la integridad territorial de Chile no se puede inferir a partir de supuestos o expectativas. Argumento expuesto en el marco del desarrollo del llamado derechos expectaticios, que ha sido presentado por Bolivia en estos años en La Haya. Derechos definidos en el ámbito jurídico como derechos latentes, en el marco de declaraciones unilaterales, que no han sido perfeccionados y que están basados en la esperanza o posibilidad de conseguir un beneficio futuro y que pueden devenir en derechos amparados jurídicamente o efectivos en el futuro según se desprende de documentos jurídicos bolivianos que han servido de insumo para su demanda en La Haya.
En su momento, en un artículo elaborado el año 2015 cuando Chile y Bolivia preparaban sus alegatos ante la CIJ de La Haya, para determinar si esa Corte Internacional se declaraba competente frente a la demanda de Bolivia, consigné las palabras, plenamente vigentes del ex Presidente Boliviano, historiador y vocero oficial de la demanda marítima boliviana, Carlos Mesa G. quien señaló “El fundamento jurídico de la demanda boliviana son los denominados actos unilaterales de los Estados, que en el caso de Chile se hicieron al margen del Tratado de 1904 y en innumerables oportunidades, estableciendo actos y compromisos formales del Estado chileno de negociar con Bolivia para entregarle un acceso soberano al mar… no pretendemos desconocer el tratado de 1904, ese es un tema altamente sensible que no se ajusta a la verdad y puede ser una interpretación equívoca. Ni directa ni indirectamente pues respetamos la arquitectura de tratados internacionales, ya que permiten al mundo funcionar sin alteraciones”.
Las palabras de Mesa expresan una línea discursiva permanente: Bolivia desea que el Tribunal Internacional obligue a Chile “de buena fe” a negociar con La Paz un acceso al mar y esa pretensión tiene una dimensión ética que escapa al frío mundo diplomático y que puede significar la línea argumental principal en un tribunal, que no sólo emite dictámenes basados exclusivamente en criterios políticos o legales, sino que ha logrado impregnarse de otros tópicos, que las propia dinámica internacional ha ido entregando. He aquí el gran temor de Chile: que La Haya defina que ambos países, en virtud de compromisos asumidos, actos unilaterales y diálogos bilaterales se sienten a discutir, para que Bolivia recupere su cualidad marítima.Ese es el peor escenario para el gobierno chileno, una casta política y un nacionalismo miope que puede sufrir una derrota estrepitosa, obligándola a definirse frente al mundo: ¿Se sentará a conversar sobre un tema que le incomoda o como un niño caprichoso tomará sus cosas y abandonará el campo de juego, alegando que todos están en contra en una postura antichilena?
Para Meza el tema marítimo “es una política de Estado” y por ello viajaron ese marzo a Holanda, los también ex presidentes Jorge Quiroga y Guido Vildoso “Que tengamos diferencias mayores o menores con el Presidente Morales no quita ni un milímetro que como conjunto Bolivia es una nación que tiene como gran objetivo la vuelta al mar con soberanía”, señaló el ex mandatario boliviano. Por su parte el mandatario Boliviano, Evo Morales en un almuerzo previo a los alegatos, acompañado de la nutrida delegación de su país, conformada por ex cancilleres, miembros de su gabinete ministerial y parlamentarios señaló en aquel momento “Vamos a hacer historia, con la verdad, con el derecho. Estamos convencidos de que vamos a alcanzar la justicia que corresponde a Bolivia”. Siete meses después, harán historia este 1 de octubre? Ya sabremos y conoceremos las declaraciones del mandatario Evo Morales, que junto a los ex Presidentes Carlos Mesa G. Guido Vildoso y el canciller Diego Pary, junto a una comitiva conformada por 30 personas ya están en La Haya. 
Por Chile la delegación en La Haya estará conformada, este 1 de octubre, por el agente Claudio Grossman y los coagentes María Teresa Infante y Alfonso Silva, además de otros diplomáticos chilenos. La clamorosa ausencia de funcionarios de alto nivel del gobierno derechista chileno, incluyendo a su canciller ha hecho sospechar el mal presagio de un dictamen que puede descolocar al gobierno chileno. Una delegación mínima si la comparamos con aquella que viajó en marzo pasado, que estuvopresidida por el recién asumido canciller del gobierno derechista chileno, el escritor Roberto Ampuero (ex Comunista, con residencia en Cuba y la ex RDA durante la dictadura de Pinochet). Unido a Ampuero viajaron parlamentarios de todas las bancadas políticas bajo la máxima “El tema marítimo es un tema de Estado”. 
La nutrida delegación parlamentaria chilena sumó, en ese entonces, al derrotado ex candidato presidencial, el Senador Alejandro Guillier, junto a la senadora socialista Isabel Allende y el también senador de ese partido y ex Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza. Los parlamentarios derechistas Felipe Kast, Andrés Allamand e Issa Kort. El Demócrata Cristiano Jorge Pizarro, el PPD Ricardo Lagos Weber y el Frente Amplista Vlado Mirosevic. Hoy, a pocas horas de la lectura del dictamen la posición chilena muestra fisuras, no existe un alineamiento férreo y que permita sostener con convicción que se piensa en una victoria. La posición chilena y voces venidas del interior del gobierno piñerista temen un fallo que los deje en una posición interna y externa de debilidad y que permita se alcen voces llamando a desconocer el pacto de Bogotá y con ello echar por la borda todo ese discurso respecto a que Chile es un respetuoso de los tratados, pactos y leyes internacionales. 
A partir de este 1 de octubre Chile y Bolivia entran en una nueva fase de su contencioso, ante los 15 jueces de la Corte, elegidos por la Asamblea general de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad. Jueces de nacionalidades distintas y que representan también los diversos modelos y sistemas jurídicos que existen en el mundo, las delegaciones de Chile y Bolivia escucharán el fallo que contempla todo tipo de escenarios, desde una aceptación total de los argumentos de uno de los Estados – por tanto alguien que pierde y otro que se considerará triunfador – hasta fórmulas intermedias al más puro estilo salomónico, que seguirán teniendo de telón de fondo el deseo de unos de acceder soberanamente al mar y otro oponiéndose en virtud de la siempre consabida soberanía nacional.
Tal como lo sostuve en un artículo de mayo del año 2015 en el portal Hispantv, cuando la CIJH debía definir su competencia ante la demanda boliviana contra Chile y que hoy a inicios de este mes de octubre del 2018, declaro su plena vigencia : Pase lo que pase en La Haya la realidad del norte chileno, el occidente boliviano y el sur peruano, e incluso el noroccidente argentino requiere políticas colaborativas: energéticas, culturales, migratorias, económicas, mineras, viales, de infraestructura, portuarias entre otras, de cooperación, de sumar voluntades, recursos y esfuerzos. Pensar un sur estratégicamente sustentable, que enfrente los desafíos del siglo XXI con criterios de desarrollo, que favorezca a los pueblos, la unión política y que amplíe nuestros lazos culturales e históricos. Todo ello requiere miradas generosas, tanto de la Paz como de Santiago. Enfrentar La Haya con perspectiva de futuro, más allá de cálculos políticos miopes puede ser el primer paso para lograr caminar, sino tomados de la mano, por lo menos sin pegarse codazos.
Lo quiera o no la élite gobernante y con ellos una ciudadanía impregnada de chauvinismo y un nacionalismo trasnochado – necesitada de mayores niveles de educación, de mayores niveles de conocimiento históricos y de fortalecimiento del sentido de solidaridad, generosidad y pensar común, tal lejanos al modelo económico social que nos domina – Bolivia, le guste a no a nuestra sociedad es nuestro vecino y hermano, aunque a la mestiza sociedad chilena, influenciada por décadas de argumentos, de discursos, de conductas de desprecio a nuestros hermanos fronterizos, les parece mejor mirar el norte brutal y revuelto que nos desprecia, que la idea de acercar sueños, esperanzas y desarrollos sostenible con aquellos que son nuestros vecinos y con quienes compartimos una historia común. En La Haya, cualquiera sea el resultado, ha sido derrotada la ceguera de una sociedad que desea seguir ocultando el sol con un dedo, obstaculizando así los procesos de integración que requiere Sudamérica en forma vital.