General

Los suicidas silenciosos del norte de Marruecos

Lucas De
La Cal, El Mundo, 2 jun. 2018

Condenado
por el Corán e ignorado por el Gobierno, esta práctica avanza entre los jóvenes
sin que medio razón aparente
La
hermana y el padre de un vendedor que se suicidó en Marruecos. AFP

Al sur de
Tánger, en el cementerio del distrito de Hassani-Mers Al Khairal, Fatma y
Hassan enterraron hace unos días a su hijo Youssef. Lo hicieron por la noche,
sin llamar la atención, ante la presencia únicamente de un imam amigo de la
familia y de un par de primos que ayudaron a envolver el cadáver en una mortaja
blanca. Youssef tenía 21 años y se había ahorcado con una cuerda en su
habitación. El Corán prohíbe estrictamente el suicidio porque “la vida
humana es sagrada”, y la persona que se quite la vida por voluntad propia
comete “un grave pecado”. Por ello este tipo de entierros se suelen
hacer de noche y con discreción.

Un día
después del funeral del joven Youssef, en una cafetería en el bulevar de
Tánger, Abderrahim, un veterano periodista que cubre el norte de Marruecos,
cuenta que en los últimos meses se están disparando los suicidios en esta
región del país, sobre todo en la ciudad de Chauen. “Nadie encuentra
ningún tipo de explicación y no paran de salir nuevos casos en los medios.
Nunca había pasado algo así”, asegura Abderrahim.
La prensa
local ya lo ha titulado de “misterioso fenómeno”. Y la asociación
Sourire de Réda, que realiza desde 2009 campañas de prevención del suicidio
juvenil, alerta de que cada vez están detectando más casos de suicidios entre
los jóvenes. “El problema es que no existe un registro nacional de muertes
por suicidio. Aunque lo que está pasando es que en los últimos años el tabú
sobre el suicidio es menos opaco”, explica Meryeme Bouzidi, presidenta de
la asociación. “Los jóvenes no se suicidan para morir sino para dejar de
sufrir. Lo hacen cuando ven que llega el final y que todas las alternativas que
han buscado para mejorar su situación no han funcionado”, concluye
Meryeme.
Según el
último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Marruecosla
tasa de suicidios se ha duplicado en la última década (de los más de 800 casos
documentados al año, un 80% son hombres, aunque esa cifra se multiplicaría si
hubiera un registro real), ocupando la segunda posición en el mundo árabe sólo
por detrás de Sudán. Los países vecinos, Argelia y Túnez, cuentan con 677 y 262
casos registrados el último año.
Dentro
del reino no encontramos un estudio sobre este asunto desde hace cuatro años,
cuando el Ministerio de Salud publicó un informe, basado en varias encuestas,
en el que explicaba que el 16% de la población marroquí afirmaba tener
tendencias suicidas y que el 14% de los jóvenes entre 13 y 15 años habían intentado
suicidarse alguna vez.
Los casos
más significativos están en Chauen. Aunque las cifras varían según la fuente
que se consulte. El periódico ‘Al Ahdath Al Maghribia’ publicaba que el año
pasado 45 personas se habían quitado la vida en la ciudad rifeña, el doble que
en 2016. Llama la atención que todos los casos documentados hayan sido por
ahorcamientos. También se abortaron (por la familia y la policía) 130 intentos
de suicidios.
Hace unos
días, en una aldea cerca de Chauen, la policía encontró a un anciano ahorcado a
un árbol. Sus familiares dijeron que estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico
en España. La semana pasada, otras dos personas se suicidaron. Y en mayo, en
Tánger, cuatro personas se han quitado también la vida. La mayoría no llegaban
a cumplir los 30. Todos recurrieron a la horca.
Entre
enero y abril de este año, en la ciudad azul, seis personas se ahorcaron, entre
ellos tres mujeres. La mayor tenía 32 años. La menor, 20. En ese periodo de
tiempo, en Tánger, se han contado diez casos de suicidios documentados, entre
ellos un niño de ocho años. Al principio los medios de comunicación hablaron de
que había sido a causa del famoso juego de la Ballena Azul. Un peligroso rumor
que se extendió por el país, causando una falsa alarma, porque la Dirección
General de Seguridad Nacional (DGSN) lo desmintió poco después ante el revuelo
formado.
En
diciembre de 2017, en tan sólo diez días se contaron cinco suicidios en la
región. Entre ellos, el de una chica de 17 años en la comuna de Iounane y el de
una mujer casada de 25 años. En esos días, a 110 kilómetros de Chauen, en la
ciudad de Tánger, también se suicidaron dos hombres, uno de 77 y otro de 27. Y
el la última semana del año, de nuevo en Chauen, se contaron tres nuevos casos,
como el de un niño de 14 años que se había ahorcado en su casa.
Hoy sigue
sin haber ninguna explicación del motivo por el que se están disparando los
casos de suicidios en el norte de Marruecos. Un extraño acontecimiento que el
Partido Istiqlal ya ha llevado a debate en el Parlamento en Rabat, solicitando
al Ministerio de Salud y al de Interior que se pongan a trabajar para buscar
una razón y encontrar alguna solución a lo que muchos ya consideran un nuevo
“fenómeno”.