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Las lecciones políticas y culturales del movimiento popular jordano

 Monitor De Oriente, June 12, 2018

El
movimiento popular jordano finalizó pocos días después de empezar, con muchos
logros y muy pocas pérdidas. Muchos gobiernos y pueblos árabes pueden aprender
de las varias lecciones que ha demostrado.
Manifestación
contra la nueva ley de impuestos de Jordania en Ammán, el pasado 6 de junio de
2018 [Shadi Nsoor/Anadolu Agency]

Sin
víctimas ni daños materiales, con tan sólo unas pocas lesiones menores, algunas
de las cuales se produjeron por accidente debido al exceso de gente, el
movimiento ha conseguido muchas cosas, algunas temporales y otras que se irán
construyendo en el futuro con determinación.

El logro
político y económico más importante es la dimisión del gobierno de Hani Mukli
debido a la presión popular. Es un éxito que merece una enhorabuena, y que
también supone un acontecimiento sin precedentes en Jordania.
Además de
la dimisión del gobierno, el nombramiento del doctor Omar Al-Razzaz también es
un logro, debido a su buena reputación personal y administrativa y a no contar
con ninguna sospecha de corrupción. Mientras ejerció como ministro de
Educación, demostró estar abierto al pueblo y al personal del Ministerio.
El día
después de asumir el cargo, Al-Razzaz se comprometió a retirar el proyecto de
ley de impuestos, el cual hizo estallar las protestas, y prometió estudiarlo y
abrir un diálogo inclusivo con los sindicatos y los diputados. Se trata de un
logro importante, no sólo porque apaga la chispa que inició el movimiento, sino
porque podría suponer el comienzo de una nueva fase de diálogo sobre temas que
afectan a una gran parte de la sociedad.
Existe
otro logro al que no se le ha prestado mucha atención: hablando con los
editores de varios periódicos jordanos, el rey Abdullah II hizo insinuaciones
respecto a su deseo de formar gobiernos parlamentarios de varios partidos.
También señaló que es la debilidad de los partidos lo que lo impide. Esto abre
la puerta al inicio de una nueva fase de gobiernos basados en las elecciones
del pueblo, pero también es una misión que requiere determinación que implicará
a los partidos y al Estado por igual. Deben tomarse otras medidas para
lograrlo; la más importante es activar las leyes sobre partidos políticos y
enmendar la ley electoral de manera que los partidos puedan formar bloques
capaces de producir gobiernos parlamentarios. Para conseguirlo, se podría tomar
como modelo el sistema marroquí.
También
se da otro éxito indirecto conseguido por el movimiento popular a nivel
político: la creación de una atmósfera sin precedentes de participación
política, en la que los sindicatos juegan un papel importante. Esto podría
darle una importancia futura a la creación de clases sociales que contribuyan
al movimiento político en Jordania, a pesar de la confusión experimentada por
el Consejo de Sindicatos durante los últimos días de diálogo, cuando éste fue
liderado más por las calles que por el líder, que percibe las demandas del
pueblo y las defiende.
Mediante
sus actividades y logros, el movimiento ha contribuido a la creación de un
estado sin precedentes de participación de los jóvenes en la política. Ellos
han constituido el mayor pilar del movimiento, y esto les ha dado esperanza a
la hora de conseguir cambios y ha fortalecido su sensación de poder e
influencia en la política. Esto puede ayudar a acabar con la negatividad y
sensación de inutilidad que padece la juventud, permitiendo que juegue un papel
más importante en la vida política al participar en las elecciones, tanto votando
como presentando candidaturas. También pueden formar partidos efectivos que
representen sus intereses, opiniones y aspiraciones.
En el
mismo contexto de la importancia de los jóvenes, podemos distinguir un logro
importante al fijarnos en la influencia recuperada del sector estudiantil,
sobre todo en las universidades, y en la gran participación de estas
universidades en el movimiento. Participaron con pancartas con lemas no
asociados a una polarización territorial, ideológica o tribal. Esto ha conformado
una nueva imagen que ha estado ausente durante los muchos años de daños al
trabajo estudiantil, lo que ha acabado con la imagen negativa de las
universidades, que, en los últimos años, vivieron un declive en las actividades
políticas y de demanda sindical, sobre todo, tras los muchos conflictos
territoriales y regionales acontecidos en varias universidades durante la
última década.
Tampoco
podemos ignorar un éxito cultural, en un contexto en el que la política domina
el tema del movimiento y sus interacciones. Se trata de la aparición de arte
popular y nueva literatura inspirada por el espíritu de patrimonio durante las
protestas. Ha producido obras de artes que pertenecen a la calle, pero que, al
mismo tiempo, están ligadas al patrimonio cultural de Jordania. Esto producirá
un futuro cultural en potencia y obras que contribuirán a la creación de una
nueva consciencia cultural en el país.
Además de
los logros importantes e instantáneos que he mencionado, la lección más
importante que pueden aprender no sólo los jordanos, sino todos los árabes, es
que la región árabe no es una excepción, y que también puede vivir cambios y
reformas populares. Hemos aprendido que los movimientos populares pueden tener
finales felices que no sean trágicos ni violentos, al ver que un movimiento
popular pacífico de tan sólo unos días de duración ha sido capaz de lograr todo
esto sin apenas pérdidas, gracias a la sabiduría y la racionalidad del
movimiento y a que el Estado lo ha sabido abordar. Así, esta región plagada de
sangre, guerra y tiranía es capaz de conseguir logros y reformas populares sin
provocar víctimas. Al menos, esto es lo que demuestra la experiencia jordana.