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La revuelta de Ramadán moviliza a los jóvenes de Jordania

Juan
Carlos Sanz, El Pais, 7 JUN 2018

La
protesta contra un ajuste fiscal impuesto por el FMI sacude una semana al país
árabe más estable
Decenas
de jordanos se manifiestan contra la reforma fiscal, este miércoles en Amán.
AHMAD GHARABLI AFP
“No
queremos un cambio de nombres, queremos un cambio de política”, coreaban al
ritmo de los tambores beduinos dos millares de voces en el festivo tráfago de
la velada de ramadán. Por séptima jornada consecutiva, cientos de jóvenes y
universitarios de clase media, decenas de profesionales agobiados por el coste
de la vida y algún que otro islamista despistado se concentraban
en la noche del martes en torno al Cuarto Círculo,
rotonda del
centro de Amán donde se sitúan la sede del Gobierno jordano y la residencia del
primer ministro.
Centenares
de policías y gendarmes en traje de campaña —el casco calado y ceñido el
chaleco antibalas—, les cerraban el paso hasta los edificios oficiales. En la
habitualmente pacífica Jordania, la mayor ola de protestas sociales del reinado
de Abdalá II
se ha saldado con seis decenas de detenidos y un puñado de contusionados.
Los
manifestantes que habían forzado el día anterior la dimisión de Hani al Mulki,
el jefe del Ejecutivo que promovió una polémica reforma fiscal auspiciada por
el Fondo
Monetario Internacional (FMI)
, ondeaban la enseña jordana, entonaban
el himno nacional y daban vivas al rey. Solo un pequeño grupo de estudiantes
que desfilaba como en una charanga se atrevía a canturrear con sorna: “¿Abdalá,
donde estás?”.
La
designación como primer ministro del antiguo economista del Banco Mundial Omar
al Razaz, que hasta ahora ocupaba la cartera de Educación, no parece haber
frenado la ola de descontento popular en Jordania, en un año que ha estado
jalonado por las subidas del precio del pan, la electricidad y la gasolina. La indignación
contra el reajuste de los impuestos,
que incrementaba la presión
fiscal un 5%, estalló el miércoles de la semana pasada con una huelga general
que fue ampliamente secundada.
El relevo
de Al Mulki, que había aplicado sin reparos las recetas de austeridad del FMI,
por el más moderado Al Razaz,
partidario de pausar las reformas para no asfixiar por completo la economía de
las familias y las empresas, era visto ayer con escepticismo, en una nueva
jornada de paro general convocado entre las nueve de la mañana y las dos de la
tarde.
“Nos
piden que nos vayamos a casa y que demos una oportunidad al nuevo Gobierno,
pero después de tantos años de mentiras y corrupción no nos fiamos”, advertía
con semblante airado el ingeniero civil Hassan Aweiss, junto a otros colegas de
profesión. No todos compartían el mismo criterio, pero seguían debatiendo con
gestos amistosos de antiguos compañeros.
A su
alrededor circulaban verdaderas mareas de abogados en toga, médicos con batas
blancas, maestros, veterinarios, farmacéuticos… Los dirigentes sindicales y
gremiales que habían convocado la huelga se reunieron durante toda la mañana en
la sede de los colegios profesionales en Amán, el puente de mando de la ola de
protestas juveniles que han roto el tedio del ramadán.
Su
coordinador y también presidente del Colegio de Médicos, Alí Obous, reflejó la
brecha abierta en el movimiento popular entre partidarios de dar un margen de
confianza al nuevo primer ministro para que cumpla la petición del
rey de revisar por completo la reforma fiscal
, y quienes desconfían
de las promesas de la clase política. “Las protestas continuarán hasta que se
retire definitivamente la ley del impuesto”, fue la fórmula salomónica ofrecida
por el dirigente profesional, saludada con alborozo por centenares de jóvenes.
Amán
amaneció ayer a medio gas, después de tres semanas de ayuno en el mes sagrado musulmán en el
que la vida social se concentra en las horas nocturnas, los centros educativos
decretan vacaciones y los comercios abren unas pocas horas durante las mañanas
y reservan sus mejores ventas para la noche. Según informó el diario Jordan
Times, la Federación de Sindicatos de Jordania decidió no secundar los paros
ayer, como había hecho hace siete días.
Algunas
tiendas cerraron sus puertas, pero fueron profesionales como los farmacéuticos
quienes más visible hicieron la protesta en sus establecimientos. “Los abogados
hemos solicitado aplazar todas las vistas previstas para hoy”, asegura el
letrado Akran Abiye, visiblemente preocupado por la creciente división en el
movimiento popular. “Quieren poner fin a la protesta negociando por debajo de
la mesa”, lamentaba.
En el
parque empresarial de las afueras de la capital jordana donde tiene su sede el
canal de televisión Al Manaka, la actividad parecía la de un día ordinario,
pese a la alta temperatura reinante. El director de la cadena, Fahed al Khitan,
figuraba entre los responsables de medios de comunicación a los que el monarca
hachemí transmitió el martes, en una reunión de urgencia, la necesidad de
frenar las revueltas y de revisar la polémica legislación fiscal para evitar el
caos en Jordania.
“Parece
que la mayor parte de la sociedad ha entendido el mensaje”, aseguraba Al Khitan
en su despacho bajo los retratos del rey Abdalá, de su fallecido padre Husein y
del príncipe heredero del mismo nombre. “El soberano ha actuado en cierta
medida como mediador entre las exigencias del pueblo, y sobre todo de los
jóvenes, que sufre la crisis económica, y las obligaciones del Gobierno de
acatar las directrices del FMI para sanear la deuda pública”, argumentaba este
comentarista político jordano.
Un millón
de refugiados
Al Khitan
adelantó que el rey va a emprender este mismo mes una gira internacional que le
llevará a Alemania, Estados Unidos y los países del Golfo para recabar ayuda
financiera de emergencia. “Llevamos más de siete años con las fronteras de
Siria, y en consecuencia la de Líbano, y de Irak, cerradas a nuestras
exportaciones”, advirtió el director del canal televisivo. “Y además hemos
absorbido más de un millón de
refugiados sirios
en un país de menos de diez millones de
habitantes”.
Pocas
horas antes, en la festiva protesta que bullía en la madrugada de ramadán en el
Cuarto Círculo de Amán, la joven cantante Shaba el Masri, de 31 años, acudía
con varias amigas —todas con la kufiya roja beduina al cuello— a la
manifestación nocturna ante la sede del Gobierno. “He actuado en Londres y en
El Cairo; quiero vivir en mi país, pero aquí me resulta casi imposible ganarme
la vida. Muchos estamos hartos de no tener un futuro”, justificaba su presencia
las protestas. “Necesitamos
un cambio, una nueva Constitución,
una vida digna sin Gobiernos que
nos engañen”, explicaba rodeado de centenares de jóvenes que vivían como una
fiesta su primera gran revuelta en la calle. En las redes sociales, la etiqueta
#notenemosnada les ha movilizado más que todas las consignas de sindicatos y
partidos.