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La juventud árabe sigue frustrada

Blanca
Gispert, La Vanguardia, 03/06/2018

El 56% de
los jóvenes de 16 países árabes creen que las ‘primaveras’ han tenido
consecuencias negativas
Una joven
iraquí en un campo de desplazados el pasado 24 de abril
(Ahmad Al-rubaye / AFP)
Es un
privilegiado. Tiene 28 años y trabaja en una agencia de marketing online. Pero
sobre todo, tiene suerte porque no ha tenido que huir de Gaza, la ciudad donde
nació y estudió. Fadel Wajid espera no tener que hacerlo nunca, pero si las
cosas se pusieran aún peor se marcharía a Europa, cuenta en una entrevista a
este diario. Este joven palestino forma parte de los dos tercios de población
joven que viven en el mundo árabe. Una región mucho más joven que la europea,
que sólo cuenta con un tercio de la población por debajo de 30 años. La opinión
de Wajid y la de tantos otros jóvenes árabes determinarán en gran medida el
futuro de esta región, compleja e históricamente conflictiva.

Por eso
es relevante que, según el Arab Youth Survey 2018, una encuesta elaborada por
la consultora Burson-Marsteller a 3.500 jóvenes de entre 18 y 24 años de 16
estados árabes, más de la mitad piense que las primaveras árabes fue un fiasco.
Precisamente ellos y ellas, que en el 2011 tuvieron un papel clave en las
protestas en las calles de Túnez, Egipto, Marruecos, Yemen, Siria o Irak.
Los
jóvenes siguen reclamando empleos de calidad, algo que nadie ha solucionado
¿Las
movilizaciones no lograron nada? ¿Ni siquiera dejaron un legado cultural
positivo? ¿O es que los jóvenes han cambiado de opinión? El estudio apunta que
la decepción ha inundado la mayoría de ellos. “Ha llovido mucho desde los días
emocionantes en la plaza Tahrir, cuando un nuevo mundo parecía que estaba por
venir. El gran cambio que prometían las primaveras árabes ha resultado
llevarlos a una gran deriva”, reflexiona Afshin Molavi, un investigador que ha
colaborado con el estudio, que salva, como excepción, a los jóvenes tunecinos.
“Las guerras en Siria, Libia, Yemen o la deriva autoritaria en Egipto son solo
ejemplos. Las cosas están peor ahora que antes. Las revueltas desencadenaron
humillaciones, opresiones y desplazamientos de millares de ciudadanos”, añade
Wajid.
Musa
Burekba, investigador especializado en Oriente Medio del think tank Cidob,
apunta que los resultados del estudio –que advierte que hay que tomar con
cuidado porque los encuestados pueden haber respondido sin plena libertad de
expresión– solo reflejan la percepción de la vida diaria de los jóvenes. “A
efectos prácticos, su situación actual es peor que la anterior en muchos casos.
O bien su país está en guerra o sus libertades civiles y políticas se han
reducido o directamente eliminado. Por no hablar de las posibilidades de
prosperar en su vida profesional. La tasa media de paro juvenil lleva años por
encima del 25%”.
Las
revueltas sientan precedente y mantienen a los gobiernos en alerta
Así que no
es de extrañar que el 55% de los jóvenes considere que su país ha ido a peor en
los últimos diez años (en la región de Levante el porcentaje sube al 85%), con
la excepción de aquellos que viven en el Golfo, que en el 57% de los casos
piensan que ha ido a mejor. Sin embargo, Burekba considera que estos resultados
no tienen que llevar a hacer caso omiso del legado histórico de la primavera
árabe. “Los mandatarios están ahora mucho más en alerta: tienen en cuenta la
fuerza de la población joven, la revolución digital, el poder de movilización
de las redes sociales. Lo que sucedió en las calles en el 2011 ha sentado
precedente, queda en la memoria colectiva de estos países y esto tiene valor”.
Además,
Burekba dice que, a raíz de las protestas, los jóvenes han impulsado
iniciativas cívicas que van más allá de la política convencional, en la que han
dejado de confiar (la abstención en las municipales de Túnez, por ejemplo, fue
muy elevada pese a ser el país donde más ha triunfado la primavera árabe).
Primavera
arabe estado islamico jovemnes decepcionados (Raúl Camañas)
Según
Ferran Izquierdo, profesor de relaciones internacionales en la UAB especializado
en la conflictividad en Oriente Medio, otro símbolo del relativo éxito de las
revueltas es que las necesidades de la población joven siguen siendo, en
general, las mismas. Según el Arab Youth Survey, sus prioridades son por este
orden:
el fin del terrorismo,
la creación de nuevo empleo bien remunerado, la modernización del sistema
educativo y el fin de la corrupción.
En cuanto
a la primera, provocada especialmente por el auge del Estado Islámico, lo
relevante es que su rechazo es compartido por la gran mayoría. El 88% dice que
el grupo terrorista ha perjudicado sus vidas y la mayoría (ver gráfico) cree
que desaparecerá por completo. Sin embargo, Hasan Hasan, investigador del
Tahrir Institute que ha colaborado con el estudio, añade que este optimismo
puede verse truncado por el “poco interés de los gobiernos, Estados Unidos y
sus aliados en reconstruir países como Irak o Siria”. Precisamente, otra
conclusión del estudio es la pérdida de popularidad de Estados Unidos entre los
jóvenes. Cada vez, más de ellos consideran a este país como un enemigo. Según
los resultados, en 2016, lo hacían un 32% mientras que en 2018 un 57%. Esto
beneficia a Rusia, que detrás de varios estados árabes del Golfo (Emiratos,
Arabia Saudí, Kuwait) es el primer país que consideran como aliado. Los autores
del estudio apuntan que ello se debe a dos factores: el primero es el cambio de
presidente. Trump no es Obama: su islamofobia y el apoyo con los ojos cerrados
a Israel son los factores determinantes. El otro motivo, apuntan, es el perfil
bajo que ha mantenido Rusia en la mayoría de países (excepto en Siria) algo que
se suma a que Moscú es, simplemente, la alternativa a Washington.