General

Erdogan se la juega en una Turquía polarizada

Andrés
Mourenza, El Pais, 16 JUN 2018

Los
turcos acuden a las urnas el próximo 24 de junio divididos sobre si renovar a
Erdogan en una presidencia con poderes reforzados o poner fin a la carrera del
mandatario islamista tras 15 años en el poder
Erdogan
se dirige a sus seguidores en la ciudad turca de Yalova en un mitin
caracterizado por las fuertes medidas de seguridad. Lefteris Pitarakis AP

El
Erdogan más cansado de las últimas décadas se enfrenta a unas elecciones
cruciales el próximo 24 de junio, que revelarán una vez más la polarización que
la figura del todopoderoso presidente suscita en la sociedad turca. Los turcos
deberán decidir si renuevan su confianza en el veterano político islamista, que
ha manejado el timón del país durante más de tres lustros. O si por el contrario
dicen Tamam (basta), uno de los eslóganes de la oposición. Si Recep Tayyip
Erdogan obtiene más de 50% de los votos en la primera o segunda ronda de la
votación presidencial, se convertirá en jefe de Estado y de Gobierno bajo un
nuevo sistema presidencialista que concentrará grandes poderes en su figura en
virtud de la reforma constitucional que el pasado año fue aprobada en
un referéndum de ajustado resultado
y en medio de denuncias de
fraude por parte de sus contrincantes.

Pero a
tenor de las encuestas, la batalla se promete complicada para el mandatario
turco, cuyo Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se presenta en
coalición con dos partidos de ultraderecha en las elecciones legislativas que
tendrán lugar el mismo día con el objetivo de evitar perder la mayoría absoluta
en el nuevo hemiciclo. “Repetir la mayoría en el Parlamento va a ser
complicado, pero espero que la conservemos. Las presidenciales las ganaremos en
segunda ronda”, opina un asesor de Erdogan. Si en las elecciones de 2015 el AKP
y las formaciones que se han aliado ahora con él (MHP y BBP) obtuvieron casi el
62 % de los votos, en esta ocasión los sondeos les otorgan entre el 45% y el
50%. “Gente que
votó sí en el referéndum del año pasado ahora no votará por Erdogan
,
porque durante estos meses han visto como funciona de facto el nuevo sistema y
no les ha gustado. La democracia ha empeorado y también la economía”, asegura a
EL PAÍS un columnista de un medio progubernamental.
Quizás
por el hecho de que buena parte de la campaña ha tenido lugar durante el
Ramadán y el presidente se dirigía a sus seguidores en ayunas, o quizás porque
los años de gobierno no dejan de pasar factura, está vez se ha visto a un
Erdogan demasiado espeso, pese a que la contienda electoral suele ser el
hábitat en que mejor se mueve este animal político de 64 años. Sus meteduras de
pata han sido constantes: ha confundido los nombres de las ciudades en las que
se encontraba; llegó a afirmar que él sufrió mucho por estudiar durante el
periodo de partido único (que concluyó en 1950, mientras él nació en 1954) y ha
mezclado los conceptos de café (kiraathane) y biblioteca (kütüphane) para
justificar uno de sus proyectos estrella: cafeterías gratuitas para jóvenes y
desempleados. “Si no sabes la diferencia entre un café y una biblioteca
deberías consultar un diccionario”, le ha espetado el jefe de la oposición
Kemal Kiliçdaroglu.
La
oposición ha tomado ventaja de esta situación, y del empeoramiento
de las perspectivas económicas
, para tratar de lograr lo impensable:
vencer a Erdogan por primera vez desde 2002. El principal adversario, el
centroizquierdista Muharrem Ince, ha llevado a su Partido Republicano del
Pueblo (CHP) a las más altas cotas de apoyo registradas por un partido
socialdemócrata en Turquía desde la década de 1970 (25%-30 %) y, aunque se halla
a un abismo de distancia respecto a Erdogan, confía en forzar una segunda
vuelta. “Si es elegido de nuevo, la economía de Turquía se hundirá, porque
Erdogan pelea con todo el mundo”, ha criticado Ince.
La oposición
ha sido incapaz de acordar un candidato común
de cara a las
presidenciales si bien todos los partidos han llegado a un pacto tácito para
apoyar a cualquiera que se enfrente a Erdogan en un segundo asalto. Además, el
CHP se ha aliado con el Partido Bueno (IYI, derecha nacionalista) y con una
formación islamista contraria a Erdogan para acudir en coalición a las
legislativas, lo que les podría permitir arañar diputados a la bancada
oficialista. El Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP, prokurdo), en
cambio, irá por su cuenta y confía en superar la barrera electoral del 10% para
obtener representación parlamentaria.

“¿Quiénes
son estos que vienen contra nuestra Alianza del Pueblo? Son gente que ha
arruinado la política. Que tratan de hacer ingeniería política y traicionar la
democracia y la voluntad popular”, denunció Erdogan el pasado miércoles. Este
discurso plagado de descalificaciones podría ser, en otro tiempo o en otro
lugar, un síntoma de debilidad. Sin embargo, en una
Turquía tan tremendamente polarizada como la actual
es un discurso
bien acogido por los seguidores del presidente. Entre tal polarización y que
los medios progubernamentales —que a estas alturas son prácticamente casi
todos— apenas informan de la campaña de los partidos opositores, resulta muy
difícil que se produzca un gran vuelco en el voto en uno u otro sentido. Los
comicios se jugarán, por tanto, en los pequeños porcentajes, y así se decidirá
cuál de las dos mitades de Turquía, la que ama o la que odia a Erdogan, se hace
con el poder.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ 
La
oposición acusa al Gobierno de acabar con la agricultura y la ganadería

Andrés
Mourenza

Un kilo
de orejones cuesta entre 10 y 20 euros el kilo en un supermercado de España. En
muchos casos proceden de Turquía —con creces, el principal productor mundial de
albaricoques—, donde el agricultor recibe poco más de un euro por kilo de
producción. Malatya es la capital del albaricoque en Turquía y cerca del 75% de
sus familias dependen de los ingresos de esta fruta. “En nuestra provincia se estima
que hay unos 15 millones de albaricoqueros, pero en el último año se han
arrancado unos dos millones de árboles. Es un frutal que exige muchos cuidados,
que tampoco son baratos, y los agricultores lo están abandonando por otros
cultivos porque no les renta”, se queja el presidente provincial del Partido
Bueno (IYI), Gökmen Kenan Özdal, quien denuncia que la falta de apoyo del
Gobierno “está acabando con la agricultura y la ganadería”. El pasado 22 de
mayo, Metin Çelik, un agricultor de Malatya, intentó
prenderse fuego
ante la oficina de un banco por no poder hacer
frente a sus deudas, lo que ha avivado el debate sobre la situación de los
pequeños productores agropecuarios. “En otros países que exportan productos
agrícolas, se apoya al productor. Pero aquí pagamos el gasoil cuatro veces más
caro que el agricultor estadounidense, se han incrementado los impuestos a los
abonos y se han privatizado los pastos comunales, forzando a los ganaderos a
vender su ganado. Como resultado, Turquía, un país que podría autoabastecerse,
tiene que importar trigo, lentejas y carne de otros países”, afirma Özdal.