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El muro de los Alpes que fractura Europa

Marc
Bassets, El Pais, 23 JUN 2018

Viaje por
una frontera natural entre Francia e Italia, lugar de paso de inmigrantes y
motivo de tensión entre los dos países
El
maliense Mamadou Ba, a quien tuvieron que amputarle los pies tras intentar
cruzar los alpes nevados en 2016. En vídeo: El muro de los Alpes, la frontera
por donde cruzan cada vez más inmigrantes Gianluca Battista
El
periplo de Blessing
Mathew
acabó en un rincón del cementerio de un pueblo apartado en
los Alpes franceses, a pocos kilómetros de la frontera italiana. No hay lápida
en su tumba: solo un montón de tierra, flores secas, una vela apagada y una
hoja impresa y plastificada en la que se lee: “Blessing. 21 años. 2018”.
La
montaña puede ser despiadada. Blessing Mathew, una mujer nigeriana que murió en
mayo cuando por fin había logrado poner el pie en Francia, es una de sus
víctimas más recientes.
Los Alpes
son la pared que divide Francia e Italia —515 kilómetros de norte a sur— y un
motivo de fricción por los inmigrantes que lo cruzan cada día: una fractura no
solo geográfica sino también política de esta Europa desorientada y miedosa.
Roma
considera que carga con demasiados inmigrantes. Su rechazo orgulloso a que el barco
Aquarius
entrase en sus puertos la ha colocado a la vanguardia de la
Europa anti-inmigración. París afronta el reproche del doble lenguaje: critica
a Italia por rechazar al Aquarius y al mismo tiempo extrema la vigilancia en
sus fronteras. En el departamento de los Alpes Marítimos —el más meridional de
los que bordea con la frontera italiana— las autoridades arrestaron en 2017 a
cerca de 50.000 extranjeros cruzando la frontera sin papeles, una cifra récord,
según datos de la Prefectura. Francia devolvió el 98% a Italia, que cooperó en
los procedimientos, según declaró
en diciembre el prefecto, Georges-François Leclerc, a la cadena France Bleu Azur
.
La
tensión ha llegado hasta el punto de que, en los dos últimos meses, el
embajador francés en Roma ha sido convocado dos veces por el ministerio
italiano de Exteriores: a principios de abril, tras una incursión de agentes
franceses en una estación de tren italiana para hacerle una prueba de orina a
un inmigrante sospechoso de tráfico de drogas; la semana pasada, tras un
insólito intercambio de invectivas —no sería el último— entre el presidente
francés, Emmanuel Macron, y el ministro italiano de Interior, y hombre fuerte
del nuevo Gobierno, Matteo
Salvini
.
Cementerios
en alta montaña
La Unión
Europea se deshilacha en lugares como este cementerio alpino donde reposa
Blessing Mathew. Blessing, que en inglés significa bendición, acababa de pasar
la frontera entre Italia y Francia por el paso de Montgenèvre, el mismo que,
según algunas crónicas, Julio César cruzó milenios antes para conquistar las
Galias.
Era un
grupo de tres. La policía, omnipresente en estas carreteras, les avistó. Se
asustaron y se dispersaron. Ella cayó en el río. Dos días después, encontraron
su cadáver atascado en la presa de una central eléctrica, 15 kilómetros río
abajo, en el municipio de Prelles. Allí la enterraron.
Tumba de
la nigeriana Blessing Mathew, que murió cuando ya había logrado poner el pie en
Francia. g. b.

Este es
un viaje acelerado por esta frontera, que permite algunas conclusiones. Una,
las fronteras, que parecían desaparecidas hace unos años, han regresado a
Europa para instalarse. Y dos, los Alpes no son infranqueables: la frontera es
porosa.

Anochece
en el cementerio de Prelles. Se oyen los grillos y el cencerro de las vacas que
se acercan al muro del cementerio para observar a los extraños. A lo lejos, en
el valle, se ven las luces de Briançon, 12.000 habitantes, antigua ciudad
fortificada, escenario en la historia de éxodos y batallas, de guerras de
guerrillas durante la Segunda Guerra Mundial y desde hace unos años puerta de
entrada a los inmigrantes que llegan desorientados, después de recorrer a pie
decenas de kilómetros por carreteras alpinas o bosques escarpados, los mismos
caminos que hace centenares, miles de años, recorrieron en sus operaciones de
conquista Napoleón, Julio César, Aníbal y sus elefantes. Este es un territorio
mitológico.
“Lo
siento, Mamadou, pero habrá que cortar los dos pies”, le dijo un día el médico
a Mamadou Ba.
Mamadou
Ba,. g. b. EL PAÍS
“Imposible”,
contestó Mamadou Ba.
Para él,
nacido en Malí hace 29 años, los Alpes fueron un muro no infranqueable, pero
casi. Durante muchos momentos de las 20 horas que duró su travesía del paso de
l’Échelle, uno de los dos que lleva a Briançon desde Italia, a casi dos mil
metros de altura, pensó que moriría.
Era marzo
de 2016. Antes había atravesado el Sáhara, estuvo en Libia y cruzó el mar. En
Europa, vivió en Italia y en París. Su itinerario fue singular. Desde París
viajó a Italia para renovar sus papeles. Al regresar en tren a Francia, la
policía le obligó a bajar del tren. Le faltaba el pasaporte. Tenía que quedarse
en Italia hasta tener todos los papeles en regla. Fue entonces cuando decidió
cruzar los Alpes a pie.
De todas
las etapas que había vivido —el desierto, la guerra, el mar— dice que ninguna
fue tan penosa como los Alpes. Atrapado en una carretera nevada, él y otro
hombre que hizo la travesía con él, mal equipado, pensó lo peor. Le rescató una
mujer que iba en un trineo con perros. Salvó la vida, pero no los pies.
Tuvieron que amputárselos. Ahora anda con una prótesis y trabaja de cocinero en
un hotel en Briançon.
Que esta
montaña es feroz, ya lo sabía el historiador romano Polibio. En sus Historias,
explica que al pasar por Alpes, el enemigo con el que topó Aníbal fueron “los
lugares y la nieve” y que por este motivo perdió una enorme cantidad de
hombres. “En efecto, como el camino por el que descendían era estrecho y con
una pendiente extrema, y como la nieve escondía todos los puntos de apoyo,
quien se desviaba del camino y resbalaba caía por los precipicios”. El periodista
y viajero italiano Paolo Rumiz, que cita el fragmento en su libro Aníbal: un
viaje
, apostilla: “¿Qué misteriosa energía conducía a Aníbal hacia
su objetivo, después de haber perdido a tres cuartos de sus soldados? No podía
ser solo el deseo de conquista o de venganza. Era otra cosa. Quizá un sueño”.
Sueño
truncado para algunos. En Les Alberts, otro pueblo cerca de Briançon, está
enterrado un inmigrante al que encontraron en mayo, tiempo del deshielo. Había
muerto de cansancio, o de frío. No se sabe su identidad.
“En el
siglo XX teníamos los soldados desconocidos. Ahora lamentablemente tenemos el
migrante desconocido. Puede ser que no sea los 40.000 muertos del Mediterráneo,
pero un migrante muerto ya es un muerto de más”, dice ante la tumba del
migrante desconocido Stéphanie Besson, que es guía de caminata en la montaña y
miembro de la asociación local Todos Migrantes
El frente
del Mediterráneo
El
recorrido por el Muro de los Alpes conduce desde los paisajes vertiginosos en
el norte a las escarpadas estribaciones que se estallan en el Mediterráneo. En
el valle de la Roya, a unos 25 kilómetros del mar, la frontera franco-italiana,
desaparecida hace unos años cuando la integración europea parecía imparable,
resurge de una manera original: cerca del edificio abandonado de la aduana, la
policía francesa se ha instalado con un autobús que sirve de puesto de control
móvil.
Las oenegés
denuncian
controles sistemáticos a las personas con piel oscura en
los trenes y en las estaciones, y su expulsión acelerada. Los puestos de
frontera, en la parte francesa, aparecen ocupados por agentes. Ocasionalmente
la policía establece controles para mirar si los automóviles transportan
migrantes. La frontera no está sellada, pero hay que aguzar el ingenio,
buscando las carreteras sin controles, o evitando las patrullas policiales. El
refuerzo aumentó en 2015, tras los atentados terroristas en París, antes que
Macron y Salvini llegasen al poder.
Inmigrantes
reunidos ante un centro cívico en Briançon (Francia). / g. b.

Los
líderes europeos se reunirán el domingo en Bruselas para abordar la política de
asilo e inmigración. El ambiente no es propicio. Esta semana Macron
calificó de “lepra” el ascenso de los populista en Europa, y Salvini le
replicó: “Si

Macron
dejase de insultar, y practicase de forma concreta la generosidad de la que se
llena la boca, acogiendo los miles de inmigrantes que Italia ha acogido estos
últimos años, sería mejor para todo el mundo”.
El viaje
termina en Menton, pueblo costero francés fronterizo con la italiana Ventimiglia,
el principal paso entre Italia y Francia. El sol reverbera en el mare nostrum
mientras Michael Payet, político local de 24 años, explica por dónde entran los
inmigrantes. Por la montaña, por la vía del tren, por el mar. “No podemos
acoger a todo el mundo”, dice.
Payet es
el responsable en Menton del Frente
Nacional
, rebautizado hace unas semanas como Reagrupamiento
Nacional. Su partido fue precursor de los partidos nacionalistas y populistas
que hoy triunfan en Europa. En Italia gobiernan; en Francia, no. Él está
convencido de que sus ideas avanzan. “En lo ideológico”, dice, “hemos ganado”.