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Los iraníes reciben la decisión de EEUU entre el temor y la rabia: “Tenemos miedo de que nuestra vida empeore”

Lluís
Miquel Hurtado, El Mundo, 10 may. 2018

Treinta y
nueve años después de la crisis de los rehenes, el “¡Muerte a
América!” volvió a retumbar fuera de los muros de ladrillo pardo de la que
antaño fue embajada de EEUU.
Mujeres y
soldados frente a la antigua embajada de EEUU en Teherán durante una protesta
antiamericana. AFP
Algo más
de un centenar de mujeres y hombres, puño en alto, bramaron allí, el miércoles
por la tarde, contra la decisión de
Trump
de sumirlos en otra travesía agónica por un desierto de
sanciones. Ni tan siquiera un aguacero repentino, que galvanizó el estado de
ánimo general, los arredró en su diatriba furibunda contra “el mayor de
los demonios”.
“Estamos
enfadados porque ni Trump, ni antes Obama, cumplieron con su parte del acuerdo
nuclear”, criticó Said Darbagui, un universitario afiliado a la
organización paramilitar Basiyí, leal al Líder Supremo.
“Lo único que ha hecho Trump es formalizarlo. Los iraníes creemos que sólo
hemos disfrutado de unos pocos beneficios del acuerdo. El mundo ve cómo Irán
cumple con sus obligaciones y América no”, añadió, reconociendo no tener
esperanzas en que la UE revoque
esta situación
: “Europa siempre obedece a América”.
En un
momento de la protesta, mientras el fuego de las banderas ardientes de EEUU e
Israel desafiaba infructuosamente a la lluvia, Alireza, otro joven militante,
graznó: “El Gobierno de América es inestable porque Trump está tarado”.
Algo similar pensaba Mohsen, un taxista veterano de la guerra con Irak de los
80. “América no puede hacer un carajo”, dijo, parafraseando al
difunto ayatolá Jomeini. “Lo único que quiere es debilitar el poder de
Irán en la región. Si quieren guerra, yo seré el primero en el frente”.
Así era
ayer el sentir de los iraníes contrarios al aperturismo y a las relaciones con
Occidente, cuyo nuevo eslogan es: “Ya te decía yo que América no es de
fiar”. Pese a no ganar unos comicios desde la controvertida victoria de Ahmadineyad
en 2009, la postura de Trump ha reforzado políticamente a los radicales frente
al Gobierno del centrista Hasan Rohani.
Su nicho de votantes de clase media y progresista, menos envalentonados y
reacios a quemar símbolos nacionales extranjeros, expresó su preocupación en la
intimidad.
“Todo
acaba al final en manos de extremistas, aquí y en EEUU”, se lamentó
Tarane, una publicista ideológicamente próxima al reformismo para quien “los
que sufrirán más presión serán las clases medias”. “La gente va a
temer por el empeoramiento de su vida y de sus libertades, por eso no va a
protestar”, explicó a este periódico, contradiciendo la teoría, extendida en
la Casa Blanca, de que las sanciones son un apoyo a la población. Según la
misma, la fallida economía fruto de estas llevará a los iraníes a derrocar el
sistema.
“¡Los
iraníes odian estos apoyos ‘caritativos’!”, se exasperó Arezoo, estudiante
de doctorado en la Universidad de Teherán, en mensajes de texto a EL MUNDO,
“la mentalidad de los iraníes está a la altura de las circunstancias, y
los mensajes de apoyo de Trump logran el efecto contrario. Personalmente, yo
tengo muchos problemas con las políticas de Jamenei, pero, cuando un extranjero
como Trump amenaza a mi país, le apoyo sin fisuras”. “Echando la
vista 3.000 años atrás, cada vez que un poder extranjero ha amenazado a los
iraníes, estos se han unido todavía más”.
La
economía está en un momento difícil, con el rial habiendo perdido un tercio de
su valor sólo en este año y la inflación subiendo. “Antes de la última
depreciación teníamos la esperanza, al menos, de poder dejar el país y
continuar con nuestra educación en el extranjero. Ahora, ni tan siquiera
podemos plantearnos independizarnos en nuestro propio país”, aduce Tarane.
Uno de los mayores temores es que las sanciones empeoren la situación y vuelvan
a truncar, como antes del acuerdo nuclear, el acceso a medicamentos cruciales.
Ayer, la periodista Sanaz Allabedashti alertaba por Twitter: “Ya no
encontramos medicinas para la quimioterapia de mi madre. En el Ministerio de
Salud me recomiendan que pida a un viajero que las consiga fuera”.