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Las mujeres empujan el cambio

Pilar
Álvarez, El Pais, 12 MAY 2018

La
movilización masiva de las manifestaciones del pasado 8 de marzo sigue viva,
con reivindicaciones concretas y los primeros logros
Una mujer
camina en la Gran Vía madrileña. Samuel Sánchez

Se
hablaron de usted en la sala, rodeados de pintura contemporánea. Durante dos
horas, cinco mujeres con camiseta verde reivindicativa le contaron
al presidente del Gobierno cómo se te agarrotan las manos y se te encorva la
espalda
limpiando habitaciones a 2,30 euros la unidad. Mariano Rajoy
prestó mucha atención, tal como recuerda de aquel día Ángela Muñoz,
subgobernanta de hotel y representante de las kellys, las camareras de piso que
reivindican desde hace más de dos años mejorar las condiciones de un sector
externalizado y precario y femenino. El día 5 de abril llevaron sus
reclamaciones a Moncloa
. Apenas tres semanas después, el día 27, una
de las mujeres más poderosas de España publicó un meditado tuit sobre una
sentencia. Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander, escribió 14
palabras
que han escocido como otras críticas en el sector judicial:
“El veredicto de La Manada es un retroceso para la seguridad de las mujeres”.

Son solo
dos ejemplos de un cambio que empezó hace tiempo, revivió con el movimiento MeToo —y Cuéntalo en España— y se
ha hecho más evidente tras el 8 de Marzo, el día que un grupo de mujeres
llamaron a la huelga y millones de personas se echaron a la calle para
reivindicar el salto necesario de la igualdad legal a la igualdad real.
Mujeres, como ha ocurrido con las catedráticas de Derecho Penal, que se unen
para impulsar que sea una comisión
paritaria la que revise los delitos contra la libertad sexual del Código Penal
.
Mujeres como las periodistas de RTVE, a la cabeza de una movilización para que
cambie el funcionamiento actual de la televisión pública…
“El
feminismo es, en la sociedad actual, el principal factor del cambio”, escribía
recientemente en este periódico el periodista y filósofo Josep Ramoneda
.
Un giro que tiene descolocados a los partidos políticos con el horizonte de las
elecciones a la vuelta de la esquina. Una nueva voz que protagonizó también la
manifestación del Día del Trabajo, el 1 de Mayo, que ha zarandeado al poder
judicial y ha llevado a un integrante de la jerarquía eclesiástica, el cardenal
Carlos Osorio, a decir que la Virgen iría a la huelga.
La
cuestión, dos meses después de la
manifestación del 8 de Marzo
, es si se trata de una movilización que
provocará cambios profundos. La filósofa y teórica del feminismo, Celia Amorós,
lo ve claro: “Lo que está pasando representa un cambio social de gran
envergadura y muy significativo”. La primera mujer distinguida con el Premio
Nacional de Ensayo por la obra La gran diferencia y sus pequeñas
consecuencias… para las luchas de las mujeres, augura: “Cuando la gente está
cabreada y sale a la calle, hay efectos a todos los niveles. En los trabajos,
en los hogares, en ámbitos políticos, permea a toda la sociedad. Esto tendrá
resultados a medio plazo en las estructuras patriarcales, en las relaciones de
pareja, en los salarios, y llevará a ser mucho más críticos con una sexualidad
que humilla a las mujeres”.
Hace más
de año y medio que Belén Barreiro, expresidenta del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) y directora de la consultora MyWord, notó un cambio en las
encuestas. “El auge del feminismo o la idea de que el 8-M podía ocurrir se ha
visto en los datos”, señala.
En junio
de 2016, el 1,9% de la sociedad se definía en primer lugar como feminista en
política, según el barómetro del CIS. En el último, correspondiente a este
abril, ascendía al 4,2%. Entre los más jóvenes ya son el 10,3%. Es la segunda
opción que escogen los que están en la franja de 18 a 24 años, por detrás de
liberal, en la que se reconocen el 14,1%. “Las tendencias que vienen de la mano
de los jóvenes no son pasajeras”, sentencia Barreiro.
Una clase
de Bachillerato
Un repaso
a vuela pluma de cómo ve Vero, estudiante de 1º de Bachillerato de 17 años, a
sus compañeros de clase amplía incluso las percepciones del CIS. Comparte aula
con 30 alumnos, de los que “feministas de verdad” hay 10. “No todos están
politizados pero sí concienciados con el tema”, explica. El resto, salvo un
pequeño grupo, son los que ella llama “falsos feministas, que lo defienden pero
no hacen nada”. Y luego quedan “los machitos”, apenas cuatro alumnos, “una
minoría”. “En mi instituto, si dices que no eres feminista, no quedas bien”,
explica la joven.
Nada que
ver con las reacciones que escuchaba cuando empezó a manifestarse Justa
Montero, feminista de larga trayectoria y una de las impulsoras de la huelga
del último 8 de Marzo. En los 70 del siglo pasado, participó en una
manifestación que reunió a 2.000 mujeres por el centro de Madrid. Según recogía
una información de este periódico, desde las aceras, algunos hombres aplaudían
al tiempo que se oían gritos: “¡¡Putas!!”.
Manifestación
convocada por la Plataforma de Organizaciones Femistas el 5 de mayo de 1978. Chema
Conesa
Cuatro
décadas después, Montero ve lo que ocurre como “una bola de nieve imparable”,
pero valora sus posibles efectos con precaución: “El Gobierno está haciendo
movimientos sin ningún calado. Que tengan que pronunciarse es un reflejo de
nuestra fuerza, pero lo que queremos son cambios reales, no un anuncio de
revisión del Código Penal que a mí me pone los pelos de punta. A nosotras no
nos engañan”.
Las
feministas solicitan cambios educativos reales o que las agresiones sexuales
entren en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, un acuerdo que vio
la luz en septiembre y para el que el Gobierno aún no se ha asignado ni un
euro, pese a que se comprometió a financiarlo en el primer trimestre del año
salieran o no adelante los Presupuestos. Distintos colectivos feministas han
puesto el foco en este asunto y el miércoles han convocado movilizaciones en 56
municipios para reinvidicar ese dinero. La iniciativa cuenta también con el
respaldo de los sindicatos.
“Visto
con perspectiva histórica, la eclosión del feminismo del 8 de Marzo es el
resultado de un cambio social muy importante que se viene fraguando al menos en
el último tercio del siglo XX”, añade Juan Sisinio Pérez, historiador, profesor
de la Universidad de Castilla La Mancha y autor del libro Historia del
feminismo, publicado en 2011 por Catarata y reeditado recientemente.
Pérez
hace un recorrido desde el feminismo “más combativo” de la Transición a otro
más institucional, el que impulsó leyes como la de Igualdad (2007) o contra la
Violencia de Género (2004). Esto se suma a cambios sociales “profundos” que han
tenido lugar en paralelo y que suponen que las mujeres ya son la mitad de la
población activa y mayoritarias en algunos estudios universitarios. “Es un
movimiento que ha venido para quedarse. El feminismo ha sido capaz de catalizar
muchos afanes en un momento de parálisis institucional, con un Gobierno que no
legisla, y ante una izquierda desorientada. La movilización más importante a
día de hoy es la de las mujeres”.
La
socióloga Ángeles Durán, investigadora del Centro Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC), cree que otro revulsivo de lo que está ocurriendo ha sido
la crisis económica: “Hemos acumulado mucha presión en esta última década en la
que se han reducido ampliamente las prestaciones de las que en gran parte eran
beneficiarias las mujeres”.
28 millones
Durán ha
investigado en profundidad el peso y el valor económico de labores
principalmente ejercidas por ellas, como el cuidado de la familia y las tareas
del hogar, que equivaldrían a 28 millones de empleos a tiempo completo, según
el INE, y que desgrana en su último libro, La riqueza invisible del cuidado
(editorial Universidad de Valencia). “No se ve que lo que se haya perdido se
vaya a recuperar, y ese sentimiento de deuda, sumado a la esperanza de que esto
cambie, ha dado alas a la reivindicación”, según la investigadora, que espera
que se repartan los beneficios “de manera más generosa con las mujeres,
principalmente las mayores”.
El día
que visitó La Moncloa, Ángela Muñoz se fijó sobre todo en aquellos cuadros de
la sala, le encanta el arte contemporáneo. Y también, gajes del oficio, en cómo
relucían los baños: “Estaba todo limpito y blanquito”. Un mes después de sus
dos horas con Rajoy no tiene muy claro que de esa reunión salgan mejoras
concretas para ella y sus compañeras kellys. Seguirán reclamando: “Él se hizo
la foto. A nosotras esa imagen nos ha servido para que se sumen más mujeres a
la lucha, para que pierdan el miedo”.