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India estudia penalizar la mutilación genital femenina

Ángel L.
Martínez Cantera, El Pais, 22 MAY 2018

La ablación
está extendida entre los musulmanes Bohra. Miembros de esta comunidad viajan a
India para someter a sus hijas a esta práctica
 

Mujeres
Bohra junto al mausoleo Raudat Tahera. Ángel L. Martínez Cantera

“Mi madre
me llevó ante una anciana desconocida que me hizo el corte. Aquel dolor me hizo
llorar durante horas”, recuerda Aarefa Johari, de 31 años. A los siete años,
como es costumbre entre musulmanes bohra, Aarefa fue sometida a la mutilación genital en
los aledaños a Bhendi Bazaar, barrio al sur del viejo Bombay con elevada
presencia de esta comunidad. “Años después me enfrenté a mi madre. ¿Pero cómo
culparla de una tradición patriarcal enraizada en la fe de generaciones?”,
justifica Aarefa sobre una práctica atávica tan presente entre los bohra al
punto que algunos miembros que
viven en el extranjero viajan a India
para someter a sus hijas al
sangrante ritual. Supervivientes como ella de este procedimiento, considerado
internacionalmente una grave violación de los derechos humanos, llevan años
exigiendo una ley que lo criminalice. Una plegaria de la que estudia hacerse
eco el Gobierno indio. 
Ante la
última petición formal para penalizar la mutilación genital femenina en India,
el fiscal general del Estado respondió el pasado 20 de abril que esta práctica
“es un crimen castigado con siete años de cárcel bajo la legalidad existente”,
al poder considerarse un delito que produce daño o daño grave aunque no exista
una normativa que lo castigue textualmente. Por ello, K. K. Venugopal pidió al
Tribunal Supremo que “interviniese y estableciese las directrices”
necesarias hasta la aprobación de una ley específica contra la ablación. La
Corte Suprema, que tiene hasta el 6 de julio para pronunciarse en este asunto,
envió entonces un aviso a los Estados indios con presencia de esta comunidad.
“Solo los
musulmanes bohra realizan esta práctica. No tiene base en el islam. Sino en
tradiciones tribales patriarcales de África”, aclara Zeenat Shaukat Ali, experta en Estudios Islámicos de la
Universidad de Saint Xavier de Bombay. Con orígenes en Yemen, esta secta chií
es una minoría dentro de los indios musulmanes —un 14,2% del total de 1.300
millones de indios, según el último censo—. Sin embargo, India acoge alrededor
de un millón de ellos de los 1,5 millones repartidos por el mundo. Además,
Bombay es sede de la administración y liderazgo religioso de esta comunidad a nivel
internacional. 
Hasta
ahora, el Gobierno indio había negado que la mutilacion genital femenina se
practicase dentro de su territorio. A finales del año pasado, en respuesta a
una petición al Supremo, la Ministra de Desarrollo de la Mujer y la Infancia declaró
que “no existían datos oficiales o estudios que respaldasen la existencia de
mutilación genital femenina en India”. Una justificación sin sentido, según
Aarefa Johari: “Las cifras oficiales se obtienen de las denuncias registradas
en comisaría. Si no hay una ley que penalice la práctica, ¿cómo va alguien a
interponer una querella para un crimen que no existe?”.
La
ablación ha sido ampliamente documentada en el mundo, donde unas 200
millones de niñas han sufrido la mutilación genital femenina
en
alguna de sus formas, según UNICEF. Y eso, pese a que en muchos de ellos está
específicamente prohibido por ley. En India es una práctica secreta, que ni
cuenta con datos oficiales acerca de la prevalencia de este ritual ni tiene una
ley explícita que criminalice su práctica, a diferencia de otros países donde
está presente la diáspora bohra. 
A
principios de año, una coalición de mujeres bohra contraria a la ablación
financió el primer
estudio sobre mutilación genital femenina en India
. Realizada por investigadoras
independientes
, la encuesta confirmó la prevalencia de esta práctica
entre los miembros de esta comunidad en cinco Estados del país. El 75% de las
entrevistadas pertenecientes a este grupo, 84 mujeres y 11 hombres, admitieron
haber sido víctimas o haber sometido a sus hijas al khafd ó khatna —términos
árabes para describir la ablación—.
“Todas
sufren algún tipo de molestia en la zona. No hay posibilidad de cortar
parcialmente el clítoris”, sentencia el doctor Sujaat Jenuddin Vali, ginecólogo
obstetra que examinó a las mujeres durante el curso de la investigación. Sus
análisis corroboran que todas esas musulmanas bohra habían sido víctimas de
mutilación genital femenina de tipo 1, que supone la eliminación parcial o
total del clítoris, según establece la clasificación
de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde Bombay, el doctor Sujaat
además confirma que la ablación no solo es practicada por las mullanis
(cortadoras tradicionales), sino por profesionales médicos en algunos
hospitales de la ciudad.
“La
pruebas son contundentes y el Gobierno de India debe aprobar una ley que
criminalice esta práctica. Este estudio también es muy
importante desde el punto de vista educativo e informativo
para
nuestra comunidad”, señala Masooma Ranalvi, líder de #WeSpeakOut, el grupo que patrocinó la
investigación. Primera plataforma de supervivientes de la ablación en India, el
colectivo conciencia en favor de la erradicación de esta práctica en su
comunidad, y es uno de los que solicitaron su criminalización al Supremo. 
El
movimiento contra la mutilación genital femenina adquirió relieve internacional
en 2015 a raíz de la condena de
tres fieles bohra
acusados de practicarla en Australia. Entonces,
diferentes congregaciones de países en los que existen leyes específicas contra
el procedimiento, incluyendo
Estados Unidos
y Reino Unido, enviaron notificaciones a sus
feligreses para que lo detuviesen. No ha sido así en India, donde el líder
espiritual de esta comunidad, syedna, desde la mezquita de Bhendi Bazaar en
Bombay, alienta
a que continúen practicando “la circuncisión masculina y femenina” como
“obligación” para obtener “pureza religiosa”. 
Ante los
mensajes contradictorios desde diferentes púlpitos, algunas familias Bohra de
la diáspora optan por viajar a India, aprovechando la laguna legal, para
continuar con la tradición. El pasado marzo, un juez de Manchester (Reino
Unido) prohibió a
una mujer de origen indio viajar con su hija al país asiático ante la
posibilidad de que la menor fuese mutilada
A la
espera de que el Gobierno tome cartas en el asunto, activistas bohra como
Aarefa creen que las arengas de su líder son un delito en sí mismo: “Los
comentarios del syedna crean confusión entre nuestra comunidad. Sus palabras
son una incitación a que se perpetúe la mutilación genital femenina en India”.
La joven periodista ha fundado Sahiyo,
un foro digital para que las supervivientes compartan sus historias y se
intente sensibilizar a aquellas madres que siguen apoyando esta práctica
inhumana.  
Libertad
individual versus Libertad de culto
Algunas
mujeres bohra de India crearon el año pasado un colectivo para defender “su
derecho a practicar el khafd” frente a lo que consideran un ataque a sus
tradiciones religiosas y culturales. La Asociación de
Mujeres Dawoodi bohra por la Libertad Religiosa (DBWRF)
, que dice
“representar a decenas de miles” de personas, se une así al debate que tiene
lugar en Michigan (EE UU); uno de los 25 Estados que penaliza la mutilación
genital femenina. Allí, el primer caso
federal
contra varios adultos de la comunidad bohra involucrados en
la ablación a dos niñas ha suscitado la discusión entre protectores de menores
y defensores de la libertad religiosa.
Para
Irfan A. Engineer, sin embargo, no hay polémica. “Ningún texto sagrado,
particularmente el Corán, menciona el khafd”, explica el vicepresidente de la Junta Central de la Comunidad Dawoodi Bohra,
una sección reformista de más de 50.000 miembros opuestos al autoritarismo del
líder religioso. Aunque esta facción no se ha pronunciado públicamente sobre la
ablación, Irfan es contundente: “La idea detrás de esta práctica es controlar
el cuerpo de la mujer. Los hombres debemos apoyarlas en esta causa”.
Además de
las plataformas de apoyo a supervivientes y de las campañas públicas para la
erradicación de la ablación, también hay mujeres bohra que se niegan
secretamente a perpetuar la mutilación genital femenina. Bajo el nombre
#NotToMyDaughter, madres indias de esta comunidad protegen a sus hijas ante la
tradición mientras dicen públicamente preservar el ritual; confirmando así el
lastre de la cultura del miedo.