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Fin de los sueños revolucionarios en Irán

Ángeles
Espinosa, El Pais, 19 may 2018

La crisis
del acuerdo nuclear es sólo el último desengaño de un país atrapado en un
sistema esclerótico
Transeúntes
pasan junto a un restaurante en una calle de Teherán, el pasado 1 de mayo. Atta
Kenare AFP
“Construye
tus sueños”, anima un cartel publicitario junto al flamante centro comercial de
Bamland, en el noroeste de Teherán. Alrededor, “el mayor y más extenso
desarrollo urbanístico”
de la capital iraní, el distrito 22, sigue a
medio construir casi dos décadas después de que se lanzara para aliviar la
presión demográfica de esta ciudad de 12 millones de habitantes. Como las
decenas de torres que aún permanecen inacabadas o vacías, los sueños de los
iraníes también se han visto frustrados por una mezcla de mala gestión,
intereses cruzados y exceso de ambición. El abandono del
acuerdo nuclear por EE UU
es solo el último desengaño.
“Hay una
sensación de que va a pasar algo. Esto no puede seguir así. La gente vive en la
desgracia moral y económica. Todo el mundo está al límite”, declara I.R., un
empresario cincuentón. A él le van bien los negocios, pero conoce a quien tiene
dificultades para alimentar a su familia. “Si llegó a saber la que íbamos a
liar con la dichosa revolución… No solo este país está muy mal, sino que no es
respetado fuera”, lamenta. Esa idea, la de no ser respetado, es tal vez lo más
duro para una nación con una identidad tan fuerte como la iraní.
El
desengaño con la revolución de 1979 que dio lugar a la República Islámica no es
nuevo. Muchos de los que participaron en ella han cuestionado
sus resultados
y los jóvenes a menudo preguntan a sus padres por qué lo
hicieron
. A la mayoría les queda lejos: el 70% de los
iraníes ha nacido después
. Solo han vivido sus consecuencias, el
aislamiento internacional y la frustración de ver cómo el sistema ahogaba las
promesas de reforma y apertura que apoyaron con sus votos a los presidentes Mohamed
Jatami
(en 1997
y 2001)
y a Hasan Rohani
(en 2013
y 2017).
También la falta de
beneficios tangibles
del acuerdo nuclear que iba a devolverles su
puesto en el mundo.
“Desde el
principio fui muy crítico con la forma en que se presentó el acuerdo nuclear.
Se crearon demasiadas expectativas”, confía un profesor que asesoró a Rohani
tras su primera elección, pero que enseguida volvió a sus clases en la
universidad. “La gente ha perdido toda la confianza en el sistema no hay
ninguna facción que tenga credibilidad”, asegura.
Como
otros analistas entrevistados, constata que el sector más conservador y los
militares (en referencia a los Pasdarán,
una milicia ideológica bajo cuya bota se encuentra el Ejército convencional)
van a intentar
capitalizar el fiasco
con la vista puesta en las próximas
elecciones. Sin embargo, resulta difícil ver qué beneficio pueden obtener de un
desencanto generalizado. Muchos iraníes se arrepienten de haber votado a
Rohani. A toro pasado, piensan que un ultra como
Ebrahim Rasisi
hubiera acelerado la confrontación con EE UU y el
final del régimen.
“La
situación es explosiva”, admite un veterano reformista encarcelado tras las
protestas de 2009 y que ahora ha vuelto a la política. En su opinión, se ha
dado una coincidencia de factores internos (mala situación económica,
diferencias entre el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, y Rohani, crisis
del agua) y externos (llegada de Trump en EE UU y relevo del
rey Abdalá en Arabia Saudí
) muy desfavorables para Irán. “El trance
del acuerdo nuclear puede convertirse en la chispa que prenda la llama”,
alerta.
A decir
de algunos observadores, ese parece ser el objetivo de la presión financiera
diseñada por Estados Unidos: estrujar Irán hasta que salte por los aires.
Alentados por la ola de
protestas que el país vivió a principios de año
, los duros de
Washington esperan que los iraníes se echen a la calle y pongan a sus
dirigentes contra la pared. Pero aunque, por motivos diversos, haya signos
ocasionales de descontento
aquí y allí, pocos creen que vaya a
producirse una revuelta.
“La gente
no va a sublevarse de forma generalizada. Incluso en enero no se trató de un
levantamiento nacional. No hay ganas de violencia, y tampoco es fácil porque
este es un sistema represivo que no tiene empacho en matar. Así que la vida
sigue y el ciudadano medio busca fórmulas para sobrevivir”, estima el profesor.
Eso
significa que quien tiene dinero ha comprado propiedades fuera para conseguir una
residencia permanente. El objetivo ya no son unos cada vez más difíciles EE UU
y Europa, sino Armenia, Azerbaiyán…, cualquier país que no ponga trabas al
pasaporte de la República Islámica. Según el jefe de la comisión de Economía
del Parlamento, Mohammad Reza Purebrahimi, Irán ha sufrido una fuga de 30.000 millones de dólares (25.400
millones de euros) sólo en los últimos meses del año persa que concluyó el
pasado 20 de marzo. Eso en un momento en que el Gobierno dedica el 95% del
presupuesto a gastos corrientes y no dispone de margen para infraestructuras o
inversiones.
El resto,
se busca la vida como Hamed T., un militar de 37 años, casado y con dos hijas,
que completa su salario haciendo carreras para Snapp, el Uber iraní. O como el
señor Purahmadi, que se sienta la plaza de Vali Asr con una báscula para que no
parezca que pide limosna. O como Sima, que ejerce el oficio más antiguo.
“Da la
impresión de que [las autoridades] solo trabajan para deprimir a la población.
El tráfico endemoniado, la
contaminación
, la imposibilidad de acabar una llamada sin que se
corte…. Lo que pasa en este país no es normal. No avanzamos. Me voy a ir porque
no quiero que mi hija viva esto, que le digan cómo tiene que vestir… La gente
no piensa como el Gobierno”, insiste en dejar claro el empresario, indignado
con la mala gestión y el desinterés de la mayoría de los dirigentes por el
bienestar de la población.
El
régimen tiene pocas opciones. Para empezar, sus responsables no se ponen de
acuerdo en cuál es el objetivo final de Estados Unidos. ¿Solo modificar su
comportamiento en la región? ¿O llegar a la guerra para forzar el cambio de
régimen? Incluso si, como dan a entender los europeos, la crisis pudiera
frenarse con un repliegue en Yemen y Siria, “no han alcanzado un consenso sobre
cómo responder”, explica un conocedor de los engranajes del poder iraní.
La
impresión es que Irán va a tratar de mantener el statu quo con pequeñas
concesiones incrementales. “Este sistema carece de capacidad estratégica, así
que continuará haciendo maniobras tácticas en la esperanza de que Trump no sea
reelegido”, señala la misma fuente.
Mientras
tanto, los iraníes seguirán viviendo al borde del precipicio, pero sin
renunciar a construir sus sueños. Junto al lago de los Mártires del Golfo
Pérsico, en el distrito 22, este pasado viernes, numerosas familias paseaban,
varios hombres pescaban y un grupo de jóvenes alquilaba bicicletas para dar un
paseo. Era el segundo día de Ramadán y, a pesar de la prohibición de beber,
comer o fumar en público, muchos no escondían ni su botella de agua ni su
cigarrillo. Decididamente, la gente no piensa como su Gobierno.