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En el epicentro de la Irlanda más católica

Pablo
Guimón, El Pais, 25 MAY 2018

La
Irlanda rural, bastión del rechazo a la legalización del aborto que se vota
este viernes en referéndum, asiste envejecida a la pérdida de influencia de la
Iglesia
Una calle
de Roscommon con un cartel por el ‘no’. En vídeo, los datos clave sobre el
aborto en Irlanda. Pablo Guimón

La misa
de las 10.00 de la mañana, la última antes del referéndum
sobre el aborto,
está a punto de comenzar en Roscommon, apacible
pueblo del oeste de Irlanda. Casi un centenar de feligreses, apenas media
docena de los cuales cumplirá todavía los 70 años, ocupa las bancadas de la imponente
iglesia neogótica del Sagrado Corazón, un templo en el que cabrían,
apretujados, al menos la mitad de los 6.500 habitantes del pueblo. Una vez
comulgados, el cura despide a los fieles con una advertencia: “Cuando votéis
mañana, hacedlo en conciencia. Jesús espera de vosotros que hagáis lo correcto,
y sabéis qué es lo correcto. Si no lo sabéis, leed la Biblia y os lo dirá”.

Los
feligreses parecen tener claro qué es lo que Jesús espera que voten. “Los
valores morales han desaparecido en estos tiempos. El otro día, en la tele,
hablaron de una mujer que había abortado para poder irse de vacaciones”,
asegura Martin, que exhibe una chapa por el no en su camisa. “Rezo para que
gane el no, pero tengo entendido que muchos jóvenes votarán por el sí”, apunta Marjory.
Roscommon
fue el condado que más apoyó, en la consulta de 1983, la enmienda a la
Constitución que prohíbe el aborto. La misma que hoy, de nuevo en referéndum,
los irlandeses pueden sustituir por otra que permitiría el aborto sin
restricciones en las 12 primeras semanas de gestación y, hasta los seis meses,
por prescripción médica en determinados casos extremos. La localidad, que
cuenta con la población más envejecida de la isla, se hizo definitivamente con
el título oficioso de El Rincón Más Reaccionario de Irlanda al convertirse en
la única circunscripción del país en la que ganó el no en el referéndum
sobre el matrimonio igualitario en 2015.
“Todo el
mundo habló de ello, pero el no ganó por un margen muy escaso. De hecho, si
mira las circunscripciones que nos rodean, verá que la diferencia no es tan
grande”, advierte Eugene Murphy, el diputado que representa a Roscommon en el
Parlamento irlandés. Murphy, del partido opositor Fianna Fáil, votará no porque
considera que la propuesta “va demasiado lejos”.
Tras el
referéndum de 2015, Roscommon fue víctima de una breve pero intensa campaña de
acoso en redes sociales. “Fue muy injusto y desafortunado, somos uno de los
lugares más acogedores de Irlanda”, lamenta Murphy. “Aunque sí somos una
circunscripción peculiar”, admite.
Unas
jóvenes ante la iglesia del Sagrado Corazón de Roscommon. P. G.
Las
peculiaridades de Roscommon sintetizan las de la Irlanda rural, tan diferente
de la burbuja cosmopolita de la capital. “Representa a esa Irlanda conservadora
y católica que desaparece”, explica Paul Healy, director del periódico
local
Roscommon People. “Aquí no hay mucho trabajo, y la mayoría de los jóvenes se
va. La crisis económica golpeó fuerte. Muchos negocios cerraron y casi todos
los que acababan el colegio emigraban. El oeste de Irlanda ha sido
históricamente muy subdesarrollado. Hay infraestructuras muy pobres, pocos
trenes y la peor banda ancha de Internet del país. Hasta principios de los
noventa estábamos bajo el control de la Iglesia. Y para las personas mayores es
difícil hacer esa travesía mental en un tema como el aborto”.
Damian
Loscher, de la empresa de sondeos Ipsos en Irlanda, lo expone sin tapujos: “En
estos asuntos la gente no cambia de opinión, sencillamente se muere”. “Son
cuestiones muy emocionales. Si creen que la homosexualidad es el mal, no
cambian de opinión: se mueren y son remplazados por otra generación”, defiende.
“Irlanda ha vivido un cambio generacional. En 30 años la población de católicos
practicantes ha pasado de dos tercios a un tercio del total. Irlanda es cada
vez menos católica. En una generación más, será un lugar muy diferente”.
Los
escándalos de abusos en la Iglesia
golpearon más fuerte en Irlanda,
porque la Iglesia era más importante socialmente que en otros países. Así lo
cree Ben Ryan, del think tank británico Theos, que promueve el debate sobre el
papel de la religión en la sociedad. “Pero, al margen de los escándalos,
Irlanda ha experimentado un cambio en términos de religiosidad”, asegura.
“Además, los números de ordenación de sacerdotes han caído fuertemente y los
curas son muy mayores. En una Iglesia que depende tanto de sus clérigos, eso
alimenta una tormenta perfecta de pérdida de influencia. En el aborto se
enfrentan dos posturas irreconciliables. Y la Iglesia no ha logrado que el
debate se produzca en sus términos”.
Que Roscommon
sea conservador y católico no significa que sus vecinas no aborten. Entre 2012
y 2016, según datos del Gobierno británico, 127 mujeres abortaron en Reino
Unido registrándose en las clínicas con un domicilio del condado de Roscommon.
Sarah, que prefiere no dar su apellido, conoce esa realidad, ya que muchas
mujeres acuden a pedir asesoramiento al centro comunitario que dirige. Ella
votará sí. Su hija mayor, de 17 años, va a una escuela católica con una chapa
del sí. “Algunos compañeros de clase se han metido con ella”, asegura Sarah.
“Supongo que cuando acabe el colegio se irá de aquí, como todos. Espero que
gane el sí. Pero, sobre todo, estaré contenta cuando todo esto termine. Ha sido
un debate demasiado divisorio y complicado”.