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Un qatarí detenido durante 13 años por vínculos con Al Qaeda denuncia que fue torturado en suelo estadounidense

Rod
Austin / Tracy McVeigh, El Diario, 28/04/2018

Declarado
“combatiente enemigo” por George Bush, Ali al-Marri sostiene su
inocencia. Quiere llevar a los tribunales a sus interrogadores del FBI.
Ali
al-Marri.
Un hombre
que pasó 13 años encarcelado en suelo estadounidense por ser un
“terrorista durmiente” relacionado con los planificadores del
atentado del 11 de septiembre habla por primera vez de los abusos y torturas a los
que fue sometido. Tres años después de su liberación, Ali al-Marri sostiene su
inocencia y pide que sus interrogadores del FBI respondan por lo que le
hicieron. 
Al-Marri
fue arrestado tras los ataques de 2001 y George Bush lo declaró luego un
“combatiente enemigo”. Fue el único ciudadano no estadounidense
detenido fuera de Guantánamo: durante seis años estuvo encarcelado en régimen
de aislamiento y sin acusación formal en un calabozo naval de Carolina del Sur.
Los
registros de las detenciones respaldan sus alegaciones de haber sido sometido a
torturas. Seguramente también reavivarán la polémica en torno al tratamiento
que Estados Unidos dio a los sospechosos de Al Qaeda ahora que se acerca el
nombramiento de Gina Haspel, una mujer acusada de dirigir las
“técnicas de interrogatorio mejoradas”, como la próxima directora de
la CIA. 
Originario
de Qatar, Al-Marri había llegado a Chicago el 10 de septiembre de 2001
acompañado por su esposa y sus cinco hijos. Los niños buscaban el canal de los
dibujos animados en la habitación del hotel cuando aparecieron las imágenes del
11 de septiembre en la pantalla. “Tuve un presentimiento. Llamé a la
aerolínea en seguida, ¿podríamos irnos a casa? Pero todos los aviones estaban
en tierra. No creí que Al Qaeda pudiera hacer algo así. En mi hotel la gente me
gritaba. Estaba claro lo que estaba ocurriendo”.
Alguien
alertó al FBI cuando Al-Marri fue a recoger un baúl que le llegó desde Qatar.
Lo detuvieron el 9 de diciembre. Pasarían 13 años antes de que pudiera ver a su
familia de nuevo. 
Los agentes
del FBI encontraron una enciclopedia con marcas en las páginas sobre las vías
fluviales de EEUU, búsquedas en Internet de productos químicos tóxicos y
listados con cientos de números de tarjetas de crédito estadounidenses.
Al-Marri dijo que había viajado a EEUU para estudiar pero los investigadores lo
pusieron en duda: había llegado dos semanas después del comienzo del curso y 10
años después de completar su primer título en el país. 
Los
agentes del FBI lo acusaron de querer envenenar los lagos con cianuro y
desestabilizar el sistema bancario estadounidense. Dijeron que había visitado
los campos de entrenamiento de Al Qaeda en Pakistán y que estaba en contacto
con el autor intelectual de los ataques del 11-S, Khalid Sheikh Mohammed.
Admite su
culpabilidad
Al-Marri
nunca respondió a las acusaciones. En 2009, se declaró culpable ante un
tribunal civil de conspiración para prestar apoyo material a Al Qaeda y fue
castigado con 15 años de cárcel, una sentencia que tuvo en cuenta su cautiverio
anterior.
Respaldado
por el grupo británico Cage, al-Marri ahora quiere que el gobierno
estadounidense lleve su caso contra él “a un terreno neutral”. “Les
desafío a que lo hagan”, dijo. 
Según
Al-Marri, su esposa marcó la enciclopedia mientras limpiaba su escritorio.
“Estaba leyendo sobre el lago más grande, el río más largo… me gustan
este tipo de datos”, dijo. También, que su indagación sobre químicos era
por una posible importación de productos químicos de la empresa de su cuñado en
Qatar. “No era sólo cianuro, eran 200 o 300 productos químicos
diferentes”, dijo.
Los
números de las tarjetas de crédito, dijo Al-Marri, tenían que ver con un
pasatiempo sobre algoritmos. Los viajes a Pakistán eran por negocios. 
Lo que
está fuera de discusión es que desde 2003 Al-Marri fue recluido en una celda
deliberadamente fría con períodos de desnudos forzados. Le afeitaron la cabeza
y la barba y le dieron un estante de metal para tumbarse. Fue sometido a
privación de sueño, interrogatorios y aislamiento mientras las cámaras de
vigilancia lo controlaban.
Al-Marri
denuncia que el 11 de marzo de 2004, mientras estaba sentado y encadenado al
suelo, lo asfixiaron metiéndole calcetines hasta la garganta y tapándole la
boca con cinta alrededor de la cabeza. “Me estaba ahogando, me estaba
muriendo”, dijo. “El sufrimiento… sientes el dolor, lo sientes.
Amenazaban con sodomizarme, con violar a mi esposa, con traer a mis hijos, eso
es tortura… Me amenazaban con enviarme a un centro clandestino, con
convertirme en una rata de laboratorio militar, me asfixiaban casi hasta la
muerte. Eso es tortura”.
En el
registro del calabozo relativo al 11 de marzo solo dice que sus interrogadores,
enervados por su recitado de versos del Corán, le habían tapado la boca.
“Sabía
que no tenía derechos, estaba metido en un agujero. Eran tiempos oscuros.
Mi celda tenía seis pasos de largo. Para acostarme en el otro sentido, tenía
que doblar las rodillas. No podía saber si era de día o de noche. Me sentía
enterrado en una tumba de cemento. Sé que los americanos estaban enfadados pero
eso no les daba derecho a tratarme así. En tiempos difíciles, la moral y los
valores no deben cambiar. Desafortunadamente, en ese momento uno era culpable
hasta que se demostrara su inocencia; todo el fanfarroneo sobre la justicia y
la Constitución estadounidenses, todo eso se fue por la ventana. Yo pensaba que
me iban a disparar, que me iban a colgar”.
“Sí,
tenía miedo, tenía miedo de morir, echaba de menos a mis hijos y quería oler el
aire. Pero no dejé que se me notara. No colaboré desde el primer día”.
“Fui
tratado como el peor de todos los reclusos de América. Sin colchón, ni manta,
ni almohada, ni Corán, ni alfombra de oración. No tenía ni idea de dónde estaba
La Meca así que cada vez que rezaba cambiaba de lado”. 
Sin
energías
En 2009
sus condiciones habían mejorado. Pero al-Marri dice que se declaró culpable
para poder regresar a casa. “Todo lo que (dije que) tiene que ver con
Al-Qaeda y el terrorismo es falso 100%”, dijo. 
“Mis
reservas de energía estaban al 1%, había terminado. Después de siete años de
aislamiento, echaba de menos a mis hijos, a mi esposa. Besar a mi madre antes
de que se muriera era más importante que mi necesidad de sostener mi inocencia.
En la cárcel militar no hay luz al final del túnel”.
“Mi
mejor momento fue cuando escuché mi sentencia: 18 de enero de 2015. Finito, se
terminó”.
A su
regreso a Qatar, al-Marri fue recibido como un héroe. El primer ministro lo
llamó por teléfono y lo homenajearon con celebraciones. “La gente me
paraba en la calle para hacerse selfies”, dijo. “¿Qué estaban
celebrando? ¿Un recluso que ha pasado su tiempo en la cárcel y ha salido?”
“No
creen que sea un terrorista. Terrorista es un término relativo; el terrorista
para unos es héroe para otros. George Washington, el padre fundador de Estados
Unidos, fue un terrorista para los británicos. Para Occidente, sí, soy un
terrorista, pero para los árabes no lo soy, soy un héroe. ¿Así que Osama Bin
Laden es un héroe? Cuando me llaman terrorista o me llaman héroe, yo no lo veo
así”.
“Estaba
planeando hacer un máster y tal vez un doctorado. He terminado con un doctorado
en hospitalidad estadounidense”, dijo. “No han responsabilizado a
nadie. Hay gente que admite haber hecho esto y gente que lo niega. No necesito
disculpas, necesito que respondan por lo que hicieron. Lo que me dijeron y lo
que me hicieron fue tortura”. 
En un
comunicado, el FBI respondió a The Guardian que no haría comentarios sobre el
caso, pero que “el FBI no practica la tortura”: “Mantenemos que las
técnicas de construcción de informes son la manera más efectiva para obtener
información precisa en un interrogatorio”.