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Tensión preelectoral amenaza libertad de expresión en Brasil

Por Mario
Osava, IPS, 12 abr 2018

Disparos,
lanzamiento de huevos y piedras, carreteras bloqueadas y otras formas de
agresión contra políticos y periodistas en las últimas semanas generaron el
temor de que la violencia agrave la incertidumbre de las elecciones de octubre
en Brasil.

Un
orificio de bala (derecha), en uno de los autobuses atacados el 27 de marzo con
armas de fuego, que integraron una caravana del expresidente Luiz Inácio Lula
da Silva por el sur de Brasil, en los tensos días previos a su entrada en
prisión para cumplir una condena por corrupción. La comitiva sufrió diferentes
agresiones y actos de hostigamiento durante su recorrido. Crédito: AGPT/Fotos
Públicas

RÍO DE
JANEIRO – Antes de ingresar a la cárcel, el expresidente Luiz Inácio Lula da
Silva fue el principal objetivo, durante la caravana que encabezó por los tres
estados meridionales del país, cuando sufrió ataques de adversarios que
culminaron en tiros contra dos autobuses de la comitiva el 27 de marzo, sin
dejar heridos.

En
contrapartida, las manifestaciones de apoyo a Lula en los días previos a
comenzar a cumplir su condena de 12 años, el 7 de abril, apuntaron a los
periodistas.
En pocos
días hubo “17 casos de agresión, intimidación y cercenamiento de la actividad
profesional”, señaló la Asociación
Brasileña de Prensa
(ABI, en portugués),  en nota oficial de
protesta.
“La
principal fuente de agresiones contra periodistas desde 2013 es el Estado, sus
fuerzas de seguridad, además del Poder Judicial con acciones que cercenan la
libertad de prensa”
_ Maria José Braga.
La
amenaza a la libertad de expresión afecta así tanto a los periodistas como a
los políticos, víctimas de hostigamiento en los meses previos al comienzo
oficial en agosto de la campaña electoral para los comicios presidenciales,
legislativos y regionales.
“La
tendencia, en los últimos años, fue de reducción de la violencia contra
periodistas”, reconoció Maria José Braga, presidenta de la Federación Nacional de los
Periodistas
(Fenaj).
En 2017
se registraron 99 casos de agresiones contra periodistas, 38,5 por ciento menos
que en 2016, cuando hubo 161 actos de violencia, según el informe anual de la
Federación sobre violencia en el sector.
En
realidad se volvió al nivel anterior a 2013, cuando la cifra se elevó a 181
ataques, contra 81 en el año anterior. El brote coincidió con masivas
protestas, extendidas por todo el país, contra los pésimos servicios públicos
urbanos, que se transformaron en su parte final en violentas.
“En 2018
tenemos un escenario político distinto, en la práctica con el país en estado de
excepción, de cuyo ejercicio participa el Poder Judicial y parte de los medios
de comunicación, y eso puede resultar en aumento de las agresiones contra
periodistas”, teme Braga, dijo Braga a IPS.
La
presidenta de Fenaj comparte la opinión de gran parte de la izquierda,
especialmente del Partido de los Trabajadores
(PT), fundado por Lula y que gobernó el país entre 2003 y 2016, de que la
destitución de la expresidenta Dilma Rousseff hace dos años supuso un golpe de
Estado, con la complicidad de jueces y los grandes medios de comunicación.
“Desde
entonces, las instituciones y el Estado de derecho están sujetos a amenazas,
incluyendo la libertad de expresión, los movimientos sociales, la sociedad en
general, y eso es un factor de más violencia”, sostuvo la periodista.
“La
principal fuente de agresiones contra periodistas desde 2013 es el Estado, sus
fuerzas de seguridad, además del Poder Judicial con acciones que cercenan la
libertad de prensa”, observó.

Una
“vigilia democrática”, el 11 de abril, de partidarios del expresidente

Luiz
Inácio Lula da Silva, cerca de la sede de la Policía Federal en que está preso
desde

el día 7, en la sureña ciudad brasileña de Curitiba. En los actos en
defensa del dirigente

de izquierda, condenado por corrupción a 12 años de
prisión, algunos periodistas

que los cubrían han sido objeto de agresiones.
Crédito: Ricardo Stuckert/Fotos Públicas

La
policía es la principal ejecutora de esas violencias hace muchos años,
respondiendo por 19,2 por ciento del total, se recoge en el informe de 2017 de
Fenaj.

Dos
periodistas detenidos por la Policía Militar, uno al cubrir un accidente de
tránsito en Campo Grande, capital del estado de Mato Grosso do Sul, y otro por
registrar la manera como agentes trataban a sospechosos de acoso a una mujer en
Vitoria, capital del estado de Espírito Santo, son ejemplos mencionados.
A la
policía siguen como agresores los políticos, en ocasiones a través de sus
asesores, seguido de autoridades judiciales, que usan su poder para restringir
la libertad de prensa.
“Estamos
ahora, a seis meses de las elecciones, en el punto máximo de las tensiones
políticas”, que amplían abusos, violencia y temores, evaluó Fátima Pacheco
Jordão, socióloga especializada en opinión pública.
“La
fuerte polarización entre izquierda y derecha, agravada por el enorme rechazo
al gobierno del presidente Michel Temer y las indefiniciones electorales,
acentúa el pesimismo, pero cuando se definan los candidatos encauzando el
proceso electoral bajarán las tensiones y la violencia”, dijo Jordão a IPS.
En
términos generales, “las elecciones ayudan a la libertad de expresión, reducen
la censura en los diarios y noticieros televisivos”, consideró. Pero cuando no
es así, lo que sucede es que se aviva la violencia y esta puede llegar a
impedir las propias elecciones, “lo que es peor para todos”, acotó.
La
ausencia de Lula, que legalmente quedó inelegible tras la condena confirmada
por un tribunal de apelación, “reduce la polarización porque él sale en un
momento de descenso (de su peso dominante en la escena política), su PT viene
perdiendo fuerza electoral hace varios años”, arguyó.
Los
partidarios de devolver a la presidencia a Lula, cerca de 35 por ciento de los
encuestados según los sondeos, “se dispersarán por varios candidatos posibles,
no solo de izquierda”, cuando se confirme que el expresidente estará fuera de
la disputa, apuntó la socióloga.
Para
Jordão, ello confirma que la popularidad de Lula se debe a su liderazgo
personal más que a una idea o programa de izquierda, al apuntarlo en los sondeos
como la principal opción electoral.
Además,
la sociedad de este país de 208 millones de personas, se escoró a posiciones
más conservadoras, como evidenció que 60 por ciento no aprobó ideas
progresistas en encuestas recientes, comentó.
Un cambio
que, a su juicio, “parece natural en países ricos, como los europeos, pero no
en Brasil, con tanta desigualdad, violencia contra las mujeres y violaciones de
derechos, donde la voz de la sociedad está fuera de los partidos que no
contemplan sus más extendidas demandas”.
La
violencia contra políticos y periodistas llega a veces a ser letal. Una víctima
que conmovió el país fue Marielle Franco, concejala del izquierdista Partido Socialismo y Libertad en Río de
Janeiro, asesinada a tiros el 14 de marzo, cerca del centro de la ciudad.
El motivo
aparente fueron sus denuncias de crímenes cometidos por policías contra
comunidades pobres cariocas, mientras las investigaciones no han avanzado en
esclarecer la liquidación de esta lideresa emergente de la renovación política.
“La
violencia suele ocurrir más en las elecciones municipales que en las nacionales
o estadales (regionales)”, destacó Felipe Borba, profesor de Política en la
Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro y autor de un estudio que identificó 79
candidatos asesinados en Brasil de 1998 a 2016.
De ellos,
una mayoría de 63 se postulaban para conformar los concejos municipales de
pequeñas ciudades.
Las
elecciones de este año deberían ser menos violentas porque se escoge a los
jefes de los poderes Ejecutivo y Legislativo en el país y los estados, pero la
situación “es imprevisible, ante la polarización entre corrientes
ideológicamente opuestas, que fomenta agresiones”, señaló a IPS.
“Dependerá
de la actitud de candidatos más radicales, que pueden incitar animosidades”,
matizó, mencionando el caso de Jair
Bolsonaro
, candidato de extrema derecha que aparece en segundo lugar
en las preferencias electorales en los sondeos, donde Lula sigue favorito tras
entrar en prisión.
Se trata
de un capitán retirado del Ejército que defiende abiertamente a la última
dictadura militar (1964-1985), incluidos sus torturadores.
Resulte
como resulte, que la libertad de expresión suele ser una víctima de la
violencia electoral, así como de la represión policial contra manifestaciones
políticas, se comprueba con el notorio incremento de agresiones sufridas por
periodistas en 2013 y 2016, año de multitudinarias protestas callejeras en
Brasil.