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“¿Es el exorcista?” Cómo sacar al demonio o curar el cáncer por teléfono

Ismael
Monzón, El Español, 21 abril, 2018

Con 89
años el cardenal Simoni mantiene una actividad frenética contra el mal:
“Practico varios exorcismos al día por teléfono”.
Un cura
posa en el seminario de exorcismo de Roma Reuters
Al
cardenal Ernest Simoni la vida le dejó demasiadas cicatrices. Ejerciendo como
sacerdote en la Albania comunista en la que nació, en 1963 fue condenado a
muerte por celebrar una misa en honor al presidente estadounidense John
Fitzgerald Kennedy, que había sido asesinado un mes antes. Lo torturaron y lo
metieron en prisión, donde le conmutaron la pena por 25 años de trabajos
forzados.
Salió
casi dos décadas después, esquivando otra pena capital al ser acusado de
rebelión. Una vida de trastornos que sólo pudo resistir aferrado a la fe, hasta
el punto que cuenta que durante su reclusión logró expulsar al demonio del
cuerpo de decenas de compañeros detenidos.
Allí
empezó Simoni su carrera contra el Mal. Aunque a sus 89 años, no sólo no ha
pedido la jubilación, sino que mantiene una actividad frenética. Son tantos los
casos que se le acumulan que reconoce practicar “varios exorcismos al día por
teléfono”. “He curado al menos a 15 enfermos de cáncer, he conseguido que
mujeres que no podían tener hijos terminaran dando a luz y todo por la gracia
de Jesús”, asegura.
Curso de
exorcismo en Roma

Según sus
palabras, “muchos médicos no se lo explican”. Su receta “es la medicina más potente”
y su praxis infalible: “A todos a los que les he hecho un exorcismo se han
salvado”. Aunque el mérito no se lo lleva él, sino “el espíritu santo”, al que
le atribuye el poder de derrotar a Satanás, incluso en el cuerpo de “muchos
musulmanes”. 
Debido a
su edad, ya es complicado seguir su discurso en persona, pero el religioso
albanés defiende que tiene el mismo porcentaje de éxito a través del móvil.
Explica que inicia las conversaciones en su idioma, aunque después “el rito
indica que al diablo hay que hablarle en latín”. “Me gritan, me insultan, pero
les digo: ‘quieto’; y la posesión desaparece”, narra. Según él, algún demonio
le ha llegado a confesar que “cuando escucha las palabras de la Virgen es peor
el tormento que el infierno”.
Para
evitar llegar a este punto, Simoni no tiene más indicaciones que “la oración” y
“la castidad”. Aunque en su análisis de los males del mundo –“el materialismo,
el consumismo y el modernismo”- coincide en líneas generales con el que suele
hacer el papa Francisco. Será por estas ideas o por una vida marcada por la
persecución, por lo que el pontífice argentino llegó incluso a llorar cuando lo
creó cardenal en 2016.
Aceptado
por el Vaticano
Su
actividad como exorcista no es un problema para Bergoglio, que no escatima
palabras hacia Satanás. Sin ir más lejos, en su última exhortación apostólica Gaudete
et Exsultate, en la que advierte que el diablo “es un ser personal que nos
acosa”. “No pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura
o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar
más expuestos”, añade el texto.
Son
muchos en la jerarquía eclesiástica quienes desconfían del exorcismo. Aunque se
trata de un ministerio aceptado por el Vaticano, como demuestra que en 2014
reconociera oficialmente a la Asociación Internacional de Exorcistas, una
agrupación de la que no hay datos oficiales, pero que se estima que cuenta con
unos 400 miembros.
El
colectivo fue fundado en la década de los noventa por el padre Gabriele Amorth,
el más célebre de los exorcistas hasta su muerte en 2016, y tiene cada año su
momento cumbre en el Curso sobre Exorcismo y oración de liberación, que ha
celebrado esta semana en Roma su decimotercera edición. Las lecciones las
imparte el Instituto Sacerdos, perteneciente a los Legionarios de Cristo. Es
decir, a una de las comunidades más conservadoras del mundo católico. Sin
embargo, cuenta con la autorización del Vaticano, al organizarse en el Ateneo
Pontificio Regina Apostolorum, una de las instituciones académicas reconocidas
por la Santa Sede.
Para la
Iglesia, el exorcismo se entiende como la labor del enfermero que suministra
los cuidados prácticos diagnosticados por el doctor. Mientras que su práctica
queda circunscrita a sacerdotes autorizados por el obispo de la diócesis
correspondiente. De ahí que no es muy común que haya exorcistas con el rango de
cardenales, el título eclesiástico más elevado que puede conceder un papa.
¿Cardenales
exorcistas?
El caso
de Simoni es una extravagancia, no hay constancia actualmente de muchos más
cardenales exorcistas, por lo que su presencia en el curso de este año le
confiere el papel de invitado estrella. Junto a él, relata el organizador
Giuseppe Ferrari, en esta ocasión se han matriculado “más de 250 personas de 51
países distintos”.
Entre
ellos, experimentados exorcistas, sacerdotes que aspiran a serlo o simples
laicos que han convivido con experiencias demoniacas de todo tipo. “Yo no estoy
consagrado, pero ayudo en mi parroquia desde hace 19 años con el consentimiento
de mi obispo”, asegura un peruano que prefiere no dar su nombre, ya que es
consciente de que se está saltando la normativa eclesiástica.
Lo suyo,
sostiene, es un “don natural”, por el que resuelve las posesiones en “10 o 15
minutos”, mientras los exorcistas pueden tardar meses en hacerlo. “Ellos siguen
el ritual romano, que consistiría en algo así como regañar repetitivamente a un
niño, pero quienes tenemos estas habilidades carismáticas estamos guiados por
Dios para deshacernos inmediatamente del malvado”, asegura.

Angelo
Solozzi E.E.
Pese a
sus intervenciones relámpago, el hombre reconoce que el maligno “es
inteligente, intenta engañarte”, pero gracias a la oración previa a él le
resulta fácil identificar su debilidad. Entre sus manifestaciones, enumera con
naturalidad “la levitación, la fuerza sobrehumana de los poseídos, su capacidad
para hablar lenguas muertas o el vómito de objetos metálicos”. Nada que no
pueda solucionarse en una breve sesión.
Angelo
Solozzi precisa, sin embargo, que hay diferenciar entre una “infestación demoniaca,
una obsesión o una posesión”, que indicarían distintos grados de la presencia
diabólica en el cuerpo humano, y que en los casos más leves no sería necesaria
la asistencia de un exorcista. Él ejerce como párroco ayudando a drogadictos en
Calabria, en el sur de Italia, pero cuando su actividad se lo permite colabora
con don Mimmo Ozza, otra de las eminencias en la materia.
Este
auxiliar de exorcista reconoce que el famoso recurso del agua santa y el
crucifijo pueden resultar útiles, pero lo realmente importante es seguir el
rito sin titubeos. “Al maligno hay que indicarle claramente dónde ir, al
infierno o con Jesús, porque si no se corre el riesgo de que termine entrando
en otra persona”, relata. También puede ocurrir que el diablo se revele con una
identidad que no es la suya –“puede decir que es Asmodeo y en realidad es
otro”-, porque de demonios está el mundo lleno. “Según la Biblia, un tercio de
los ángeles se rebelaron contra Dios y se fueron al infierno”, explica el
sacerdote.
Aunque la
finalidad del curso para exorcistas es que los participantes no los vean por
todas partes, sino donde supuestamente se manifiestan. “Nació con una intención
interdisciplinar, para someter a una investigación académica todos estos casos
que llegaban hasta nosotros”, afirma el padre Luis Ramírez, otro de los
coordinadores. Entre los ponentes siempre han estado invitados sociólogos,
médicos o psicólogos, que explican también la naturaleza científica de
determinados comportamientos.
Este año
se ha profundizado además en la magia negra y los ritos ocultos provenientes de
África. Mientras que en el caso español, se investiga la influencia de
creencias new age, como indica Luis Ramírez. “En los últimos años hemos
comprobado cómo se están extendiendo técnicas orientales de relajación como el
yoga, que pueden derivar en dimensiones espirituales cercanas al ocultismo”,
añade. Ésta y otras técnicas como el tarot o la magia negra son señaladas
normalmente por los exorcistas como una puerta abierta al diablo.
En los
últimos días se ha difundido en Italia un informe elaborado por distintas
organizaciones que se ocupan de nuevas creencias, que da cuenta de la presencia
en su territorio de unas 500 sectas consideradas peligrosas desde un punto de
vista psíquico, de las que un 25% están asociadas a ritos satánicos. Para
combatirlas existen unos 240 exorcistas en Italia, que se lamentan porque no
logran dar abasto. Algunos dicen curar el cáncer o enfermedades sin aparente
solución, incluso con una llamada de teléfono.