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El negocio de abrir una prisión en el Ritz de Riad

Carmen
Serna, El Español, 3 abril, 2018 01:51

El lujoso
hotel fue usado por las autoridades saudíes para retener a príncipes y
empresarios acusados de corrupción. Sus salones han recuperado ya los negocios
y los arrestados han pagado su libertad.
El hall
del Ritz con los retratos de la familia real saudí. C. S.


Es
difícil no imaginar el hotel más lujoso de Riad como un fortaleza. La entrada
al hotel Ritz está presidida por dos grandes puertas de piedra que dan
paso a un recinto amurallado y que obligan a superar dos controles de seguridad
antes de empezar siquiera a vislumbrar sus famosos jardines.
Desde
fuera, cualquiera puede imaginarse por qué fue elegido
como prisión
de lujo por el príncipe heredero Mohammed bin Salman en
su llamada “operación contra la corrupción”.
La
mayoría de los príncipes y empresarios detenidos, más de 30 en
total y al menos 11 parientes directos del rey
, eran asiduos de
estas instalaciones, la conocían y podían sentirse muy cómodos entre lámparas
de lágrimas y alfombras de gran calidad que se mezclan en cada rincón.
Hace
menos de dos meses que el hotel ha vuelto a recobrar su actividad.
Concretamente desde el pasado 14 de febrero, después de que el último de sus
presos saliera en libertad y el negocio de esta operación se convirtiera en
algo redondo para casi todos.
Lo
primero que llama la atención del hall en esta nueva etapa es que es uno de los
pocos sitios de Riad donde es fácil encontrar una Budweisser fría, eso sí, sin
alcohol. Y luego, las conversaciones a media voz que se mezclan con la música
del laúd y que dan la sensación de que algo muy gordo se está cociendo en cada
mesa.
Los
responsables del Ritz no quieren hacer declaraciones sobre cuáles fueron sus
pérdidas durante la operación del Gobierno saudí. Ni qué tuvo que hacer con sus
trabajadores. Sin embargo, colaborar con las autoridades de Riad siempre es una
buena inversión y se nota nada más traspasar la puerta del hotel.
El hall
del Ritz. C. S.
Otros dos
arcos de seguridad, uno para hombres y otro para mujeres, sirven no sólo para
detectar armas o explosivos sino también para las cámaras de fotos que son
también un peligro para lo que se cuece en su hall. Dentro, no menos de 12
guardias vigilan todos los movimientos del recién llegado.
Eso sí, ninguno
lleva un arma a la vista y van vestidos con el traje tradicional saudí, aunque
sin perder ningún detalle. “No se puede hacer fotos del equipo de
seguridad ni de las puertas”, insisten en cuanto ven los teléfonos móviles
en funcionamiento.
Su principal
objetivo ahora es proteger a los hombres de negocios, la mayoría
estadounidenses, que intercambian millones de inversiones como si fueran
tarjetas de visita.
Entre los
trabajadores que han vuelto a sus puestos, nadie habla de la noche en la que
bajaron a todos los huéspedes con sus maletas, los subieron a un autobús y
dejaron vacío el Ritz entero para encerrar a los “corruptos” más
ricos del país. Declinan con una sonrisa como si no entendieran la pregunta.
El otro
negocio para el Gobierno
El
príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, explicó semanas
después de la operación contra la corrupción que era como una especie de
“quimioterapia para un cuerpo enfermo”, pero sobre todo, como se
ha demostrado después, era un
negocio para las arcas del Estado
.
La
mayoría de los detenidos, incluido el hombre más rico de Arabia, el príncipe
Alwaleed bin Talal, fueron liberados tras llegar a acuerdos financieros con el
gobierno por valor de más de 100.000 millones de dólares.
De hecho,
Alwaleed bin Talal ha renunciado, además, a su parte de las distribuciones de
beneficios anuales como presidente de Kingdom Holding, según explicó la propia
empresa de inversiones.
Concretamente,
la parte del rendimiento a la que renuncia Alwaleed es unos 79,8 millones
de dólares al trimestre, aclara el comunicado.
El
príncipe Alwaleed, el empresario más conocido del reino, fue liberado el pasado
27 de enero tras pasar tres meses detenido en el Ritz y tras un acuerdo
económico y de no intervención en las reformas que ha emprendido.
Hace
apenas unas semanas, en una entrevista en el Ritz-Carlton de Riad, realizada
horas antes de su liberación, Alwaleed dijo a Reuters que mantenía su inocencia
y esperaba mantener el control total de su empresa.
Ningún
miembro del Gobierno ha confirmado su situación y se limitan a decir que
cualquier acuerdo incluye una admisión de culpabilidad.
Ante la
falta de más información, hay muchos rumores acerca de si Alwaleed ha comprado
su libertad con parte de su fortuna, estimada por la revista Forbes en 17.000
millones de dólares, o si se enfrentó a las autoridades y ganó.
“No
usaría la palabra arrestado porque fuimos invitados a la casa del rey y luego
nos pidieron ir al Ritz-Carlton”, aseguró el hombre más rico del país.
“Así que fue hecho con honor y dignidad, y nuestro prestigio se mantuvo.
No solo el mío, también el de todos los demás”, explicó.