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Ser ginecólogo en el sur de la India

Manolo Fillol, El País, 19 marzo 2018

Un
especialista de la Fundación Vicente Ferrer cuenta los casos que más le han
impactado y cómo las doctoras han ido ganando relevancia y ya no se las relega
a cirugías menores
Una
enfermera rural de la fundación atiende a una embarazada. Nagappa/FVF
Soy
ginecólogo y llevo ocho años viajando como voluntario con la Fundación
Vicente Ferrer
(FVF) en el sur de la India. Mi profesión me permite
tener un conocimiento más cercano de la mujer, que es el grupo más
desfavorecido de la sociedad.

Uno de
los casos que más me impactó fue el de una mujer que tras el parto a las dos de
la madrugada que presentaba un desgarro que afectaba a la vagina y estaba
situado a ocho centímetros del recto. Llamaron a la ginecóloga más
experimentada del hospital y una hora después vinieron a buscarme para que
acudiera a quirófano y les ayudase a resolver el problema.
Tampoco
consigo borrar de mi memoria algo que me ocurrió hace dos años. Una mujer de 23
años que tras un parto en su domicilio presentaba un desgarro vaginal que afectaba
al ano. Tras la cirugía, su cara mostraba una constante sonrisa, a pesar de ser
un postoperatorio tremendamente doloroso.
En este
tiempo he percibido una evolución francamente positiva. Las mujeres han dejado
de tener sus partos en casa, para pasar a tenerlos en el hospital, disminuyendo
con ello las muertes maternas y las de sus bebés, y reduciendo también las
graves complicaciones que sufrían. Los controles durante el embarazo han
mejorado. Cada vez se realizan mejores revisiones ecográficas, se controla con
mayor precisión a las mujeres con hipertensión y diabetes, evitando las graves
complicaciones que padecían.
En cuanto
a la patología ginecológica, se han incrementado los controles mediante la
citología vaginal, para disminuir las tasas de cáncer de cuello de útero. Estos
controles se realizan tanto en los hospitales como en las clínicas rurales,
para que todas las mujeres tengan acceso, evitando las dificultades del
desplazamiento. Los diagnósticos de las enfermedades ginecológicas se realizan
con mayor precisión y de manera más precoz, evitando los casos de tumores
inoperables, y disminuyendo la gravedad y complejidad de los casos.
Hace ocho
años las ginecólogas sólo entraban en quirófano para realizar cesáreas, y los
hombres realizaban las cirugías de mayor complejidad. Ahora ellas realizan
todos los procedimientos
También
han mejorado las habilidades de los sanitarios que atienden a las mujeres. Cada
vez son más precisos en sus diagnósticos, en la atención al parto y en las
cirugías que realizan.
Un hecho
destacable es la feminización
de la profesión en el sur de la India
. Al igual que en Europa, cada
vez es mayor el número de ginecólogas y menor el de ginecólogos. Un fenómeno
que ha generado un cambio social muy importante. Hace ocho años las mujeres
ginecólogas sólo entraban en quirófano para realizar cesáreas, siendo los ginecólogos
los que realizaban las cirugías de mayor complejidad. En cambio, ahora ellas
realizan todos los procedimientos y la jefa de servicio del mayor hospital de
la FVF es una mujer.
Son
aspectos en los que la evolución es enorme, pero aún faltan muchos recursos
para equiparar los centros de salud y los hospitales que gestiona la FVF, a la
atención sanitaria del mundo occidental.
Otro de
los problemas que empeora la salud de la población que atiendo en Anantapur es
que estamos en un área rural con un número altísimo de personas viviendo por
debajo del umbral de la pobreza, que tienen una alimentación inadecuada por
falta de recursos; muchos de ellos viven en zonas aisladas con dificultad de
acceso a los centros sanitarios y con una
escasa cultura sanitaria,
desconocen la importancia de la prevención
de las enfermedades, y sólo acuden al médico cuando están con una
sintomatología muy grave y su proceso es irreversible.
La
satisfacción de sentir que estoy haciendo una labor útil me ha llegado siempre
a través de las pacientes. Recuerdo con especial cariño a una mujer que tuvo
dos partos en los que los niños nacieron muertos. En su tercer embarazo la
controlamos al final de la gestación y durante el parto. Finalmente tuvo un
hijo sano, pero era tan pobres que carecía de dinero para pagar el transporte y
regresar a casa. Finalmente, con ayuda del trabajador social lo consiguió, pero
antes de irse me buscó para despedirse. Yo le ofrecí dinero porque conocía su
situación, pero ellas se negó a aceptarlo y me dijo que había venido para
agradecer mi ayuda, no para pedirme dinero.
La FVF
tiene un triple reto en el lugar donde trabaja: mejorar los recursos sanitarios
con una mayor inversión, ayudar a la población para que alcance las condiciones
socioeconómicas adecuadas y proporcionarle una buena educación sanitaria.