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Madres e hijos le dicen “no” al estrés: de cómo prevenir es mejor que curar

Maricel
Drazer, DW, 08.03.2018

Alemania
ofrece un modelo de tratamiento preventivo contra el agotamiento de las madres
y sus enfermedades derivadas. Sus beneficios han sido comprobados y las obras
sociales se hacen cargo de los costos.
Los
mellizos Paula y Oskar (6), hijos de Natalia, durante la cura madre-hijo.
    

Natalia
camina a paso constante. Va escuchando su música preferida en los
auriculares. Se detiene a saludar a otras madres que, como ella, van a buscar a
sus hijos a la salida del colegio. Ella viene de trabajar, lleva recorridos dos
kilómetros y medio a pie desde su oficina y, como cada jueves, llevará a sus
pequeños Kiara, Paula y Oskar a clase de danza contemporánea.
Se la ve
tranquila, se la percibe como si el tiempo no la apremiara.
Pero esto
no fue siempre así.
Hace
algunos meses Natalia Morenza, española residente en Alemania desde hace 11
años, sintió que si no daba un golpe de timón a su vida, iba camino a un “bornout”.
“Con
tres niños y además teniendo la familia en España, porque no tenemos acá ayuda
ni de abuelos, ni de tíos, ni de nadie, pues sí que es una gran carga. Cansa
mucho y acabas bastante quemado”, nos confía.
Así es
que decidió seguir el consejo de una amiga y realizar una “cura madre-
hijo”.
Tratamiento
personalizado
Estas
curas consisten en la estadía de la madre y sus hijos a lo largo de 3 semanas
en una clínica, en la que se les diseña un plan de acuerdo a sus necesidades y
deseos, para su descanso, recuperación y tratamiento.
Además
del seguimiento médico personalizado, gimnasia, natación, masajes, acupuntura,
yoga, caminatas y danza, una variada oferta de actividades
integran el menú a disposición de madres e hijos.
De hecho,
el clima que se respira en los establecimientos suele ser más el de un spa o
centro recreativo que el de una clínica tradicional.
Pero
además, dentro de estas clínicas funciona también una escuela, en la que los
niños asisten a clases de manera regular durante el tiempo de su estadía. 
“Lo
más importante es tratar de aliviar la carga de las madres. Muchas de las que
vienen aquí son madres que están solas a cargo de sus hijos, o que tienen una
doble carga: la profesión y los hijos”, afirma el Dr. Dirk Wiedbrauck, médico
jefe de la clínica Caritas-Haus Feldberg.
“Estas
curas suponen por fin una valorización del rol de la mujer”, enfatiza el
especialista.
Financiamiento
garantizado por ley
Las curas
madre-hijo constituyen prestaciones obligatorias para las obras sociales
alemanas, por lo que éstas se hacen cargo prácticamente de la totalidad de los
costos, con un presupuesto de más de 400 millones de euros por año destinados
para tal fin.
Como
Natalia y sus hijos, cerca de 50.000 madres y 70.000 niños acceden por año a
esta prestación en algunas de las más de 70 clínicas nucleadas por la Fundación
de Bien Público Müttergenesungswerk (“Obra para la recuperación de las
madres”).
Además,
desde 2012, también los padres tienen derecho a este beneficio, y el número de
quienes lo solicitan no para de crecer.
Modelo a
imitar
El
sistema es único en el mundo, y es observado con atención por otros países.
Incluso Cuba se ha mostrado interesada en replicar el modelo.
De hecho,
Wiedbrauck ha sido encargado por las autoridades de la isla para desarrollar
una propuesta. “En octubre tiene que estar lista. Seguramente comenzaremos
con un proyecto piloto”, nos adelanta.
“Se
trata de una medida preventiva. Hay que pensar en el largo plazo. De lo
contrario, las enfermedades se convierten en crónicas, se dan jubilaciones
antes de tiempo, los hijos se enferman, y los costos son mucho más altos”,
explica Wiedbrauck.
Mientras
sorbe su cappuccino, mira a sus hijos en los juegos y contesta esta entrevista
(fiel reflejo de la situación de las madres, la multiplicidad de tareas
simultáneas), Natalia concluye: “Fue muy positivo”.
Los
dolores de cabeza, de espalda, de cuello, los trastornos para dormir, entre
otros problemas que la aquejaban, son sólo un recuerdo.