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Ciudad Mirasierra, donde todo es posible

Jesús Peña, Vanguardia, Febrero 25, 2018

Esta es
la crónica de la colonia más poblada de Saltillo, un submundo donde todo hay,
donde convergen el bien y el mal y su fama no es precisamente un orgullo
Aggiungi didascalia
  

Que si de
verdad, pero de veras, quería yo conocer Ciudad Mirasierra, que me metiera
hasta el fondo, pero hasta mero fondo de la colonia, me aconsejó una amiga
mirasierrana.
A mí, que
solamente conocía el bulevar, esa su avenida principal atestada de coches y
negocios.
Hasta que
penetré, sin visa, sin permiso, violando sus leyes migratorias, calles adentro
y la descubrí.
Descubrí
el mundo alucinante, delirante, desquiciante, que hay detrás de las fachadas de
su calzada comercial.
Y lo que
vi y oí me dejó pasmado, con la boca abierta, que no hallaba yo por dónde
empezar la crónica de mi recorrido a pie, una semana y media, en las entrañas y
la vida de los personajes de esta Ciudad, la Ciudad Mirasierra.
Advertencia:
Ésta es
la crónica, dura, cruda, real de Ciudad Mirasierra, “donde todo hay”.
Aquí, en
el sector Tamaulipas de Mirasierra lo que más hay es infidelidad y a plena luz
del día.
Soltó una
habitante del lugar.
Como las
calles están así, chiquitas, cerradas, escondidas, piensan que nadie los ve.
“Y
entonces el vecino con la vecina, el esposo con la otra, la esposa con el
otro”.
Pero de
eso no estamos hablando.
Mire ésta
es la cancha–hotel, de Ciudad Mirasierra.
En las
noches hay muchas parejas y las familias que viven enfrente dicen “nosotros
vemos todo”.
Me contó
otra ama de casa cierta mañana que la entrevisté en las calles de Cuitzeo y
Lago, corazón de esta gran urbe, donde se encuentra una plaza con su cancha,
esta cancha, de paredes descoloridas, acribilladas por el grafiti; sus
porterías, convertidas en basurero.
Mientras
tanto los niños y jóvenes con alma de deportistas que viven aquí, no encuentran
espacio digno para ejercitarse, recrearse.
Eso es lo
que es, una colonia basura y cerrada de mente, comentó otro mediodía una madre
de familia, después que los rateros profesionales que suelen merodear por el
sector, le vaciaron la casa.
Primero
forzaron las puertas, tronaron los candados, doblaron el portón, metieron a la
cochera un taxi de reversa y, en menos de cinco minutos, se llevaron cuatro
pantallas caras y una bocina.
Sí, es
muy bonita y encuentras de todo, pero pa la gente que tiene dinero”

Liliana Betancourt, madre de familia
Los
testigos dijeron que el taxi había salido como alma que lleva el diablo.
Ocurrió
la mañana del 7 de febrero en Río Aguanaval, entre Ríos y Pánuco.
“Yo ya no
quiero vivir aquí, por miedo a la inseguridad. No tenemos el apoyo de la Policía
que nos venga a resguardar cuando la necesitamos”, dijo la dueña de la casa.
Afuera,
un soldador reparaba el portón del garaje.
En todo
Ciudad Mirasierra no encontré una sola caseta de Policía.
“Ayer
agarramos a un tipo que le quitó un celular a una niña y los vecinos lo
señalaron como el hombre que acosa a las mujeres de la colonia. Ayer lo
agarramos, lo que no sé es si ya salió, si ya lo soltaron”, dijo el oficial de
una patrulla que me salió al paso en calles de Nuevo Mirasierra.
Pero las
paredes bañadas con las pintas, en letras bomba, de las pandillas; y los
arroyos atascados de maleza y basura, que sirven de escondite a los asaltantes,
abundan.
Misa
dominical. La idea de que la Iglesia no es el edificio, sino la gente, aquí
aplica muy bien.

Iglesias
improvisadas

La
comunidad se ha organizado para poner toldos en los baldíos para que los niños
asistan al catecismo y los fieles acudan a misa.
Grafiti.
Las pandillas “Los Tercos”, “Los Perros”, “Los
Saicos” y “Dinastía” se han encargado de marcar su territorio en
toda la colonia a través de estas pintas.
“Los
pandilleros se esconden en ese árbol y en los que están aquí abajo, en el
arroyo. Cuando es de noche; y cuando es de noche tú vienes y no se ve”.
Me dijo
una nativa de Nuevo Mirasierra, la tarde neblinosa que caminábamos por los
márgenes del cauce que divide a esta colonia de Ciudad Mirasierra y por el que
a diario transitan estudiantes y trabajadores.
En este
arroyo, me contó la señora, ha habido asaltos, violaciones, levantones,
muertos.
Y a lo
largo de este arroyo no hay puentes peatonales que conecten a los dos sectores,
Nuevo Mirasierra y Ciudad Mirasierra, y las familias tienen que bajar por su
lecho resbaloso, cuando llueve, y oscuro en las noches, porque tampoco hay
farolas.
“Cuando
hay agua sí nos ha tocado que nos resbalamos. En la mañana van bajando señores
y nos da miedo, está todo apagado”.
– ¿Qué le
exigirías a las autoridades?
– Que
estaría bien que pusieran un puente, luminarias.
Postal
duplicada. Así lucen la mayoría de los corredores de la colonia.
Dijo
Génesis, alumna de la Secundaria 21 de Mirasierra, justo cuando la pillé
cruzando el arroyo con otra amiga.
Mire la
taza, esta es nueva, no la había visto.
Sí,
vienen y echan escombro, basura, muebles.
Dijo otra
vecina señalando un excusado verde turquesa que alguien botó en un baldío de
las calles Venado Bura, entre Artiodáctilos y Venado, de Nuevo Mirasierra,
atestado de desperdicios.
“La gente
no respeta los días que pasa la basura. Podemos limpiar mil veces, pero si no
entendemos, si así queremos estar…”.
Nos tocó
atender a un niño de 9 años que ya utilizaba sustancias”
Javier
Martínez, psicólogo del centro Vida Saltillo
He aquí
una cuchilla, de esas cuchillas rodeadas de casas, a las que los mirasierranos
llaman parques y que por lo general están sobrepobladas de yerba y deshechos de
todo tipo, desde botellas de Coca-Cola, los mirasierranos son cocacoleros,
hasta juegos de sala destartalados.
“En esta
cuchilla, ora sí que se nos embellezca. Queremos unas banquitas, por qué no una
pequeña cancha de futbol rápido, donde los vecinos podamos salir en la noche, donde
nuestros hijos tengan un lugar donde jugar”.
Erika
Becerra es la fundadora del Centro Vida Saltillo, una luz en la colonia.

Una
asocición para mujeres

Erika
Becerra, tiene un centro que atiende a 850 mujeres del sector, que son víctimas
de violencia y  otras mujeres que buscan superarse.

Propuso
una mirasierrana.
Y que
sería bueno que en estas cuchillas pusieran centros de salud, una farmacia,
porque en Ciudad Mirasierra no hay centros de salud y la gente tiene que ir
hasta la Morelos.
“¿De qué
se enferman los mirasierranos?”, le pregunté a Guadalupe Ibarra, la enfermera a
cargo de un laboratorio privado que está sobre el bulevar Mirasierra.
“De
fiebres, es muy común aquí la tifoidea y la salmonelosis. Nos alimentamos mal o
comemos en la calle comidas que están contaminadas simplemente con el polvo o
por persona que manejan mal los alimentos”, dijo.

Mire,
oiga, en este baldío que siempre está lleno de basura, yerba, escombros,
queremos que haya un centro comunitario, una prepa, una iglesia, lo que sea,
pero que sirva a la gente.
Me dijo
una lideresa priista de Ciudad Mirasierra, donde tampoco -la gente ignora por
qué- hay centros comunitarios ni Caif.
“Aparte
no dan ayudas, ni dan nada que porque Ciudad Mirasierra, que porque aquí vive
pura gente de dinero. No, hay gente que de verdad necesita. De la calle 10 para
acá somos pura gente que venemos de rancho, que estamos necesitadas. Yo no
entiendo por qué dicen que Ciudad Mirasierra y que Ciudad Mirasierra. Sí, es
muy bonita y encuentras de todo, pero pa’ la gente que tiene. Ciudad Mirasierra
está compuesta por gente de rancho”.
La barda
trasera de esta casa fue derribada por una descarga de escombro en el terreno
colindante, lo que derivó en que los demás vecinos usaran esta propiedad como
relleno sanitario.
Me dijo
Liliana Betancourt, quien hace tiempo migró de Rancho Nuevo, Zacatecas, a esta
Ciudad, la Ciudad donde todo hay, con su esposo y sus cinco hijos.
¿A quién
pertenecería ese sofá?, ¿cuál será su historia?, pensé cuando vi aquel sillón
viejo en mitad de otra cuchilla y encima de él a un perro callejero, uno de los
tantos perros callejeros que encontré por Ciudad Mirasierra, durmiendo la mona
una tarde fría. Un perro callejero durmiendo en un diván callejero.
“Sí hay
mucho perro que anda en la calle sin dueño y otros que están en las casas, pero
sueltos y son animales agresivos”, dijo un vecino. 
No hace
mucho los moradores de las calles Baja California Norte y Bulevar Mirasierra,
mandaron limpiar el baldío de la cuadra y se llevaron una sorpresa cuando el señor
que contrataron para que realizara la faena encontró entre la basura un montón
de carteras solas, bolsos, navajas y cuchillos de todos tamaños.
Esta es
una colonia basura y cerrada de mente”
Vecina
afectada por los robos
“Me
imagino que de personas que son asaltadas. Vienen los malandros y avientan aquí
las cosas”, contó una comerciante.
En una de
las muchas plazas abandonadas de la capital mirasierrana, la de las calles 19,
esquina con la 4, topé con don Andrés Rodríguez, un hombre septuagenario, desdentado,
sombrero, bordón, que se pasa la vida, sin paga alguna, cuidando de este parque
y su iglesia, la iglesia de San Judas Tadeo, una construcción en obra negra que
lleva ya ¡17 años! así, en obra negra.
En
Mirasierra tampoco hay iglesias católicas y los chicos tienen que tomar
catecismo y asistir a misa con sus familias en los baldíos de la colonia, al
aire libre, aguantando el frío o el calor, según la temporada.
Aamericanistas
de corazón. Mayra Sánchez, americanista de corazón, muestra orgullosa su
fachada, que resalta en toda la cuadra.

“Es
imposible que Ciudad Mirasierra, siendo una ciudad (sic), no tenga una capilla
digna del Señor, que es el que nos brinda todo. Sí, todo tenemos en Mirasierra,
pero nadie se preocupa de lo principal, que es un templo. Ciudad Mirasierra es
muy bonita, de todo encontrarás, menos el templo de Dios”.
Me dijo
María del Refugio Rosas, miembro del consejo parroquial de la capilla de San
Judas Tadeo, una mañana que charlamos en su fonda de gorditas.
Don
Andrés, como ya dije, se ocupa en limpiar de basura los pocos árboles que hay
en esta plaza, en Ciudad Mirasierra no existen las áreas verdes, y desyerbar el
frente de la iglesia que es una tapia grafiteada.
Don
Andrés que además no tiene pensión.
“A veces
veo a los pandilleros y les digo, ‘no anden pintando’. Está todo rayado, no
respetan y luego si les dice uno que tal que lo agarren a pedradas. Aquí no
puede uno decirles nada porque lo apedrean a uno, en peligro y lo maten. Los
policías nomás pasan, pero no se paran a ver qué”.

Muchas
barber, ningún centro de salud. En la colonia proliferan las barberías, pero la
gente demanda más servicios públicos.
Dijo don
Andrés y echó andar apoyado en su bastón por el parque.
En el
centro de la plaza me enseñó varias bancas sin asiento, es porque algún
desocupado, dijo don Andrés, les quitó los travesaños de fierro para venderlos
al fierro viejo.
– ¿Quién?

Pospasaber. El gobierno nos pone estopa que nos sentemos a descansar y mire lo
que hacen ellos.
Después
una residente de la calle Sayula, que no se salva de las pintas con letras
bomba en sus bardas, me reveló que de un tiempo a acá se junta por esta cuadra
una bola de chiquillos que salen por la noche a liarse a pedradas con otro
bando del sector, y solo paran cuando algún vecino sale a regañarlos.
 
“Pero son
puros huerquillos de siete, 11 años”.
Caminando,
caminando di por azar con Érika Becerra, la encargada del Centro Vida Saltillo,
una asociación, con registro en trámite, que atiende sin costo a unas 850
mujeres violentadas, la mayoría mirasierranas, con pláticas y talleres, en el
259 de la calle Cuauhtémoc, una casa de Infonavit de Nuevo Mirasierra.
El
espacio es tan pequeño y la población tanta que en la clase de belleza, a la
que asisten unas 30 féminas, cuando toca traer modelo, las alumnas tienen que
practicar en la cochera y la banqueta de la vivienda.
Ductos
del arroyo son nidos de delincuencia.
“Soñé que
tenía un lugar muy grande y que atendía a muchas mujeres. Tuve un sueño y me
atreví a realizarlo; y aquí está el resultado con todas estas mujeres que
vienen aquí a aprender”.
El centro
lleva ya casi cuatro años de ofrecer primaria, secundaria, prepa abierta,
belleza, uñas de acrílico, música, computación, inglés, terapias familiares y
comedor infantil gratuito los sábados para unos 85 críos.
“Estamos
pidiendo apoyo porque tenemos una casita en donde ya no cabemos y pedimos apoyo
para seguir inscribiendo a más personas”.
Ni duda
cabe que en Ciudad Mirasierra hay de todo y también hay cosas buenas, pensé.
Una tarde
soleada de sábado, a la hora pico en el bulevar Mirasierra, me abordó César
Reyna, mirasierrano de pura cepa y me llevó a conocer una brecha de terracería
que está detrás del fraccionamiento Real del Sol y que corre desde la entrada
de Nuevo Mirasierra hasta el Bulevar Fundadores.
 
“Sería
viable pavimentar este camino para agilizar el tráfico y desahogar un poquito
la vía principal. Es una propuesta”, dijo.
La
brecha, que es como una culebra larga y escarpada, está bordeada de cerros de
escombro, zarza y basura. 
Por ella
transitan personas y algunos vehículos a vuelta de rueda.
Más tarde
conocí con César el tramo de arroyo que separa a Ciudad Mirasierra de la
colonia Zaragoza, a la altura de la afamada calle10.
El
mercado deja cada sábado mucha basura, a pesar de que hay suficientes tambos.
Y lo que
miré me dejó perplejo:
Un
cementerio de televisores, monitores de computadoras y hasta el esqueleto
gigante de una máquina de videojuegos, tirados en plena pasada de gente. 
Son los
aparatos que quedaron obsoletos con la nueva tecnología y que los vecinos
vienen y arrojan aquí.
“Se
podría crear aquí un área deportiva enorme. Se requiere en esta zona para que
los muchachos en vez de andar de vagos…”.
Con César
conocí también los corredores que los mirasierranos utilizan como depósitos de
desperdicios y muebles inservibles.
Juro que
en mi vida había visto tanta basura junta en la vía pública, los corredores de
Mirasierra.
En este
terreno los colonos piden que se los construya un centro comunitario o un
centro de salud. Esta es una cuchilla, donde conviven árboles y basura.

Y con César conocí una cancha que está en una plaza a la entrada de la colonia
Nuevo Mirasierra, bulevar Revolución, la cancha a la que las autoridades
olvidaron echar el firme de cemento o poner pasto sintético.
Sobra
decir que aquí también vinieron a firmar las pandillas.
“No está
terminada, debería de tener pasto sintético para que los muchachos hagan
deporte”, sugirió César.
Don
Antonio Reyna es otro vecino de Ciudad Mirasierra que todos los días trabaja,
sin cobrar, para mantener limpia la cuadra donde vive.
Hace tiempo
que Antonio adoptó un baldío al lado de su casa, donde a la gente del sector se
le ha hecho hábito tirar basura y a los pandilleros rayar.
“Yo trato
de moverle un poquito aquí. Si nos pudieran echar la mano de venir a limpiar o
cuando menos que nos ayuden con herramienta, azadón, talache, palas, no sé. Yo
lo haría, para mí no es problema”, dijo don Antonio.
Y que,
mire, venga, a ver este poste de luz.
Cuando
hace aire, se mueve completamente, mire, dijo don Antonio y movió con las manos
el poste metálico que está en la esquina de su domicilio.

El poste
gimió. 
No vaya a
ser la de malas y en una de esas se venga abajo.
Se vaya a
caer arriba de alguien.
¿Ya vio
esta farola que no tiene pantalla?
Demasiadas
quejas en una sola cuadra.
Mejor me
fui.
Otra
tarde pasaba por la calla de Ensenada cuando miré a Riksy atendiendo un negocio
de ropa usada instalado en la cochera de una casa de Infonavit
Riksy es
una venezolana que recién llegó a CiudadMarasierra con su hija y sus dos
nietos, huyendo, dijo, de la situación política de su país.
“En
Venezuela están las cosas muy feas políticamente, entonces no se puede estar
ahí, por eso buscamos otra parte en dónde estar”.
ALERTA
POR RIESGO SANITARIO 

En cada
esquina de la Mirasierra hay baldíos atestados de basura, escombro, maleza,
animales muertos, esto representa un foco de infección para los habitantes.
Además los arroyos que atraviesan la colonia, se han convertido en depósito de
basura.

– ¿Es
bonito Venezuela?

Venezuela es lindo y hermoso, lo que pasa es que tiene malos gobernantes, así
de simple.
Unos
amigos mirasierranos a los que conocieron por face les contaron de Ciudad
Mirasierra, les consiguieron esta casa y ellos se dejaron venir.
Para
Kevin, un muchacho gafas negras, camisa clara, cabello engominado, atezada
piel, sonrisa amplia, 22 años, el nieto de Riksy, vivir en Ciudad Morasierra
“es padre”.
“Tiene de
todo, no hay que ir pal’centro”.
Ya
alguien me había contado de familias centroamericanas, sobre todo hondureñas,
que han migrado a Ciudad Mirasierra.
Mirasierra
es cosmopolita.
En esta
plaza vienen a hacer de todo.
La usan
de todo.
– ¿Cómo?
– Desde
el chancanchán, hasta…
Me confío
una señora que vive en perímetro de las calles Ríos, Río Sabinas, Río Bravo y
Río Balsas, el lugar donde se alza este como parque con sus juegos infantiles y
su cancha, llamado “Plaza Pública Mirasierra”.
Varios
vecinos que viven en torno de este sitio de esparcimiento me contaron que todos
los días, a mañana y tarde, se ve a grupos de adolescentes “tronándoselas” en
la cancha con mariguana, resistol o spray.
No
respetan ninguna pared en esta colonia.
Y las
familias que antes venían con sus chicos a los jueguitos se han desterrado.
Aquí ya
nadie viene.
Por esos
días Javier Martínez, el psicoterapeuta del Centro Vida Saltillo, ese que
atiende a unas 850 mujeres víctimas de violencia en Ciudad Mirasierra, me
contaría sobre una de las principales problemáticas que castigan a este sector:
El uso de
sustancias psicotrópicas entre adolescentes, el uso de mariguana, de alcohol,
que resulta en conductas delictivas o antisociales.
La
población más afectada: 12 a 20 años.
“Nos tocó
atender a un niño de nueve años que ya utilizaba sustancias. Sí, es preocupante
y alarmante”.
Supe de
Jorge Santana, por una vecina de Nuevo Mirasierra
Él es un
entrenador de box que puso un pequeño gimnasio con una pera, un costal, una
llanta, en la pieza delantera, tres por cuatro metros, de su casa de Infonavit,
número 285 de la calle Tecate.
A su
local acuden diariamente, en turnos, unos 30 deportistas, hombres y mujeres,
entre seis y 40 años.
Las
pasadas campañas el político Javier Díaz anduvo por acá y le prometió ayuda.
Jamás
volvió.
– ¿Y qué
has conseguido con esto?
– Se
están retirando de las drogas y combaten la obesidad…
La mañana
de un sábado que rondaba por Nuevo Mirasierra atisbé a un grupo de chiquillos
en un baldío de las calles bulevar Cedros y Prolongación Acacia, sobre el que
se eleva una cruz de madera y una estructura de fierro sin techos ni paredes.
Los niños
prefieren jugar en el arroyo que en los parques destrozados de la colonia.
Un
maestro de box

Jorge
Santana, maestro de box, ofrece clases a los niños y jóvenes de este sector
para evitar que caigan en las drogas y el alcohol.
Eran los
niños de la colonia que, a falta de iglesia, se reúnen aquí para el catecismo
desde hace cinco o seis años, sin importar el frio, el calor o la lluvia.
Algunos
nenes traen bancos de su casa en qué sentarse, otros la pasan en el suelo.
Con los
días me enteré de otros lugares, lotes y plazas, en Ciudad Mirasierra donde la
gente se congrega para los oficios religiosos, porque no hay iglesias. 
“¿Crees
que es relevante que Ciudad Mirasierra tenga sus iglesias?”, le pregunté a
Margarita Martínez, la catequista, “por decir, ahorita hay mucho suicidio y es
porque no conocen a Dios”, respondió.   
Lo que vi
después en Mirasierra me dejó anonadado:
Vi un
jardín de infantes, el “Moraima Luna Pérez”, del bulevar Francisco Ortiz, que
ha sido saqueado ya varias veces por los ladrones; y es visitado por los
roedores y los bichos ponzoñosos que salen de arroyo, porque su patio trasero
da con el arroyo y no tiene barda.
Vi un
riachuelo de aguas verdosas y pestilentes, corriendo por el afluente que separa
a Ciudad Mirasierra de Zaragoza y que nadie sabe de dónde viene.
Vi un
gran armario botado en la calle, junto el cadáver de un perro que ya olía.
Vi una
gran fuga de agua del medidor de una casa en pleno Bulevar Mirasierra sin que
nadie dijera nada.
Vi una
cancha de baloncesto sin tableros.
Vi calles
y calles sin pavimento, nomenclatura ni lámparas.
Vi
camellones sin árboles y repletos de basura.
Vi unos
columpios, sin columpios.
Y vi un
letrero en un poste que decía: “compro casa en esta zona, no importa tu
adeudo”, y debajo dos teléfonos.
Esto es
Ciudad Mirasierra.

Bienvenidos.