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Asegurar que niños no se retrasen en estudios, reto tras sismos, dice Unicef

Hoylosangeles,
02/03/2018

Después
de eventos catastróficos como los sismos que azotaron el sur y centro de México
el pasado septiembre, hay que garantizar no solo que los niños puedan regresar
a las clases, sino que se mantenga la calidad del aprendizaje para que los
alumnos no queden retrasados en los estudios, afirmó hoy Unicef.

 
Niños toman
clases en un bar habilitado como escuela en Juchitán, estado de Oaxaca.
EFE/ARCHIVO
La
institución celebra en la céntrica ciudad de Puebla el seminario “Aprender
de los desastres: Educación en situaciones de emergencia”, que busca el
intercambio de experiencias exitosas y analiza cómo el país puede mejorar sus
políticas públicas y la coordinación en esta materia.
“Es
muy importante, para cumplir el derecho de los niños a la educación, asegurar
que hay continuidad y que las escuelas son resilientes para afrontar un impacto
de un desastre”, señala en entrevista con Efe Pressia Arifin-Cabo,
representante adjunta de Unicef México.
Según
cifras oficiales, los terremotos del 7 y 19 de septiembre causaron daños en
16.000 escuelas, por lo que las autoridades instalaron aulas provisionales con
el objetivo de que los menores reanudaran las clases cuanto antes.
El
Gobierno mexicano actuó correctamente en cuanto a la evaluación de daños y en
la cuestión de cómo restablecer la educación de la mejor manera posible,
asevera Arifin-Cabo.
Aun así,
la respuesta se puede mejorar para asegurar “no solo la cobertura (cuántos
niños han regresado a la escuela); también mirar la calidad del aprendizaje en
estas circunstancias”.
Para
empezar, ha de estar garantizado que los niños -y los propios maestros- reciban
el apoyo psicosocial necesario.
“No
es adecuado retomar las clases como si no hubiera pasado nada; hay que atender
las necesidades de los niños, dejándoles un espacio donde puedan sentirse
seguros, y retomando poco a poco el aprendizaje”, explica la representante
de Unicef.
Además,
se debería implementar un “currículo flexible”, contemplando
alternativas como pueden ser alargar el ciclo escolar o los horarios, o tomar
clase algunos días en fin de semana.
Recuperar
el tiempo perdido en la educación de estos niños es “un desafío” que
la organización percibe, y que puede tener “consecuencias graves”.
Si no se
actúa ante esta situación, “el año próximo, cuando suba el nivel, no van a
estar preparados para retomar (las clases) o tomar nuevos aprendizajes”.
Arifin-Cabo
argumenta que quedan niños que, a más de cinco meses de la tragedia, no han
recuperado un ritmo regular: van a la escuela un par de veces por semana, en
vez de todos los días, o asisten menos horas, lo que tiene consecuencias en el
aprendizaje.
Es más,
algunos de los menores de Oaxaca y Chiapas “todavía no han regresado a la
escuela”, porque los centros todavía están reconstrucción.
Esta
situación implica el riesgo de que los niños ya no regresen, porque “han
perdido seis meses de escuela y cuando un niño lleva mucho tiempo sin ir ya
están desganados”.
En el
seminario están presentes expertos de países como Chile, Japón, Perú y
República Dominicana.
“Japón
es un ejemplo muy bueno en el tema de reconstrucción segura de las escuelas, y
da un mensaje muy importante sobre cómo deberíamos atender las necesidades de
nuestros niños”, indica Arifin-Cabo.
“Aprender
de los desastres” está organizado por Unicef, el Centro de Cooperación
Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (Crefal),
la representación en México de la Organización de Estados Iberoamericanos
(OEI), la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la del estado de Puebla.
De
acuerdo con cifras oficiales, los terremotos de septiembre dejaron un saldo de
467 muertos, doce millones de damnificados y unas 184.000 viviendas con daños
parciales o totales.

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