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No solo hay que serlo, sino parecerlo

 

Comentan que el gran emperador romano Cayo Julio César, respondió a una pregunta referente a si las damas de la aristocracia podían asistir a las orgías como espectadoras y no como participantes, con una frase que ha quedado para la posteridad: «La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo». 
Ocurre con demasiada frecuencia que se cuestiona el trauma que puede sufrir, por ejemplo, un niño víctima del acoso escolar o, también se da mucho, el acoso laboral, que en ambos casos genera ansiedad y/o depresión. Se suele dudar del acosado, pero, no tengo constancia de ello, del acosador. Y si se hace no es en la misma proporción.

Hace unos días hemos asistidos, impertérritos, a un juicio que dimana de una acusación de violación múltiple ocurrida durante los San Fermines. Hay cinco acusados de violar (agredir sexualmente) a una joven de 18 años. Ya sabemos que estos juicios son muy mediáticos y que generan expectación. Sabemos, también, que la opinión pública se posiciona de un lado o de otro, al mismo tiempo que esgrimen y comentan el porqué piensan una cosa o el porqué piensan otra. Pero la conmoción e incredulidad ha sobrevenido cuando el juez admite a trámite una investigación de «detectives privados» que aseguran que la joven no quedó «traumatizada».
¿Sabe alguien cómo ha de quedar la víctima de una violación? ¿Sabe alguien qué se espera de una mujer que dice que ha sido “presuntamente” violada por cinco hombres? Supongo que, para igualar el desatino, se debería presentar un informe de la vida de esos chicos antes de la agresión para determinar si ya apuntaban maneras, si los denominados como «La manada» presentaban un comportamiento que hiciera prever este tipo de actos. En este último caso, estoy seguro de ello, se pensaría que hay indefensión y que se busca acusar por un comportamiento previo, que no justifica la acción ulterior. Esto ocurre porque el foco se ha puesto en la chica en vez de en los agresores. En casos similares, no me refiero a este en concreto, se las ha llegado a calificar de “busconas” o “provocadoras”. Lo mismo que pasa con el acoso escolar o el mobbing laboral, donde las cuestiones se plantean respecto al acosado: ¿Era un niño retraído?¿Tenía problemas de adaptación? ¿Tiene problemas en casa? Pocas son las ocasiones en que el foco se pone en el acosador, como ha sido ahora en la agresión sexual de esta chica de dieciocho años, donde alguien se ha llegado a preguntar si ha quedado lo suficientemente traumatizada como para ser una víctima. Es más o menos lo que hubiera dicho Julio César en este caso: «Una mujer violada no solo ha de serlo, sino parecerlo».