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Entre espejos y cóndores a 60 años del voto femenino en Colombia

Cristina Hincapié Hurtado y Viviana Serna 09 Octubre 2017
Lo que han hecho las organizaciones de mujeres, su capacidad para trabajar en silencio y hacer que los derechos sean realmente humanos, son historias que nos debemos como latinoamericanos y que deberíamos contarle más a nuestros niños y niñas. 
Comencé a aprender de historia y de política cuando las turbulencias de la operación Cóndor apenas se aplacaban, dejando a su paso países marcados por la sangre, el dolor, la muerte y las desapariciones, épocas que dejaron abiertas grandes heridas que apenas hoy podemos empezar a sanar, y donde la historia tiene versiones que debemos escuchar. De aquellos aprendizajes recuerdo con fervor los emotivos movimientos en los que las mujeres se hicieron públicas y políticas, movidas por el amor y la necesidad de recuperar a los seres queridos que habían desaparecido o habían sido asesinados en medio de tanta guerra. Siguiendo sus caminos encuentro que lo público siempre ha sido para las mujeres una lucha, una en la que siempre han estado aunque su voz y su voto no siempre hayan sido escuchados, pues se asumía que lo público es masculino y lo privado –la casa, la intimidad y el silencio–, femenino.
María de la Cruz Toledo
fundadora del segundo partido feminista de Chile, creado para luchar por el derecho al voto de las mujeres en este país, decía a viva voz en su manifiesto: “nosotras no somos ni de derecha ni de izquierda. Los hombres se dividen por las ideas, nosotras nos uniremos por el sentimiento”. Este sentimiento siempre estuvo ligado a un cambio social profundo.
La exclusión, fue una de las ideas base de los estados hasta muy entrado el siglo XX en América Latina; las mujeres, los indígenas, las clases proletarias, los iletrados, los negros, todo aquél que se saliera del esquema heredado por los europeos, cuyas ideas conquistaron mucho más que nuestras tierras, estaría por fuera de lo público, y la lucha de las mujeres abarcaría no sólo un sexo, sino más bien a esa mayoría de la sociedad que no era reconocido por los estados.
Luchas silenciosas y hechas a gritos, luchas públicas y privadas, luchas perdidas y ganadas, pequeñas luchas que han hecho grandes cambios, grandes mujeres que se han silenciado en la historia.
Eva Perón. Argentina
Alicia Moreau de Justo nació en Londres, pero a los cinco años llegó a Argentina. Fue médica y política, destacada por sus ideas socialistas y feministas. Adelantó importantes causas de protección de los derechos a las mujeres al fundar en 1918 la Unión Feminista Nacional, y en 1932 elaboró un proyecto de ley que establecía el sufragio femenino, aunque esta idea solo se concretaría en 1947 con la llegada de Eva Perón.
Tras promulgar la ley, el 23 de septiembre de 1947, el presidente Perón le entregó el documento a Eva, quien celebró el acontecimiento con un histórico discurso transmitido por la cadena nacional argentina de la época. La inolvidable y polémica Eva Duarte de Perón genera hoy tantas dudas como certezas, pues algunos dudan del papel que jugó en el derecho al voto femenino, pero sabemos también que siempre se expresó públicamente a favor de los derechos de las mujeres y que fue una de las promotoras del proyecto de ley que presentó el peronismo antes de permitir a las mujeres este derecho.
En 1951 la imagen de Duarte de Perón votando por primera vez desde su cama simbolizaría para la eternidad el papel que jugó Evita en la obtención del voto femenino.


Se dice que la primera vez fue en Uruguay, pero hay otra primera vez, en silencio… una historia que tuvo lugar en Santander, Colombia, pero esa es otra historia.