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Refugiados en Belgrado: la última frontera

2 Abril 2017


Asif Rahimi tiene 18 años, pasaporte afgano y una sonrisa triste. Lleva siete meses en Belgrado y planea su enésimo intento de alcanzar la Unión Europea. “Quizás la semana que viene”, dice. Será la sexta vez que pruebe suerte.

Prefiere no contar por qué dejó su país, pero sí explica cómo. Voló de Kabul a Teherán y ahí se acabó la parte fácil. El resto del camino lo hizo, junto a otras 34 personas, a través de una red de contrabandistas que los trasladaba de noche: de Teherán a Urmía (Irán), de Urmía a Van (Turquía), de Van a Estambul (Turquía), de Estambul a Sofia (Bulgaria) y de Sofía a Belgrado (Serbia).

En Belgrado comparte ‘hogar’, improvisado y provisional, con otros cientos de refugiados que también viajan solos y pasan por Serbia en su ruta hacia la Unión Europea. No llegan para quedarse, pero muchos de ellos habitan allí durante meses, mientras intentan una y otra vez cruzar la última frontera. Se alojan en unos antiguos barracones del ejército en el distrito de Savamala, entre la estación de autobuses y la ribera del río Sava. Es el mismo lugar donde a principios de años una ola de frío -de hasta 16 grados bajo cero- hizo saltar la alarma internacional.