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El ‘muro líquido’ de Europa: recorremos los puntos calientes de la vigilancia migratoria

12 Marzo 2017

El Confidencial recorre los puntos calientes de la vigilancia europea en su principal frontera natural, donde el año pasado murieron más personas que cuando se hablaba de la crisis de refugiados

Una cubierta con suelo de madera es el primer refugio que acoge a los migrantes tras ser rescatados en alta mar. Han pasado horas desde que dieron la voz de alarma hasta que un barco noruego de Frontex ha podido llegar a la posición donde su endeble barcaza se hundía. Nada más subirles a bordo, la tripulación les desinfecta pies y manos para evitar que se extiendan enfermedades contagiosas. Son 504 las personas rescatadas; una no conseguirá llegar con vida a tierra. Es un chico de 16 años, que ha explicado al médico y enfermeros como buenamente ha podido, que estaba enfermo desde hacía meses, pero no sabe de qué.

“Murió en paz por la noche”, explica el jefe de la misión, el policía noruego Jorgen Berg, pocos días después mientras el buque Siem Pilot se pone a punto en el puerto de Catania (en el este de Sicilia) para volver a salir al Mediterráneo a patrullar las aguas europeas. “Nuestro trabajo principal es la guardia de fronteras”, insiste durante la visita de un grupo de periodistas invitados por la Comisión Europea. Vigilar la presencia de embarcaciones, la pesca, tráfico de todo tipo: desde personas a cualquier producto. Esas son sus tareas habituales. Cuando el centro de coordinación de Roma detecta o recibe el aviso de un bote en apuros, localiza a la embarcación más cercana y apta para el salvamento -ya sea pública o privada- y la envía al rescate.