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“Solo sé que aparecí bajo un puente”: la ‘droga de la violación’ que asusta a Colombia

17 Febrero 2017

Su uso con fines criminales se ha extendido y normalizado por todo el país. Hablan las víctimas de una droga ya extendida en América Latina y se está implantando en España

Polvo Zombi. Aliento del diablo. Burundanga. Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo pero la droga más temida en sus calles es otra. Son muchos los apelativos para la misma sustancia: la turbadora escopolamina. Es el máximo exponente de la sumisión química. Arma de ladrones y violadores. Su uso con fines criminales, originado hace dos décadas, se ha extendido y normalizado por todo el país.

Casi cualquier colombiano conoce a alguna víctima del ‘polvo zombi’. Lo certifican las estadísticas: una de cada cinco hospitalizaciones por intoxicación en la capital, Bogotá, tiene como origen la escopolamina. Ni siquiera se salvan los religiosos. Un sacerdote fue víctima de la temida droga el pasado diciembre. Había salido a rezar una novena. Le encontraron inconsciente y sin sus objetos de valor.

El temido narcótico anula la voluntad de quien lo ingiere. Las víctimas se convierten en meros juguetes a merced de los delincuentes. Entregan todas sus pertenencias sin rechistar cuando la sustancia comienza a hacer efecto. La pérdida de control es tal que incluso confiesan los códigos de sus tarjetas de crédito si el criminal así lo requiere. Tampoco recordarán a sus captores: otro de los efectos de la escopolamina es una profunda amnesia. Muchas víctimas son encontrados vagando por la calle, desorientados. Algunos son encontrados a las pocas horas. Otros aparecen días e incluso semanas después de haber sido drogados.