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Sí, por supuesto, la palabra ‘sionista’ es una acusación

26 Octubre 2016

Un informe de una comisión de investigación de la Cámara de los Comunes de Reino Unido recomienda que, en algunas circunstancias, el uso de la palabra “sionista” en un contexto crítico podría ser tratada como un delito penal de acuerdo con la legislación sobre delitos de odio.



Parlamento británico

Un informe de una comisión de investigación de la Cámara de los Comunes de Reino Unido publicado el fin de semana pasado contenía un ataque sin precedentes contra la libertad de expresión en dicho país. A pesar de esto, los medios de comunicación utilizaron simplemente el informe como pienso en su permanente y obsesiva campaña contra el líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn. De esta forma, el aspecto más preocupante del informe fue ocultado.

El informe recomienda que, en algunas circunstancias, el uso de la palabra “sionista” en un contexto crítico podría ser tratada como un delito penal de acuerdo con la legislación sobre delitos de odio. El informe admite que tres cuartas partes de los incidentes antisemitas documentados proceden de fuentes de extrema derecha y, sin embargo, de forma sorprendente, ignora casi por completo el antisemitismo de extrema derecha. En cambio, el documento se centra en dos objetivos principales: Corbyn y la presidenta de la Unión Nacional de Estudiantes, Malia Bouattia. Esto demuestra bien a las claras el enfoque partidista y lamentable adoptado por la comisión, dominada por los conservadores.

En una declaraciones realizadas el pasado domingo, Corbyn dijo que la comisión no supo examinar la lucha contra el antisemitismo en otros partidos políticos. “Politizar el antisemitismo —o utilizarlo como arma arrojadiza en las controversias entre y dentro de los partidos políticos— hace un flaco servicio a la lucha contra esta lacra”, insistió.

Lo que pocos parecen criticar es el intento todavía más preocupante de la comisión para ilegalizar, más o menos, la crítica del sionismo en Gran Bretaña. “A los efectos de las investigaciones penales o disciplinarias —dice el informe—, el uso de las palabras ‘sionista’ o ‘Sión’ en un contexto acusatorio o abusivo debería ser considerado como inflamatorio y potencialmente antisemita”.

En el transcurso de 2016, se ha producido una caza de brujas y un pánico moral sobre el “antisemitismo” que, supuestamente, está devorando al Partido Laborista. Aunque los laboristas y la izquierda, en general, no son evidentemente inmunes a la triste realidad del antisemitismo, todas las evidencias empíricas disponibles muestran que el nivel de racismo antisemita en el partido es, de hecho, de una magnitud inferior al existente en la sociedad en general.

Y, sin embargo, la falsa y totalmente inventada historia sobre el “antisemitismo en el Partido Laborista” ha aguantado, pues ha sido muy útil como herramienta para golpear a los líderes del ala izquierda del Partido Laborista. Una herramienta que ha sido utilizada tanto por la derecha del Partido Laborista y los grupos de presión proisraelíes, como por sus respectivos aliados en los medios de comunicación.

Por todo ello, se ha producido un cierto debate sobre el sionismo, lo que significa y las diferencias entre antisionismo y antisemitismo. Incluso algunas figuras influyentes de la izquierda pro-Corbyn han caído en la trampa de decir que deberíamos “dejar de hablar” del sionismo.

Yo creo, por el contrario, que con el fin de identificar correctamente el problema de la injusticia en Palestina, debemos señalar cuál es su causa. Y esta es la ideología fundacional del estado de Israel: el sionismo.

Los autores del informe de la comisión de investigación sostienen que deberíamos criticar al “gobierno israelí” en lugar del sionismo, pero eso no tiene en cuenta los problemas más profundos de la ocupación de Palestina. Sugiere que el problema solo se centra en el actual gobierno ultraderechista de Israel.

Pero lo cierto es que los gobiernos de la izquierda israelí han sido igualmente hostiles a los derechos palestinos, si no más. La Nakba, la ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967 y la génesis y las mayores expansiones de los asentamientos ilegales han sido todos hechos que han tenido lugar con gobiernos de la izquierda sionista (el Partido Laborista israelí o sus descendientes ideológicos).

Como dijo Ben White en abril, en este debate se ha perdido de vista la realidad histórica y contemporánea de lo que significa el sionismo para los palestinos, que son las principales víctimas de los crímenes de guerra y la opresión de Israel.

El sionismo es la ideología fundacional del estado de Israel. Como me dijo hace poco Jonathan Rosenhead, activista y profesor de la Escuela de Economía de Londres, el sionismo ha causado graves injusticias al pueblo palestino y, en ese sentido, el uso de la palabra “sionista” es, ciertamente, una acusación.

Sí, sionistas, os acusamos de apoyar una ideología opresora.

El sionismo es una ideología violenta y sus seguidores, los sionistas, planificaron y llevaron a cabo la limpieza étnica de 750.000 palestinos, que fue el hecho fundamental de la creación del estado de Israel entre 1947 y 1948, conmemorado por los palestinos de todo el mundo como la Nakba o “Catástrofe”.

El sionismo es una ideología racista que niega a los refugiados palestinos y a sus descendientes su derecho humano y legal fundamental al retorno a sus hogares, solo por el hecho de que no son judíos.

El sionismo es una ideología colonialista que hoy todavía sigue construyendo asentamientos exclusivamente judíos en tierras palestinas confiscadas violentamente en la Cisjordania ocupada.

El sionismo es una ideología segregacionista, de apartheid, que niega el voto y los derechos humanos fundamentales a 4,5 millones de palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza, y trata a los palestinos de Israel (que representan aproximadamente una quinta parte de la población) como ciudadanos de segunda o tercera clase que no son tratados como iguales ante la ley israelí, sus políticas y sus prácticas.

Los intentos draconianos de gentes como los miembros de la comisión de investigación de la Cámara de los Comunes de erradicar con leyes toda crítica de Israel como esta no van a funcionar nunca. No se puede suprimir la crítica de una ideología política injusta.

Es cierto que gentes de la extrema derecha utilizan la palabra “sionista” como sinónimo de “judío” y, por tanto, como una versión educada de su antisemitismo. Esto nos obliga a establecer la distinción con claridad: el judaísmo es una religión a partir de la cual se ha desarrollado una identidad étnica judía; el sionismo, sin embargo, es una ideología política colonialista. Ni todos los judíos son sionistas ni todos los sionistas son judíos.

El Informe Chakrabarti tiene muchas recomendaciones sensatas para el Partido Laborista sobre la cuestión del antisemitismo (por eso es lamentable que la comisión de investigación haya decidido atacar dicho informe y a su autor). Entre ellas figura la recomendación de que la palabra “sionista” debe emplearse de forma cuidadosa, con conocimiento de causa y dentro de un contexto. Eso parece sensato, pero censurar el uso de la palabra en cualquier circunstancia sería un error mortal. Sería una concesión excesiva a la derecha, así como al estado israelí y a sus aliados (que están presionando ferozmente en todo el mundo para deslegitimar toda crítica a Israel como “antisemita” y para que se aprueben leyes en este sentido).

Hay que subrayar, en este sentido, que los dos proponentes principales de la insidiosa ecuación “sionista = judío” son el estado de Israel y los neofascistas antisemitas.

Como dijo Yasir Arafat en su famoso discurso de 1974 ante la asamblea general de la ONU, “el sionismo es una ideología imperialista, colonialista y racista, es profundamente reaccionaria y discriminatoria, es una aliada del antisemitismo en sus principios retrógrados y es, al fin y al cabo, la otra cara de la misma moneda falsa”. En otras palabras, el sionismo necesita del antisemitismo. Luchando contra el sionismo avanzaremos en el largo camino para erradicar el antisemitismo.