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Uzbekistán, cortejado por Moscú y los islamistas

3 Septiembre 2016


El país más poblado de Asia Central es vulnerable. Moscú no quiere avisperos yihadistas en su patio trasero
La muerte del dictador uzbeko Kadirov abre el enigma de su sucesión
Los efectos de la desaparición de Islam Karimov se habrán discutido estos días en reuniones tanto en Moscú como en Washington. Para Rusia, Uzbekistán es importante. Es el país más poblado de Asia central y tiene el mayor ejército. Pero es su ubicación y su resistencia a alinearse con Moscú lo que lo han mantenido siempre en la agenda. Está ubicado debajo de Kazajistán, que le priva de salida al mar Caspio. Justo encima de Turkmenistán y Afganistán, por cuya corta frontera se filtra el tráfico de drogas. Y limita en su frontera este con Tayikistán y Kirguistán. Está enclavado sobre la Ruta de la Seda que une Europa con Asia. Es tierra de paso de oleoductos y gasoductos. Pero es vulnerable: Karimov construyó con mano de hierro un Estado secular -aunque de mayoría musulmana- que ahora está acosado por el radicalismo islámico. Islamistas uzbekos se han unido al autodenominado Estado Islámico (IS, en sus siglas en inglés), pero planean volver a casa algún día, sobre todo si ven ahora que en el régimen afloran grietas. Este escenario preocupa a Moscú, que no quiere avisperos yihadistas en su patio trasero. Tanto Rusia como Occidente se disputan atraerse a este país, tradicionalmente más remiso que sus vecinos (como Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán) a participar en la recreación de la URSS que en ocasiones el presidente ruso, Vladimir Putin, parece querer poner en marcha: a día de hoy no forma parte de la Unión Económica Eurasiática y mantiene distancia con los tratados de seguridad colectiva urdidos por Moscú en la zona.Tuvo bases de EEUU durante la primera mitad de la década de los 2000. Ahora Putin desearía que el país gire militarmente hacia Moscú, o que por lo menos coopere sin estridencias: Karimov criticó la injerencia rusa en Ucrania y defendía la integridad territorial de ese país.Hasta la fecha, Uzbekistán se ha resistido a los cantos de sirena rusos, colaborando con Estados Unidos y potencias asiáticas como China y Japón. Pero a la vez cuida sus lazos con Rusia, que es el principal mercado de sus exportaciones y el principal destino de sus inmigrantes: hay 1,9 millones trabajando en la Federación Rusa. Aunque en Tashkent traten de mirar lejos, Rusia está más cerca que nadie.