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El Estado Islámico, herido en el frente

15 Agosto 2016

Un guerrillero se cubre durante un combate con el IS en Sirte. GORAN TOMASEVIC | REUTERS

El IS ha pasado de dominar un terreno equivalente a Gran Bretaña a otro similar a Irlanda, así como ha perdido a 45.000 acólitos desde 2014


En las trincheras de Jasir, 30 kilómetros al noreste de Mosul, a los yihadistas ni se les ve ni se les espera. Los soldados kurdoiraquíes peshmerga se turnan tras los sacos terreros. Dedo en gatillo y sin quitar ojo a unas casas bajas 500 metros enfrente, aguardan el envite del Estado Islámico. Un disparo, un proyectil, un ataque suicida. Pero ni un signo de vida. Algunos dudan incluso de que el enemigo siga allí apostado. “No se atreven a atacar, ya no les queda fuerza”, asevera un peshmerga llamado Recep.El autoproclamado Estado Islámico (IS, en siglas en inglés) manifiesta sobre el terreno una imagen mucho más prosaica que la enfatizada en sus comunicados grandilocuentes, que llaman a conquistar Roma. Este fin de semana, en Jasir, los peshmerga les comieron 12 kilómetros. En Majmur, al sureste de Mosul, el IS perdió una colina estratégica ayer. En Siria, el viernes, una alianza kurdoárabe le arrebató Manbij, por donde pasaba su última vía de comunicación con el mundo exterior. En Jasir y Majmur, el lanzamiento de cada proyectil revela la posición del mortero a las naves que sobrevuelan la zona, las cuales responden bombardeando esa pieza de artillería. Tras meses de castigos aéreos, buena parte del armamento pesado que los yihadistas han ido acumulando, confiscado al enemigo, ha sido reducido a chatarra. Eso ha forzado al IS, que según estimaciones ha perdido 45.000 acólitos desde 2014, a improvisar vehículos blindados y coches bomba como arma básica de combate.
Según un informe del grupo de análisis IHS, el IS perdió en 2015 un 14% de su suelo en Irak y Siria – que comprende la cuenca del Éufrates, entre Raqqa y Ramadi, además de Mosul -, más otro 12% durante la primera mitad de 2016, hasta los 68,300 kilómetros cuadrados. Pasó de dominar un terreno equivalente a Gran Bretaña a otro similar a Irlanda. Es la consecuencia de la presión conjunta de las milicias kurdas y árabes, los ejércitos iraquí y sirio y la aviación de la coalición que encabeza EEUU y de Rusia.El caso libioEsta tendencia se reproduce en Libia, cuya ciudad natal del ex gobernante Gadafi, Sirte, ocupada por el IS desde junio de 2015 ha sido la semana pasada casi totalmente tomada por fuerzas gubernamentales. A finales de junio, el IS perdió también, en un ataque con dron estadounidense, al líder en Afganistán y Pakistán. En mayo, coincidiendo con el segundo aniversario del Califato, el portavoz del IS, Abu Mohammed Adnani, reconoció que las cosas no les iban bien, y llamó a más ataques en Europa.Los cazas han golpeado intensamente la infraestructura energética de los yihadistas. Así se ha comprometido una de las principales fuentes de financiación del Califato, que ha caído, según Estados Unidos, hasta los 224 millones de euros anuales. Washington cree que se han atajado casi todas las exportaciones de crudo del IS fuera de sus terrenos. Este descenso ha perjudicado la entrega de salarios a los funcionarios y erosionado la concesión de servicios básicos en las ciudades bajo su control.Según Gabriel Garroum, experto en gobierno del IS y doctorando en el Departamento de Estudios de la Guerra del británico King’s College, estas pérdidas “afectan a su gobernanza. El discurso de que eres un Estado normal, que aprovisiona servicios, es efectivo cuando tienes una estructura que funciona”, indica. “Para que funcione necesitas una población convencida, garantizar la seguridad en términos de protección y recursos para aprovisionar y dar sensación de normalidad”.Raqqa, colapsadaGarroum incide en la necesidad de ofrecer una imagen de normalidad para ‘pagar’ la paz en su sociedad – gran parte de la cual, concluyen analistas, es capaz de aceptar un yugo draconiano a cambio de seguridad, salarios y servicios básicos -, y resalta las consecuencias de una entrada en crisis. El experto ejemplifica con Raqqa, la mayor ciudad del IS en Siria, que considera “colapsada a nivel interno”. “El problema es el momento en el que se pasa de la legitimidad a la coacción”, subraya.”Cuando te bombardean pozos petroleros, sufres problemas económicos, ya no viene tanta gente de fuera – la llegada de adeptos extranjeros ha caído drásticamente – es difícil mantener la ilusión. Por eso la propaganda es importante”, asegura Gabriel Garroum. Propaganda y ataques en el exterior para magnificar una falsa vigorosidad: promover ‘lobos solitarios’, atribuirse la autoría de cualquier matanza, por remota que sea su relación con el culpable, y mantener una intensa actividad en la Red.